El Periodismo mexicano está contaminado por la publicidad oficial, rompe con la objetividad

La publicidad oficial, lo reconoce el doctor Rubén Gonzalez, “se ha convertido en la principal fuente de ingresos para la mayoría de los medios de comunicación”, y se ha convertido en un mecanismo mediante el cual las autoridades gubernamentales buscan silenciar o alinear a la prensa

Son contados los casos en los que un periodista víctima de cualquier tipo de agresión concilia en su entorno a sus compañeros inmediatos que hablen de su verticalidad profesional. Casi siempre hay voces disonantes, que se tratan de vestir de objetividad para poder cuestionar la honorabilidad de la víctima, contribuyendo con ello no solo al enrarecimiento del clima de violencia que nos atañe, sino también al hecho ineludible de la revictimización de los periodistas agredidos.

Texto tomado del Libro “Los Días de la Ira” (J. Jesús Lemus, Terracota, 2023)

Pero ¿qué es la objetividad? El doctor Rubén González, nos lo explica: “a pesar de que en la práctica no hay tal cosa llamada objetividad periodística, los reporteros en todo el mundo (incluidos los mexicanos) aún se aferran a la creencia de que si presentan la información de forma ‘distante, balanceada e impersonal’ están siendo objetivos (Tuchman, 1972:676). No obstante, la realidad apunta en otra dirección, puesto que estos cánones tan valorados son el resultado de acuerdos internos, alcanzados por personas con sus propios intereses y guiados por sus propias ideologías, o sea, sus propias subjetividades[1].

Bajo este precepto, aquí surge una realidad que por observable es innegable dentro del periodismo mexicano: los periodistas que cuestionan la moralidad de sus pares que son víctimas de agresiones –bajo la acusación de corrupción en los “periodistas viejos” o de falta de experiencia en los “periodistas nuevos”- están impregnados de “intereses guiados” o de sus “propias ideologías” que por lo general están marcadas desde la militancia partidista o desde la afinidad con funcionaros públicos de cualquiera de los tres órdenes de gobierno.

En este sentido, los “intereses guiados” o las “propias ideologías” que hacen que los mismos periodistas sean los que cuestionen el profesionalismo de sus compañeros agraviados no son otra cosa que una postura nacida del interés económico marcado desde las instancias oficiales, como una política de Estado, para poder acceder a los beneficios nada despreciables que significan los convenios para la obtención de publicidad oficial.

Para nadie que se mueve dentro del gremio periodístico en nuestro país es desconocida la práctica que se maneja en la distribución de la millonaria publicidad oficial: solo unos cuantos medios de comunicación y un selecto grupo de periodistas son los que pueden acceder a este beneficio, siempre y cuando se esté en concordancia con la ideología y los intereses de los funcionarios que distribuyen esa partida económica, de la que –no sobra decirlo- es la base no solo del sustento, sino de la riqueza, de muchos medios de comunicación y de un grupo de “periodistas” dedicados a aplaudir las acciones de gobierno, cualesquiera que estas sean, incluidas las agresiones a los comunicadores que hacen un trabajo independiente.

La publicidad oficial, lo reconoce el doctor Rubén Gonzalez, “se ha convertido en la principal fuente de ingresos para la mayoría de los medios de comunicación”, y se ha convertido en un mecanismo mediante el cual las autoridades gubernamentales buscan silenciar o alinear a la prensa[2]. Así, esto deriva en un estado de control casi absoluto no solo de la línea editorial de los medios informativos, sino de la propia conciencia profesional de los mismos periodistas que se benefician con los convenios de publicidad, haciendo de estos un agente promotor de la propia visión que tiene la autoridad sobre las agresiones a los periodistas que se dan en su entorno.

Foto: Mariana Beltrán/Corriente Alterna

“El uso de la publicidad oficial como un medio de ejercer presión en las redacciones no es reciente. Por el contrario, el gobierno lo ha usado desde hace mucho tiempo. Como resultado de ello, y a diferentes niveles, las empresas mediáticas han estado históricamente sujetas a la instrumentalización, mas no siempre de manera involuntaria”[3], explica el doctor Rubén Gonzalez en una de sus investigaciones, lo que nos da clara luz sobre el comportamiento casi generalizado de cuestionamiento de los periodistas compañeros inmediatos de los agredidos.

El primer caso de descredito de un periodista asesinado que conocí y lo pude palpar con toda su crudeza, ya estando yo en el destierro, fue el de Gregorio Jiménez de la Cruz, reportero de los periódicos Notisur y Liberal del Sur, quien fue encontrado en una fosa clandestina, en el municipio de Las Choapas, Veracruz, seis días después de que fue sustraído de su casa por un comando armado. Su caso me llamó la atención, no solo por ser el primer periodistas asesinado en esa entidad en ese año, y el décimo cuarto que ya era del 2000 al 2014, sino por las versiones que lo hacían doblemente víctima, señaladas por algunos de sus compañeros de profesión con los que pude platicar en el intento de investigar las razones del homicidio.

Las causas de la muerte de “Goyo”, como le decían sus más cercanos amigos, están claramente definidas en su ejercicio profesional. No hay duda de que detrás de su cobarde asesinato están las manos de los poderes fácticos que imperan en Veracruz, donde la industria minera se asoma como la principal sospechosa de haber ordenado su muerte, dado el trabajo de denuncia que Gregorio Jiménez hizo sobre ese sector,[4] pero que en la actuaciones oficiales de la investigación, las registradas en los expedientes COAT4/58/2014, CHOA/167/2014 y CHOA/168/2014 ni siquiera se ha tocado tangencialmente esa posibilidad, y todo se ha limitado a un conflicto personal y a un choque frontal con una célula del cártel de Los Zetas que operaba en la zona.


[1] González Macías, Rubén Arnoldo, “Brecha Generacional y Profesionalización de los Periodistas Mexicanos. El Caso de Morelia”, Estudios de Comunicación, Publicación Académica de la Vocalía Valle de México, Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencia de la Comunicación, ISBN: 978-607-96967-2-6.  P. 247

[2] Gonzalez Macías, Rubén Arnoldo, “Entre la Espada y la Pared: Violencia y Publicidad Oficial como Obstáculos para la Modernización del Periodismo Mexicano”, Argumentos, UAM Xochimilco, Año 30, Número 85, Septiembre-Diciembre 2017, P. 160.

[3] Ibid, P.164.

[4] Lemus, J. Jesús, “México a Cielo Abierto”, Grijalbo, enero de 2018, PP. 160-162.