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En los últimos días, se destapó una de las verdades que impera en México: el dinero es el dios al que se le reza en esta, tierra de dioses. Y cuando se está dispuesto a sacrificarlo todo en pos de obtener aquella “bendición”, tal parece que hasta un padre… O, mejor dicho, una patria, cual vil Herodes, manda a desaparecer a miles de hijos inocentes con tal de seguir siendo el único “bendecido”. 

El 15 de marzo del presente año, a lo largo de varios estados de la república, se hizo un acto de luto y vigilia en honor a las miles de personas a quienes les fueron despojadas sus vidas. Muchas de ellas, posiblemente, con la mentira de, irónicamente, una mejor vida. 

¿Qué vida es aquella que en la esperanza encuentra su final? Pareciera un desagradable chiste que, ante la evidencia de que, claramente, en esta casa hay un desorden. Mamá, papá o el encargado, arroje una alfombra, con tal violencia, ante los ojos estupefactos de los inocentes testigos; y que, sencillamente, se burle de los “delirios” de los chiquillos, sólo queriendo llamar la atención. 

Pues he ahí una verdadera dificultad, ya que, efectivamente, es un llamado de atención y, más que de atención, de auxilio. Es el grito desesperado de alguien que es asesinado cuando, fervientemente, desea vivir hasta la muerte. Puesto que, si observamos al hijo, hemos de cuestionar a la patria los métodos que usó en la crianza. Ya que, cómo haría ver Mauricio Knobel1, el hijo se ve influido por el ambiente en el que se desarrolla, el mundo en el que crece, la gente de la que se rodea. 

Esto último aplica, por supuesto, a familiares, cercanos y lejanos; amigos, vecinos, conocidos, etcétera. Prácticamente con quienes hemos llegado a mantener relaciones significativas, aún y a veces siendo éstas incidentales. Es decir, podemos voltear a ver al vecino del norte: Tan dispuestos a embargarles hasta la vida a sus hijos, con tal de tener hasta el último centavo de sus bolsillos. 

Ejemplos como Narcan, quienes de la mano con la patria; han adormecido los sueños y deseos de aquellos primos nuestros y los han orillado al deseo de volver a soñar. ¡Oh, mordaz ironía. Dichosa tú quien, ante la amargura, ríe dulcemente! 

Nosotros como hermanos lo tenemos ya visto. Tamaulipas, tan sólo 5 días antes de la vigilia por Jalisco, sufrió de una agresión similar, al ser descubiertas, como rutinariamente sucede, sus marcas de violencia. El boletín de prensa estatal niega los hechos, hace ojos ciegos… Nos enseña a no ver, a no decir, a no sentir. 

Y ¿Cómo reacciona (reaccionamos) la mayoría? Con silencio, volteando la mirada, ignorando las vidas arrebatadas. Hablando y señalando lo equivocado como responsable de lo propio. Ya que la culpa siempre es de ellos, que sólo repiten lo que les enseñaron y, a tal caso: ¿Quién les enseñó aquellos métodos y medios tan violentos? Quién, si no; la patria. 

Es así como, día a día, nos demostramos tan efectivamente los métodos de crianza que hemos aprehendido y tan disciplinadamente repetimos a la menor provocación posible. Dirigiéndola a los inocentes que despertaron la reacción para quienes va realmente dirigida: Los responsables sentados en las oficinas, puestos y vehículos en los cuales ostentan la placa de autoridad… Autoridad para violentar la ley, aparentemente. 

Otras Referencias

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