Cambiar los juguetes por herramientas; la cruda realidad del trabajo infantil
En el marco del Día Internacional contra el Trabajo Infantil, la Organización Internacional del Trabajo y Amnistía Internacional comparten cifras.
El 12 de junio de cada año se conmemora el Día Internacional contra el Trabajo Infantil, promovido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Este año se centrará en la celebración del 25 aniversario de la adopción del Convenio 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil (1999). En 2020 se convirtió en el primero de la OIT ratificado universalmente.
Aunque se ha avanzado en la reducción del trabajo infantil durante muchos años, en la actualidad las tendencias mundiales se han invertido. Hoy más que nunca, es importante sumar esfuerzos para acelerar las acciones encaminadas a acabar con el trabajo infantil.
¿Qué se considera trabajo infantil?
En pocas palabras, podemos definirlo como una vulneración de los derechos de las niñas y niños. La OIT lo define como todo trabajo que priva a los niños y niñas de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico.
Amnistía Internacional define el término “trabajo infantil” como cualquier trabajo que sea física, mental, social o moralmente perjudicial o dañino para el niño o la niña, e interfiere en su escolarización, privándole de la oportunidad de ir a la escuela, obligándole a abandonar prematuramente las aulas o exigiendo que intente combinar la asistencia a la escuela con largas jornadas de trabajo pesado.
La organización apunta que existen formas incluso peores de explotación infantil, como la esclavitud, el reclutamiento forzoso para conflictos armados, la trata de niñas y niños, la servidumbre, la prostitución y la pornografía, así como la producción y el tráfico de estupefacientes.
Millones de víctimas
Según estimaciones de la OIT y Unicef, en todo el mundo hay 160 millones de niños y niñas víctimas de trabajo y explotación infantil, de los cuales, 79 millones, casi la mitad, sufren algunas de las peores formas de explotación infantil.
Amnistía Internacional apunta que, en las últimas dos décadas, el trabajo infantil había disminuido progresivamente en todo el mundo, hasta el año 2016, cuando volvió a aumentar. Desde entonces, la cifra ha incrementado, pasando de 152 millones en ese año a 160 millones en 2020. Es decir, 8 millones más de niñas y niños trabajando.
Causas, consecuencias y peligros del trabajo infantil
La doctora María Antonieta Barrón Pérez , profesora de la Facultad de Economía de la UNAM, explicó para Ciencia UNAM que el trabajo infantil es un fenómeno multifactorial, consecuencia de la pobreza, el desempleo de adultos, la falta de controles educativos y el bajo nivel educativo de los padres.
La doctora ha realizado investigaciones sobre niños jornaleros y especifica que los trabajos que realizan se centran en la agricultura intensiva. En este contexto, los menores se exponen a diferentes riesgos, como el uso de plaguicidas, agroquímicos, jornadas laborales exhaustivas y malas condiciones de trabajo, además de no contar con servicio médico al que acudir en caso de accidente.
Barrón Pérez apunta que el panorama no es diferente en las zonas urbanas, donde el trabajo infantil se encuentra diversificado entre el comercio informal, el trabajo doméstico, la industria de la construcción y otras formas de trabajo no formal.
La Organización Internacional del Trabajo señala que el trabajo infantil se presenta en todos los sectores laborales, sin embargo, 7 de cada 10 niños y niñas trabajan en la agricultura, ganadería y pesca, seguido del sector de servicios y el sector industrial.
En 2017 Amnistía Internacional denunció cómo grandes marcas de aparatos electrónicos, como teléfonos móviles u ordenadores, y empresas de automóviles eléctricos no hacían comprobaciones para asegurar que no se utiliza cobalto extraído con mano de obra infantil en sus productos.
Un problema internacional
El problema del trabajo infantil se concentra en los países más pobres y con mayor desigualdad. Casi la mitad la encontramos en África, seguida por la región de Asia y el Pacífico.
En África Subsahariana, casi unos de cada cuatro menores es explotado. En todo el continente, las cifras han aumentado de 72 a 92 millones desde 2016.
Amnistía Internacional señala que en todo el mundo hay unos 300 mil niños y niñas en conflictos armados. Se les suele utilizar como cocineros, mensajeros o esclavos sexuales, además de obligarlos a formar parte de las primeras líneas en enfrentamientos.
La situación en México: desalentadora
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) apunta en la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2022, que 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes realizaron alguna actividad considerada como trabajo infantil, lo que representa el 13.1% de la población de 5 a 17 años.
Alrededor de 2.1 millones (7.5%) de niñas, niños y adolescentes laboraron en actividades económicas no permitidas, una cifra similar a la presentada en 2019, mientras que 1.9 millones (6.7%) realizaron quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas, es decir, en horarios prolongados y expuestos a riesgos, lo que significó 409 mil niños, niñas y adolescentes más para 2022 que en 2019.
Los niños de la guerra, víctimas en México
El periodista y escritor J. Jesús Lemus describió en Cenzontle400.MX que los niños de la guerra son y siguen siendo una dolorosa realidad. Apunta que no existen cifras exactas ni oficiales que indiquen cuántos niños en el país “hoy viven y duermen empuñando un arma de fuego”, ni siquiera estadísticas que refieran en cuántos conflictos armados, de los 907 que existen en México, hay menores de edad interviniendo.
Señala que fuentes al interior de los cárteles de drogas, refieren que al día de hoy son por lo menos unos 200 niños los involucrados en la cotidianidad violenta, algunos por salarios que van de los 250 a los 500 pesos diarios.
Instituciones, las menos preocupadas por los infantes
El 10 de noviembre de 2022, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), a través del comunicado DGDDH/313/2020 emitió una recomendación al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por la reparación integral a una víctima menor de edad por mala atención en la UMF-49 de San Luis Potosí, y por no implementar medidas para prevenir, investigar y sancionar el trabajo infantil.
LA CNDH tuvo conocimiento de que la adolescente fue contratada como trabajadora desde los 13 años por un empleador que realizaba envases de polietileno, lugar donde sufrió un accidente en la mano izquierda, motivo por el cual la afilió al IMSS en cuatro ocasiones, a pesar de que no contaba con la edad mínima de 15 años, prevista por el artículo 22 Bis de la Ley Federal del Trabajo.
Además, la CNDH remarca que los médicos de la UMF-49 tampoco realizaron diligencia alguna para informar de esta situación a las autoridades competentes a fin de prevenir, atender y sancionar los casos en que niñas, niños o adolescentes se vean afectados por el trabajo antes de la edad mínima.