Migración del sur, toca crisis en suelo mexicano

Pese al compromiso del presidente Joe Biden, de una colaboración conjunta para invertir en el combate a las causas de la migración, aun no se nota la decisión firme del gobierno norteamericano. El gobierno de Estados Unidos solo ha invertido, en el último año, un estimado de 40 millones de dólares para invertirse en planes y programas de desarrollo regional

Más allá del discurso oficial y de los acuerdos establecidos con Estados Unidos en el plano diplomático, en México se vive una crisis por la desbordada migración del sur. Esa es una realidad que no se puede negar. Al día hoy son más de un millón 360 mil hermano migrantes los que solo en un año han ingresado al país por la frontera con Guatemala.

Los esfuerzos del gobierno de la Cuarta Transformación, para atender puntualmente las causas de la migración, a través de inversiones a programas de desarrollo social en los países en donde se está generando el flujo migrante, no están teniendo el respaldo del gobierno de Estados Unidos.

Pese al compromiso del presidente Joe Biden, de una colaboración conjunta para invertir en el combate a las causas de la migración, aun no se nota la decisión firme del gobierno norteamericano. El gobierno de Estados Unidos solo ha invertido, en el último año, un estimado de 40 millones de dólares para invertirse en planes y programas de desarrollo regional.

Esa inversión es nada frente a las carencias de las principales regiones que aportan mayor cantidad de migrantes, incluso, esa inversión es nada frente al costo que le significa al gobierno norteamericano tener que atender el problema de los hermanos migrantes del sur en suelo norteamericano.

Frente a la escasa inversión del gobierno norteamericano, para solucionar un problema que literalmente solo es de él, destacan los fondos que el gobierno mexicano del presidente Andrés Manuel López Obrador ha invertido para tratar de motivar al arraigo regional. En los últimos 12 meses, el gobierno de México ha aplicado más de 100 millones de dólares, para tratar de frenar el flujo migrante.

Dicha inversión ya se viene aplicando en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Venezuela, los países que mayor cantidad de personas están mandando a la migración a causa del incremento en las condiciones de pobreza y violencia.

En esos países los fondos aportados por el gobierno mexicano se están aplicando en programas similares los que ejecuta en México el gobierno de la Cuarta Transformación con la intención de disminuir los índices de marginación: Becas del Bienestar, Sembrando Vidas y Jóvenes Construyendo el futuro.

Sin freno la ruta migrante

Sin embargo, pese a las gigantes acciones que el gobierno de México realiza para ayudar a frenar el flujo migrante, este se nota desbordado. Estados como Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Tamaulipas, Querétaro, Jalisco, Sonora y Baja California -que forman parte de la ruta migrante desde el sur hacia Estados Unidos- han vistos en aumento sustancial, en los últimos 12 meses, el número de la población migrante.

La presencia de la población migrante, que ya rebasó la capacidad del Instituto Nacional de Migración (INM), ahora está metiendo en problemas a los gobiernos municipales y estatales del trayecto, los que –de por si siempre limitados en recursos- no cuentan con ninguna capacidad para atender a la población flotante.

En todo el trayecto, desde Tapachula a Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo, Piedras Negras, Ciudad Acuña, Ciudad Juárez, Agua Prieta, Nogales, Tijuana o Mexicali, no existe un solo municipio que cuente con un programa eficiente de atención básica, tanto alimentaria como de salud y refugio para los migrantes.

Por eso la población migrante, principalmente la proveniente de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Cuba, Haití y Bolivia, incluso de algunos países de la región norte de África, como Senegal, Gambia, Nigeria y Sudan, o de la zona de Medio Oriente, como Afganistán, Pakistán, Iran e Irak, han tomado literalmente las calles y las plazas públicas.

Crisis en las ciudades de paso

Con la desbordada migración que se registra en por lo menos medio centenar de ciudades de todo el territorio mexicano, lo último que debe preocupar es el deambular cotidiano de cientos de miles de migrantes, lo más preocupante es la exposición de estas personas a los diversos grupos que practican actos ilegales cotidianos.

El delito en que mayormente se ven envueltos como victimas los migrantes que intentan el viaje hacia Estados Unidos, es el de trata de personas; hay otros de los que oficialmente no existen cifras oficiales, como es la desaparición forzada, la extorsión, el tráfico de personas con fines de explotación sexual y trasiego de narcóticos.

Si hay algo que se ha modificado desde que comenzó el flujo migrante de los hermanos del sur hacia el norte, es su percepción de México. Hace seis años, cuando inició el éxodo la meta era inobjetable: cruzar la frontera con Estados Unidos para asentarse en cualquier ciudad de aquel país.

Hoy la situación es distinta, se estima que por lo menos 3 de cada diez hermanos migrantes que llegan a México desde el sur, lo hacen con la intensión de asentarse y comenzar una nueva vida en nuestro país. Son los migrantes de Guatemala, El Salvador, Venezuela y Haití, los que más se saben dentro de la dinámica de asentarse en suelo mexicano para echar raíces.

El Top Ten de las ciudades mexicanas con mayor cantidad de migrantes del sur que en definitiva se han asentado para integrase y contribuir a la cultura mexicana, son Tapachula, Chiapas; Juchitán y Oaxaca, Oaxaca; Tehuacán, Puebla; Ciudad de México; León, Irapuato y Celaya, Guanajuato; Tijuana, Baja California, y Nogales, Sonora.