Niñas, niños y adolescentes, víctimas colaterales de la política de expulsión de Estados Unidos
No existe un acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos para garantizar la protección de los menores al momento en que son detenidos en los albergues llamados “hieleras”, donde se exponen a bajas temperaturas, mala alimentación, hacinamiento y maltrato psicológico, antes de ser enviados de regreso a territorio mexicano
Los oficiales del servicio de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos mantienen su insensibilidad con los menores de edad en las llamadas “hieleras”, los albergues donde los mantienen, en un proceso de repatriación expedita sin un debido proceso de atención consular con el Gobierno mexicano.
Al colaborar en el Seminario de “Análisis Institucional Adolescentes mexicanos repatriados y la política migratoria fronteriza”, organizado por la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la especialista Gianinna Pesci Padilla compartió que desde la época de la Revolución Mexicana, niñas, niños y jóvenes que se quedaron huérfanos se desplazaron hacia Estados Unidos, por lo que es importante reconocer que siempre han intervenido de este fenómeno, pero permanecieron invisibilizados durante mucho tiempo, y que ese proceso migratorio obedece a una dinámica de expulsión del vecino país del norte.
Por lo que es urgente plantear protocolos internacionales y programas de atención para la protección de los menores migrantes, aunado a que en los últimos años se han dado coyunturas específicas que han agravado su situación al cruzar hacia el país vecino y se han convertido en víctimas colaterales de proyectos migratorios familiares.
Entre ellas están la pandemia por COVID-19, la securitización y militarización de las fronteras y el involucramiento de la mafia en los procesos de coyotaje, lo que ha empeorado las condiciones de las niñas, niños y adolescentes en situación migratoria irregular desde su tránsito por México.
La especialista de Estudios de Migración por el Colegio de la Frontera Norte indicó que entre las vulnerabilidades y riesgos que los menores deben enfrentar están las irregularidades en los procesos de repatriación y la estancia en albergues, los cuales tienen un cupo limitado y no cuentan con condiciones dignas para su habitación.
En sus estancias también se enfrentan a las bajas temperaturas de los centros de detención, protegidos sólo con mantas isotérmicas, con un acceso a insumos y alimentos de baja calidad y poco aporte nutricional, lo que vulnera el interés superior de los menores.
Además, existe una experiencia diferenciada, dependiendo el punto del cruce, desde el momento en el que salen, la ruta que transitan y los riesgos que afrontan, entre los que destacan el abandono por parte de los polleros, la falta de recursos básicos, como el agua y en algunos casos la muerte por asfixia.
En 2020, México se colocó como el país de América Latina con el mayor número de emigrantes internacionales, con 11.2 millones, seguidos por Venezuela y Colombia, con cinco y tres millones, respectivamente.
Estas migraciones traen problemas a los países de origen y a los receptores, ya que implican retos para los gobiernos locales que deberán enfrentar a largo y corto plazo, entre estos: aumento de la ruptura de tejidos sociales, delincuencia, afectaciones en la calidad de vida, retos para el suministro de alimentos, servicios básicos, justicia y empleo.