Indígenas de Oaxaca operán su propio internet

Por. J. Jesús Lemus

En Talea de Castro nació la conciencia. Los vecinos de ese pueblo de la sierra de Juárez en Oaxaca, se cansaron del abandono oficial y de la dejadez de las compañías de telecomunicación que se negaban a brindarles servicios. Decidieron no solo tener su propia red de telefonía celular, sino también su estación de radio. Poco les importó no contar con los permisos de la federación.

El ejemplo de rebeldía de ese poblado se ha extendido hacia otras 15 localidades indígenas de la sierra de Oaxaca. Poco a poco en esa parte, la más pobre de México, han comenzado a proliferar las antenas de microondas. Ya se comenzó a tejer la primera red de telefonía celular indígena, la que ha puesto nerviosos a los grandes consorcios.

Y es que en Talea de Castro, donde se tiene una población de 2 mil 500 personas, y son casi 700 los usuarios de esa red, los que pagan una cuota mensual de 40 pesos por el servicio, y que les da derecho a llamadas, mensajes de texto y navegación en internet ilimitados. La población total indígena que se ha incorporado a la red de telefonía social ya alcanza, sumando las otras 15 comunidades, a más de 2 mil 500 usuarios.

El concepto social con el que se lleva a cabo este proyecto de telefonía, ya fue visto por otras comunidades indígenas del país. Hasta Talea de Castro, Oaxaca, han llegado representantes de otros pueblos naturales del país, para pedir apoyo y orientación a fin de instalar su propia red de comunicación en sus comunidades.

De acuerdo con la coordinadora de este proyecto rebelde, la contadora Keila Mezulemet Ramírez, hasta Talea de Castro han llegado ya representantes de comunidades indígenas de Sonora, Chiapas y Puebla, para pedir información sobre la forma en que pueden llevar a cabo ese proyecto para el beneficio de sus localidades, en donde las grandes compañías Telcel y Movistar se han negado a llevar el servicio.

El proyecto de telefonía social indígena, que a la fecha se extiende en la zona de la Sierra de Juárez, nació hace años. Es una iniciativa de solo tres personas: Keila Mezulemet Ramírez, Israel Hernández García y Mauricio Flores Loza. La operación técnica fue apoyada por un antropólogo norteamericano de nombre Peter Bloom, quien ha gestionado ayuda en instituciones de Estados Unidos.

Las comunidades que a la fecha se han incorporado a la red de telefonía rebelde son Yaviche, San Juan Yae, San Juan Tabaa, Villa Alta, San Cristóbal La Chiruac, Temazcalpa, Yalina, y todas las poblaciones del sector Los Cajonos, en donde destacan las poblaciones de San Pedro, San Mateo y San Pablo, así como algunas localidades de la Sierra Mixe, como Tahuitoltepec.

La instalación de las antenas de microondas para hacer realidad la comunicación a través de teléfonos móviles ha sido posible gracias al abasto de equipo técnico por parte de algunas empresas norteamericanas, toda vez que las compañías de telefonía que operan en el país, se han negado a la venta de equipo para dicho proyecto.

Los organizadores de este proyecto se han encontrado también con dificultades para la compra de tiempo aire. Telcel y Movistar no han querido suministrar a la telefonía indígena el apoyo para su desarrollo. Solo una empresa es la que acepto vender el uso de su espectro. Casetel, una empresa de Torreón, es la que suministra el tiempo aire para su distribución entre los pueblos indígenas de Oaxaca.

Aun así, los usuarios de la telefonía de Talea de Castro pagan el servicio de comunicación -a través de celular- más bajo del mercado. Con solo 40 pesos al mes pueden hacer uso ilimitado de sus teléfonos celulares dentro de la zona. 

El costo de llamadas a un teléfono celular fuera de la zona es de 94 centavos el minuto. Una llamada a Estados Unidos les cuesta 18 centavos el minuto, en tanto que una llamada a un teléfono fijo tiene un costo de 50 centavos el minuto.

Pero la rebeldía tiene un límite. La coordinadora de este proyecto reconoce que aun cuando la iniciativa surgió como una decisión que se tuvo que tomar sin pedir permiso a nadie, es necesario contar con los permisos correspondientes. Por eso se está buscando obtener el permiso federal  para que no exista la posibilidad de suspender el servicio.

Hace apenas un año, las gestiones ante el gobierno federal para que se reconociera la red de comunicación indígena, lograron la obtención de una concesión de tipo experimental. Ahora se gestiona para que antes de que termine el actual periodo de gobierno federal se logre la primera concesión social de telefonía celular.

La nueva administración municipal de Talea de Castro reconoce la importancia social de la red telefónica indígena, pero no ha querido involucrarse en el manejo de la misma. Ha decidido que sean los que iniciaron ese proyecto quienes sigan manejando ese sistema de comunicación, el que no se maneja como empresa, sino como una cooperativa.

Es un buen proyecto, pero hay mucha gente que aún no cree en él. Considera que la nueva administración, la que asumió el mando municipal, debe trabajar más a fondo para crear conciencia entre los vecinos del propio municipio, sobre la importancia de irse incorporando a esa red de telefonía.

Llegó la competencia

Pese a que la compañía Movistar se había negado en repetidas ocasiones a prestar el servicio de telefonía celular en Talea de Castro, apenas se observó la viabilidad del proyecto y la aceptación social de los teléfonos celulares, la referida empresa llegó a la localidad.

Con el apoyo del que fue presidente, Gerardo Hernández Rojas, Movistar pudo obtener un contrato leonino con el ayuntamiento: todos los costos de operación, mantenimiento y funcionalidad de la red de esa compañía privada están cargados al erario de esa localidad, la que recibe un monto de participaciones de apenas 5 millones de pesos al año.

Con esos cinco millones de pesos anuales, el gobierno de Talea de Castro, es con lo que se mantiene la prestación de servicios a la comunidad; se allí se paga servicio de agua potable, obra pública, alumbrado público, seguridad pública… y la presencia de Movistar.

Y es que Movistar pudo firmar un convenio a 50 años para que sus antenas de microondas permanezcan sobre la presidencia municipal sin costo alguno. También logró que los costos de instalación y mantenimiento de sus equipos corran por cuenta del gobierno local, y que el consumo de energía eléctrica de los equipos de transmisión sea absorbido por el erario.

La compañía telefónica del grupo Salinas llegó hace apenas unos meses a Talea de Castro. Hizo una fiesta popular, con cargo al erario público, para dar a conocer sus “promociones”. Edecanes de recortados vestidos coquetearon con los hombres de la comunidad y les regalaron teléfonos celulares. Se hizo una campaña para que los usuarios de la red de telefonía indígena se cambiaran de compañía.

El impacto social de la mercadotecnia de Movistar caló fuerte. Al menos entre 450 y 500 personas decidieron dejar de lado la red de telefonía que estaban usando a bajo costo. Aceptaron los planes de servicio de Movistar, luego de escuchar las incisivas explicaciones de las bellas edecanes que hablaban con una sonrisa a flor de labios, a veces timando de la mano a los futuros usuarios.

Movistar sigue avanzando en presencia en Talea de Castro. “Es por culpa de la pinche mentalidad de mucha gente, que piensa que lo que viene de fuera es mejor que lo que tenemos aquí”, explica Keila Mezulemet Ramírez, quien asegura que pese a la presencia de esa empresa telefónica, el proyecto de la telefonía social no se va a terminar, pues cada vez son más las comunidades indígenas que se siguen sumando a la red.

La radio rebelde

Como complemento a las necesidades de comunicación de la comunidad indígena de Talea de Castro, los organizadores de la red telefónica comunitaria también empujar un proyecto a radio. Desde hace años decidieron, sin contar con los permisos de la federación, crear su propia estación de radio.

Así nació “Nuestra Palabra Radio”, una emisión que se transmite todos los días a través del 102.5 de la frecuencia modulada. Desde allí, Israel Hernández, Keila Mezulemet y Mauricio Flores, transmiten todos los días, de 6 de la mañana a 9 de la noche, una serie de programas encaminados a la cultural, el esparcimiento y la educación.

Ellos lo hacen “por amor al arte”, pero principalmente por amor a su comunidad. Dice Keila Mezulemet que vale la pena el esfuerzo. Que su comunidad requiere avanzar en materia de comunicación. Que no es posible vivir en las condiciones de abandono y olvido a las que les quiere destinar el gobierno federal, con su política de voltear a ver a esa comunidad.

Las transmisiones de la radio rebelde de Talea de Castro no son del agrado de todos los que viven en ese lugar. El pensamiento libre con el que se hacen esas transmisiones ha causado la molestia de la iglesia católica. El sacerdote del lugar ha insistido ante su feligresía que escuchar los programas de “Nuestra Palaba Radio” es un pecado.

“Y puede que sea pecado –reconoce Keila Mezulemet, con un dejo de ironía- porque lamentablemente pensar está prohibido aquí. Y lo que nosotros intentamos a través de la radio es hacer que la gente piense. Que se cuestione todo su entorno. Queremos que cambie esta situación de abandono en la que nos quieren tener, no solo en lo material, sino de pensamiento”.

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