La conveniente mentira de la DEA, El Mayo pactó su entrega

Nadie en México, con dos dedos de frente, cree la versión que salió a decir el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar: que El Mayo Zambada fue Secuestrado por el hijo menor de El Chapo, que El mayo iba a una cita a ciegas, para resolver un asunto político local; que El Mayo Zambada solo iba acompañado con dos de sus escoltas, que no se sabe quién puso la avioneta, que no se conoce quién era el piloto, que la avioneta entró a Estados Unidos sin un plan de vuelo

La opacidad con que se ha manejado la entrega a la autoridad norteamericana del narcotraficante Ismael Zambada García, podría traer implicaciones de consideración para el gobierno de Estados en la desgastada relación diplomática que mantiene con el gobierno de México.

Si el gobierno norteamericano no es más preciso y no explica con claridad cuál fue el grado de intervención de las agencias norteamericanas en el proceso de entrega y captura del cofundador del Cartel de Sinaloa, el gobierno mexicano estará en la posibilidad –con toda la autoridad moral- para salir a decir que desde el gobierno estadunidense se tienen relaciones con los principales narcotraficantes mexicanos.

Nadie en México, con dos dedos de frente, cree la versión que salió a decir el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar: que El Mayo Zambada fue Secuestrado por el hijo menor de El Chapo, que El mayo iba a una cita a ciegas, para resolver un asunto político local; que El Mayo Zambada solo iba acompañado con dos de sus escoltas, que no se sabe quién puso la avioneta, que no se conoce quién era el piloto, que la avioneta entró a Estados Unidos sin un plan de vuelo…

¿Cuál dedo quiere el gobierno norteamericano que nos chupemos? Es evidente, porque esa es la versión que se conoce desde adentro del Cartel de Sinaloa, que Ismael Zambada García desde hace por lo menos tres años ha estado en negociaciones con la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA), para acordar su retiro al frente del Cártel de Sinaloa.

La idea de una entrega pactada

La idea de El Mayo Zambada -de retirarse de la jefatura del cártel que fundó junto con El Chapo Guzmán- se comenzó a fermentar desde el 17 de enero del 2017, el día en que Joaquín Guzmán Loera fue extraditado desde una prisión federal en Ciudad Juárez, Chihuahua, para ser juzgado en Estado Unidos.

El Mayo Zambada sabía que El Chapo, su compadre, nunca más volvería a estar de regreso en el negocio de las drogas. No se necesitaba ser visionario para entender el preludio de muerte y sangre al que se enfrentaba el Cártel de Sinaloa: con los hijos de El Chapo Guzmán, ambiciosos y violentos, reclamando la dirigencia del cartel, se venía un baño de sangre.

Desde ese momento El Mayo Zambada comenzó tender comunicaciones con el gobierno de Estados Unidos, con la DEA, con los mismos agentes que en un tiempo reclutaron a Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, el hijo mayor de El mayo que terminó entregándose al gobierno norteamericano solo para exponer las entrañas del Cartel de Sinaloa, a cambio de morir en prisión.

Dos acontecimientos catalizaron la idea de El Mayo Zambada para entregarse al gobierno norteamericano: la captura de Genaro García Luna, el ex secretario de Seguridad Pública (SSP) en el sexenio del presidente Felipe Calderón, y el arresto del General Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional (SEDENA) en el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Las capturas de Genaro García Luna y del General Salvador Cienfuegos por parte del gobierno norteamericano motivaron a acelerar las negociaciones de entrega de El Mayo, de cualquier forma el nombre de Ismael Zambada García habría de salir a relucir en los deposos de cualquiera o de los dos narcotraficantes.

Razones para pactar un acuerdo

Para el gobierno norteamericano resultó más confiable una negociación directa con El mayo Zambada para su entrega. Hubo dos razones de peso para decantarse por la negociación secreta, extraoficial, fuera de los acuerdos de colaboración entre México y Estados Unidos:

En primera, las relaciones de colaboración -de combate al narcotráfico- quedaron suspendidas desde que llegó a su cargo el presidente Andrés Manuel López Obrador. Él, por haber recibido dinero de los carteles para financiar sus tres campañas presidenciales, ya les despertaba dudas. Su política de Abrazos y no Balazos, terminó por definir su ubicación en el espectro de gobierno de Estados Unidos.

La otra razón por la que el gobierno de Estados Unidos optó por la negociación directa con El Mayo Zambada fue para evitar el trámite engorroso de la orden de captura con fines de extradición, para posteriormente llevar un proceso legal, en juzgados corruptos del Poder Judicial Federal, lo que formalmente podrían hacer que el proceso de extradición tardar décadas.

Por eso lo más fácil fue el pacto directo. Se acordó la entrega. El Mayo Zambada aceptó los términos: pero el Mayo, con un alto sentido de la dignidad –porque es de los narcos de la vieja escuela que tienen en alta estima la honorabilidad- pedido que ante los ojos del mundo no se le reconozca como un testigo o un soplón. Por eso el circo.

Qué importa que la operación de extracción la haya organizado la DEA, que la avioneta haya salido de Culiacán, que el piloto haya sido un agente de la DEA, que junto con El Mayo y Joaquín Guzmán López hayan volado otros dos agentes de la DEA, que la aeronave de la DEA -con matrícula falsa-haya esquivado los radares del gobierno mexicano, que la avioneta haya cruzado el espacio aéreo sobre El Paso, Texas, con pleno conocimiento del gobierno norteamericano

Para cumplir con las garantías exigidas por El Mayo Zambada, para que la historia no lo guarde como un traidor o un soplón que terminó por sepultar al Cártel de Sinaloa, por eso la DEA se ha valido de todo, utilizando todos los recursos necesarios, para mentirle a todos, a mexicanos y norteamericanos.

Por ese ha dicho que en esa operación no hubo recursos del gobierno de Estados Unidos, que tampoco fue una acción del gobierno de México, que todo se trató de un evento, de una decisión interna de un grupo de narcos, que convirtieron a la DEA solo en un objeto vil de sus deseos.

La idea que quiere implantar la DEA en el imaginario de los mexicanos y norteamericanos que siguen este caso, es muy peligrosa: es una situación en donde un grupo de narcotraficantes son los que deciden en qué momento se entregan, cómo se entregan, dónde se entregan y con quién se entregan, haciendo con ello un secuestro también de la justicia.

De cualquier forma la DEA está obligada a seguir con ese juego. No puede –y no debe- reconocer que se llevó a cabo una operación furtiva de intrusión en suelo mexicano para extraer a dos narcotraficantes que habían pactado un acuerdo de rendición. Reconocer eso es como pretender el suicidio político.

Muchos en el Congreso federal de Estados Unidos estarán deseoso de pasar a cuentas a funcionarios de la DEA y del Departamento de Justicia, para saber por qué aprobaron esta operación. El caso puede llegar hasta las más altas esferas de la política nacional. Por eso la conveniente mentira de que fueron los narcotraficantes los que con sus propios recursos fueron a entregar sus vidas y libertades a la autoridad norteamericana.