En riesgo, la salud de los mexicanos por el consumo de tortilla

Nuestro país presentó sólidas evidencias científicas de las consecuencias del consumo del maíz transgénico y del uso del glifosato en la salud humana y en las semillas nativas ante el panel de controversia del T-MEC debido a las restricciones impuestas en febrero a las importaciones del grano genéticamente modificado proveniente de Estados Unidos

En el documento Medidas Relacionadas con el Maíz Genéticamente Modificado de 200 páginas, donde se citan 66 referencias académicas independientes, presentado por el Gobierno mexicano y ONGS el pasado cinco de marzo, se explican los riesgos potenciales para la salud humana derivados del consumo de maíz transgénico, en particular las variedades Bt resistentes a los insectos.

Van desde afectaciones al tracto intestinal y otros órganos, cambios epigenéticos que pueden transmitirse a la siguiente generación, aumento de la resistencia a los antibióticos y la reducción del contenido nutricional para la población mexicana, que consume diez veces más maíz blanco que lo que se consume en Estados Unidos, principalmente en tortillas y otras formas mínimamente procesadas.

En todas las regiones del país, lo comemos por lo menos en 45 platillos: tamales, sopes, chalupas, huaraches, enchiladas, pozole, salbutes, quesadillas, sopa de milpa, pinole, etcétera.

Dada la importancia fundamental del maíz como alimento básico cotidiano en México, la población en México está altamente expuesta y vulnerable a estos riesgos debido a la cantidad de grano de maíz que se consume directamente de manera cotidiana en forma de tortilla y otros alimentos elaborados con harina y masa nixtamalizada”, argumenta la contraparte mexicana.

Subrayan que Estados Unidos ha intentado trivializar y descartar el cúmulo de evidencias científicas, sin embargo, “la evaluación de México indica que los riesgos son reales y de particular preocupación para la salud humana en México”, de acuerdo con el investigador Timothy Wise en un análisis a la respuesta de nuestro país en la disputa del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ante las restricciones al maíz transgénico, publicado en la página del Institute of Agriculture & Trade Policy (Instituto de Agricultura y Política Comercial), con sede en Minneapolis, Minnesota.

Destaca que el Gobierno estadounidense “ha justificado repetidamente su impugnación de las políticas en virtud del acuerdo comercial de los países con la afirmación de que estas políticas no se basan en la ciencia”.

El secretario de Agricultura de Estados Unidos, Tom Vilsack, dijo el pasado agosto, cuando presentó la disputa en el T-MEC:

El enfoque de México hacia la biotecnología no se basa en la ciencia y va en contra de décadas de pruebas que demuestran su seguridad y el riguroso sistema de revisión regulatoria basado en la ciencia que garantiza que no plantea ningún daño a la salud humana y al medio ambiente”.

Canadá apoya la queja de Estados Unidos, que tiene hasta el 26 de marzo para rebatir las alegaciones de México.

Provoca cáncer, la exposición directa al glifosato

En 16 páginas con 74 referencias académicas, México demuestra los elevados riesgos para los mexicanos el consumo de residuos del herbicida glifosato en el maíz transgénico.

Se ha documentado que “ya están presentes en las tortillas mexicanas (en supermercados: cereales ultraprocesados como los corn flakes, frituras, maicena y alimentos para bebés) a pesar de que es ilegal cultivar maíz transgénico en México, y el país produce casi todo su propio maíz blanco y nativo para tortillas. Esa evidencia de trazas de glifosato, presumiblemente procedente de maíz transgénico importado, es una de las principales razones de las restricciones al maíz transgénico”, expone Timothy Wise.


Pablo E. Piovano. Multipremiado fotógrafo argentino.
El coste humano de los agrotóxicos

Las investigaciones siguen arrojando evidencias de que la exposición directa al glifosato provoca cáncer, como ha constatado un jurado tras otro en los casos de daños y perjuicios –demandas millonarias- contra Monsanto y su propietaria Bayer. La Organización Mundial de la Salud (OMS) menciona al herbicida como probable responsable del cáncer en las personas.

En su informe 2022, la farmacéutica Bayer reportó a sus inversionistas ventas totales por 50 mil 739 millones de euros, de los cuales, 25 mil 169 millones de euros (49.6 por ciento ) fueron por la venta de semillas y herbicidas.

Paralelamente, declaró que enfrentaba cerca de 154 mil demandas por daños a la salud derivados de la exposición de miles de personas al glifosato que está presente en sus herbicidas. Al igual que con otro activo llamado PCB, por el que ha pagado millones de dólares en daños y juicios.

“México considera que la ingestión de glifosato residual y otros contaminantes presentes a través del consumo directo de grano de maíz transgénico representa un grave riesgo para la seguridad alimentaria en México”, sostiene la contraparte mexicana.

“Los niveles mucho más altos de consumo de maíz en México multiplican el riesgo y hacen que las normas estadounidenses y la mayoría de las normas internacionales sobre niveles aceptables de residuos sean discutibles, lo que justifica el enfoque de precaución de México”, analiza Wise.

Los mexicanos somos los mayores consumidores de maíz, especialmente, a través de la tortilla. Tenemos el derecho a prohibir el uso de maiz transgénico en la elaboración de las tortillas ya que no solo se trata de la presencia del maíz transgénico, sino también de mayores concentraciones de residuos de glifosato. Además, de que nuestro país es centro de origen y diversidad de maíz, base de nuestra cultura culinaria que ha sido declarada patrimonio de la humanidad. Tenemos derecho a proteger este bien alimentario y cultural”, declaró Alejandro Calvillo, de El Poder del Consumidor.

Argumentos de EU, obsoletos, sin rigor científico y con conflictos de interés

La postura de Estados Unidos desde que comenzó el panel de controversia el 18 de octubre de 2023 es que es seguro el consumo de maíz transgénico y que su sistema de revisión regulatoria es rigurosa, pero, pero, pero… muchas de sus fuentes citadas33-no son académicas o revisadas por expertos.

“Otras están obsoletas y muestran investigaciones peligrosamente desfasadas para una tecnología tan relativamente reciente sobre la que surgen continuamente nuevos conocimientos científicos. (16 de los estudios citados por Estados Unidos tienen más de diez años)”, analiza Wise.

Algunas investigaciones son citadas selectivamente, como la de la Academia Nacional de Ciencias (NAS por sus siglas en ingles), que en una encuesta de 2016 confirmó la seguridad de los transgénicos. De hecho, las pruebas de seguridad de la NAS provienen de comparaciones del consumo de Estados Unidos (con transgénicos) y Reino Unido (sin transgénicos), pero ninguna con un perfil como el de México.

Hasta investigadores de la Academia Americana de Pediatría señalaron que “no había estudios epidemiológicos publicados a largo plazo que evaluaran directamente el impacto potencial sobre la salud de los alimentos modificados genéticamente y la exposición a herbicidas asociada, por lo que las conclusiones sobre la salud se hicieron en gran medida en ausencia de datos disponibles”.

Muchos de los estudios citados muestran conflictos de interés –argumenta la contraparte mexicana- lo que indica financiamiento por parte de empresas biotecnológicas o investigadores asociados con intereses biotecnológicos.

Aunado a que las normas reguladoras estadounidenses son débiles. No exigen estudios con animales ni otras evaluaciones de seguridad antes de aprobar una nueva variedad modificada genéticamente como en ensayos de alimentación a largo plazo.

Los “más de cuatro mil estudios” referidos por Estados Unidos para demostrar la inocuidad de los transgénicos están plagados de estos errores. Son pruebas realizadas por las propias empresas cuando solicitan la aprobación de los organismos reguladores estadounidenses para comercializar nuevas variedades transgénicas. Advierte Wise.

Greenpeace

El subsecretario de Agricultura, Víctor Suárez, declaró a la agencia Reuters:

“Hasta el día de hoy no hemos visto ningún estudio científico que ha presentado Estados Unidos y las empresas sobre la inocuidad del consumo continuado a lo largo de años. Por lo tanto, no hay bases científicas para que Estados Unidos y las empresas afirmen que su maíz es inocuo”.

Peligran las variedades de maíz nativo

La parte mexicana también presentó numerosas pruebas de los riesgos para las más de 55 variedades de maíz nativo la polinización cruzada con maíz transgénico, incluido un estudio exhaustivo realizado por la propia Comisión Ambiental del entonces Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Las variedades de maíz nativo de México son un recurso natural único y en peligro de extinción, valioso no solo para México, sino para el mundo para el futuro fitomejoramiento.

Citó 13 leyes nacionales distintas y tratados internacionales que le obligan a proteger el maíz nativo.

Esa obligación incluye una excepción especial en el actual tratado comercial que permite a los países tomar medidas que garanticen los derechos culturales e indígenas, de los que el maíz nativo se considera parte integrante.

Si ganamos, pondremos en entredicho todo un modelo de producción. Sería un gran logro, establecer un estándar internacional. Si nuestro maíz es derrotado en su centro de origen, veríamos lo mismo en otros centros de origen para otros cultivos. Las empresas biotecnológicas se envalentonarían”, dijo Monserrat Téllez, de la Organización Semillas de Vida.

¿Y el impacto económico?

La restricción mexicana al uso de maíz transgénico en las tortillas afecta a una ínfima parte de las exportaciones de maíz amarillo estadounidense a México -quizá el uno por ciento-, ya que alrededor del 97 por ciento se destina a alimentar el ganado y a usos industriales.

México es en gran medida autosuficiente en maíz blanco y nativo para tortillas, de acuerdo con el Decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 23 de febrero de 2024 que prohíbe el uso de maíz genéticamente modificado para la masa y la tortilla. “Lo anterior, no representa afectación alguna al comercio ni a las importaciones, entre otras razones, porque México es de sobra autosuficiente en la producción de maíz blanco libre de transgénicos“.

“De lo que se trata es de consolidar tal soberanía y seguridad alimentaria en un insumo central en la cultura de las y los mexicanos. En cuanto al uso de maíz genéticamente modificado para el forraje y la industria, se elimina la fecha límite para prohibir su uso, quedando sujeto a que exista suficiencia en el abasto”.

México compró por primera vez maíz transgénico a Estados Unidos en 1994 durante el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que ordenó el acceso libre de aranceles al grano proveniente del vecino país del norte a bajo precio. Sin embargo, México no está legalmente obligado a comprárselo. En 2023, México importó de Estados Unidos 15.3 millones de toneladas del grano.

A los agricultores estadounidenses afectados no se les impide exportar a México; pueden obtener precios superiores si cambian al maíz blanco no modificado genéticamente. Las restricciones se aplican a todo el maíz transgénico de cualquier procedencia, incluso del interior de México, por lo que no discriminan en modo alguno a Estados Unidos. Las medidas no implican restricciones comerciales de ningún tipo, solo una restricción del uso de maíz transgénico en las tortillas.