Aun con el aumento histórico al salario mínimo, la inflación persigue el precio de la canasta básica

La canasta básica y su comparación con el salario mínimo permite vislumbrar un panorama general que remarca las desigualdades económicas y la imposibilidad de satisfacer las mínimas necesidades de un individuo y su familia, sin contar los gastos por vivienda, educación, servicios, médicos, cultura y deportes.

Ciudad de México.- El ruido del mercado llena los oídos y por los ojos se meten los brillantes colores de la fruta, algunas piñatas decorativas y los olores del cilantro, epazote y perejil. La gente, mayoritariamente amas de casa, con sus bolsas de mandado y carritos de metal ruidosos, desfila entre los puestos buscando el cartel de letras rojas que contenga la cifra más baja, pues, aunque en los noticiarios se escucha constantemente el triunfalismo del Gobierno federal de haber subido el salario mínimo a su máximo histórico, la realidad es que no alcanza ni siquiera para la canasta básica.

Caminando por la sección de carnes del mercado público “Santo Domingo, Las Rosas”, se puede observar una fila de gente frente a la carnicería, el olor justifica la formación, el chicharrón truena remojado en el aceite, mientras el carnicero lo manipula con un par de pinzas y extrema habilidad, evitando las gotas hirvientes que escupe el cazo.

Un hombre joven de unos treinta años espera y observa la escena, es un padre de familia más que tiene que lidiar con el alza en los precios, no solo del kilo del la carne y el pollo, sino también con los impuestos, la energía eléctrica, el Internet y la manutención de sus hijos más allá de lo alimentario.

Al acercarme y platicar con él, se muestra decepcionado, el salario mínimo le parece insuficiente para cubrir las necesidades de su familia. La incertidumbre por el incremento y las fluctuaciones de los precios de los alimentos es otro detalle que no le permite comprar la despensa con tranquilidad.

De acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), el salario mínimo es de siete mil 468 pesos. ¿Esa cantidad alcanza realmente para alimentarse bien y mejorar la calidad de vida de los mexicanos?    

          

“El salario mínimo deberá ser suficiente para satisfacer las necesidades normales de una o un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de las y los hijos.”

Ley Federal del Trabajo

Lo difícil es ser jefe de familia con ese salario

Mientras almuerza, una marchanta del mercado platica conmigo, es joven, sonríe y se nota motivada a pesar de que las ventas han disminuido y se debe al incremento de los precios de la canasta básica, al igual que aquellos alimentos insignia de la gastronomía mexicana: la cebolla, el jitomate, el chile de árbol.

Otra marchanta se une a nuestra conversación y al saber que la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) considera que con mil pesos alcanza para llevar un kilo de carne de res, cerdo, pollo; y cuatro kilos de tortillas a la mesa de una familia de cuatro personas, furiosa contradice a la entidad que protege los derechos e intereses del consumidor: “Tan solo la carne de res está en 200 pesos”. Esos productos son solo algunos de los 24 alimentos que considera la dependencia la canasta básica de los mexicanos.


Hablando de la cantidad total del salario mínimo, ambas mujeres coincidieron en que es prácticamente imposible cubrir las necesidades de una familia ni siquiera invirtiendo los siete mil 468 pesos.

“El dinero se estira, pero definitivamente no alcanza.”

Es un consuelo para la vendedora no tener hijos que dependan de ella, comenta mientras se despide y su sonrisa se ve un poco menos alegre que unos minutos atrás. Sus clientes cada día parecieran llevarse menos productos, subrayó.

“He visto que muchas cosas están al doble que la semana pasada, no alcanza para nada, jitomate y tomate están carísimos. El huevo, hoy está a un precio, mañana a otro. Hoy puede estar a cincuenta pesos, mañana a setenta”.

El precio del huevo para 2021 se registró entre los 36 y 40 pesos. Para el 12 de mayo de 2024, la Secretaría de Desarrollo Económico (SEDECO) registró el precio mínimo en 35 pesos y el máximo en 55 pesos.

No importa en qué mercado de abasto se surta el consumidor

Un adulto mayor en compañía de su nieto disfrutaba de un helado para mitigar el calor que provoca la cúpula que tienen muchos mercados como techo. Se lamentaba de tener que escoger entre algunos productos para llevar y descartar otros, una frustración que cada semana lo aqueja.

“Comprar en el mercado de la colonia, en un sobreruedas o en la Central de Abastos ya casi es igual. Encuentras precios iguales, a no ser que compres por mayoreo, ahí sí hay un beneficio, ahí sí ahorras”.

 Lo que sí aprovecha es el precio del pescado, pues en la mayoría de lugares cuenta con un precio inaccesible para el público general. Es así que ha visto su consumo limitado a una vez a la quincena, cuando se surte en la Central de Abastos de Iztapalapa.

“Sin Ingreso Suficiente”

La organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza registra de esta forma a aquellas personas que trabajan y no perciben el ingreso suficiente ni siquiera para adquirir la canasta básica para una familia de dos personas, es decir, para quien trabaja en ese núcleo y alguien más. Indica también que el umbral de ingreso suficiente equivalente a dos canastas básicas es la primera meta para el salario mínimo.

Las cifras compartidas por la iniciativa muestran que el 70  por ciento de los trabajadores mexicanos se encuentra en esta categoría, lo que los aleja de una óptima calidad de vida. Sumado a esto existen muchos otros factores de desigualdad económica que no permiten a los mexicanos alcanzar el umbral de “Ingresos Suficientes”, tales como el desempleo, la brecha de género, la falta de prestaciones y contratos estables, así como jornadas de trabajo excesivas.

La canasta básica y su comparación con el salario mínimo permite vislumbrar un panorama general que remarca las desigualdades económicas y la imposibilidad de satisfacer las mínimas necesidades de un individuo y su familia, sin contar los gastos por vivienda, educación, servicios, médicos, cultura y deportes.

La situación se vuelve desoladora cuando se observa el refrigerador más vacío que la semana anterior de los hogares mexicanos.