Por suerte,

Existes.

Y te llevó en el pecho,

Y en la cabeza, y en las manos,

Y en el bolsillo,

Y en todas las horas del día…

Y te veo en el café,

En el inicio y al final del libro,

En la calle y en el semáforo,

Y en las hojas del calendario.

Y detienes el tiempo,

Las estaciones,

La mala jornada,

Los trenes y la media noche.

Y la noche es un canto,

Que se anida en tus ojos

Y en tu silencio,

Y en la tierra mojada.

Y eres, luz, polvo y canción,

Y soneto fresco del día

Poblado de luz.

Y te vuelves tonada, balada,

Con la que ando contento

Silbando por el camino.

J. Jesús Lemus