Manuel Buendía no era el periodista probo y valiente; era un corrupto, chantajista y extorsionador: DFS
Tras el asesinato de Manuel Buendía, queda para la reflexión este apunte que se guardó en el expediente desde 1984 como si se tratara de una cápsula del tiempo, y que no ha perdido vigencia al día de hoy: “el asesinato de Manuel Buendía movió a toda la izquierda periodística en clamorosa gritería que durante una semana o más aturdió a la nación”
Ciudad de México.- El periodista Manuel Buendía Téllez Girón es reconocido por un gran sector del gremio informativo, sobre todo entre los reporteros más viejos, como uno de los próceres de la comunicación, un icono de la libertad de expresión, un mártir del periodismo mexicano. Buendía es considerado una leyenda. Su asesinato lo han querido pasar como una de las mayores afrentas a la libertad de expresión. Su imagen se ha magnificado y su trayectoria informativa se ha vuelto un mito.
El próximo 30 de mayo se cumplen 40 años del asesinato de este periodista. A la distancia de aquel homicidio ocurrido en 1984 —durante el gobierno del presidente Miguel de la Madrid, cuando el secretario de Gobernación era Manuel Bartlett Díaz—, el Archivo General de la Nación (AGN), severo y generoso como es con la Historia, abre sus expedientes para contarnos quién era Manuel Buendía, visto desde los ojos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), el órgano de inteligencia del Estado mexicano.
El expediente desclasificado de Manuel Buendía, cuya copia obra en poder de Cenzontle400.MX para nada habla del periodista níveo, inmaculado, vertical, honesto, del apóstol del servicio informativo, como muchos de sus corifeos intentan preservarlo en la memoria colectiva. Para el Estado mexicano, Manuel Buendía era “de calidad humana muy flaca”.
‘Solo un extorsionador‘
De acuerdo con lo señalado en el expediente, Manuel Buendía era reconocido por el Gobierno mexicano como un extorsionador. Su forma de hacer periodismo la explica uno de los agentes de la DFS que le dio seguimiento: “Tenía informantes que le proporcionaban el material (información a publicar), él solo la imprimía y la firmaba, después cobraba por partida doble: al informante y a la víctima”.
Frente a la hoy leyenda construida de Manuel Buendía, del que se intenta resaltar su supuesta solidaridad con otros periodistas y su amor por el periodismo, la DFS lo describió puntualmente en su expediente. Lo refiere como una persona “que carecía de escrúpulos. Sus metas fueron: poder y dinero, como fuera y de donde fuera”.
De hecho, en la carpeta de investigación de su asesinato, la DFS establece la corrupción como una de las posibles razones por las que Manuel Buendía fue ejecutado, descartando –como hasta hoy se ha dicho— que fue un blanco de la CIA por la calidad de la información que manejaba en su columna “Red Privada”, tal como lo señalan algunos de los adoradores de la imagen de ese mal ejemplo del periodismo.
‘Solo un chantajista‘
“Manuel Buendía Téllez Girón ejercía el chantaje no sólo contra políticos, sino contra industriales y gente que pudiera comprar su secreto (silencio), su discreción”, señala el expediente desclasificado de la DFS. Mismo expediente en el que se encuentran historias de cómo Manuel Buendía era capaz de negar la realidad cuando había unos pesos de por medio.
Uno de esos casos, de cambiar la realidad a cambio de dinero, que se le atribuyen a Manuel Buendía, es el que surgió a principios de 1983 cuando “la FBI (sic), o alguna entidad policiaca de Estados Unidos, descubrió un contrabando y tráfico de vísceras humanas: ojos, riñones, hígado, páncreas y todo lo susceptible de injertar en otro ser”.
Según la DFS, el incipiente negocio de tráfico de órganos humanos era en sociedad entre un general, —cuyo nombre se encuentra testado— y los directores de los hospitales Sanatorio Durango, Hospital Mocel, Hospital Delinde y Hospital Santa Fe, cuyos nombres se encuentran testados, al igual que el del doctor y coronel que coordinaba las acciones de compraventa de órganos para trasplantes.
Esta información, según refiere el informe de la DFS, llegó a manos de Manuel Buendía, quien a pesar de tener una bomba de información en sus manos, solo se limitó a publicar “una breve nota, sin dar nombres y detalles… el chantaje fue de largometraje. Aún era válida la denuncia y el escándalo. Su silencio tuvo un alto precio”.
Otro chantaje político-económico en el que también estuvo involucrado Manuel Buendía fue el que así refiere el expediente desclasificado: “Al Lic. y Prof. (sic) Guadalupe Cervantes Corona, hoy gobernador de Zacatecas, y entonces delegado del PRI en Guerrero, le tomaron una cinta y grabación cuando practicaba sodomía con uno de sus ayudantes, un güerito que aún es su jefe de ayudantes, de buena estampa, y que pasa por abogado”. Esa información fue fuente económica abundante para Manuel Buendía, quien nunca tocó el caso en sus publicaciones.
‘Ni era veraz, ni era valiente‘
Tras el asesinato de Manuel Buendía, cuando el aparato mexicano se volcó en busca de pistas para tratar de establecer las razones del hecho, un agente de la DFS trascribió este texto, dictado por otro periodista contemporáneo de Buendía, quien dio sus impresiones sobre el tipo de persona que era el periodista asesinado.
Así lo refiere el expediente del AGN: “La investigación policial relacionada con el asesinato de Manuel Buendía ocurrió el anochecer del reciente 30 de mayo en la Zona Rosa, transita por senderos equivocados en términos generales. Investigan el crimen en que perdió la vida ‘un periodista valiente, veraz y honorable’, y por ese camino jamás darán con la pista que los lleve al autor intelectual.
”Buendía no fue honorable, ni veraz, ni valiente. Fue un gánster del periodismo, que hizo de la extorsión, de la injuria y de la calumnia, sus armas estelares para ser adinerado. Carecía de buena calidad humana. Era conflictivo hasta en nimiedades, pues por su maldad innata, hacía daño a todos por el placer de causar daño. ‘Desleal, ingrato, pillo’, es lo que debería escribirse en su lápida”.
“Fue en su tiempo el enemigo público número uno de México —se sigue leyendo en el expediente de Buendía— porque a todos extorsionaba o desacreditaba. Contaba con la fuerza tremenda de la casa ‘Excélsior’. Buendía fue una réplica en corriente, en vulgar de (testado) [se refiere de Regino Díaz Redondo, director de Excélsior], fue más burdo y agresivo en sus métodos de extorsión que sus colegas (dos nombres testados)”.
Según lo refiere su expediente, Manuel Buendía pasó de ser “seminarista intolerante a artillero preferido de la KGB”, a la que supuestamente habría servido desde los caños de Excélsior. Esa metamorfosis le rindió ganancias de gran fama en sus últimos años, pues tuvo un coro de aduladores entre los periódicos y periodistas de filo comunista, y a su muerte lo deificó tan exageradamente que ya hay propuestas para que su nombre se inscriba en la Cámara (de Diputados) con letras de oro. Ya en Arcelia, Guerrero, una calle lleva su nombre”, dice el informe de la DFS de 1984.
Actualmente en las ciudades de Morelia, Chihuahua, Xalapa, Ciudad de México y Guadalajara existen calles que llevan el nombre de Manuel Buendía. También en el municipio de Zitácuaro, Michoacán, y en la Ciudad de México, se han erigido monumentos a la memoria del corrupto comunicador, como si de verdad fuera un mártir del periodismo honesto.
Su asesinato
A Manuel Buendía lo asesinaron al filo de las 18:30 horas del 30 de mayo de 1984. Hasta hoy las causas de su homicidio están indeterminadas. De su asesinato fue culpado como autor intelectual el que fuera director de la DFS, José Antonio Zorrilla Pérez. El asesino material sería Manuel Ávila Moro, también agente de la DFS. Tanto Moro como Zorrilla habrían actuado en este asesinato bajo la instrucción del entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz.
Oficialmente, lo que movió a Zorrilla a planear la muerte de Buendía sería el proceso de extorsión al que era sometido el funcionario por parte del periodista. Pero extraoficialmente, como línea de investigación, se estima que fueron conflictos derivados del narcotráfico entre la víctima y su ejecutor.
A Manuel Buendía lo asesinaron de cuatro balazos por la espalda, en hechos que sucedieron al cruce de las avenidas Insurgente y Reforma en la Ciudad de México. En un inicio se mencionó, como primera línea de investigación, que el asesinato lo habría fraguado el general Juan Arévalo Gardoqui, al parecer molesto por los servicios que prestaba Manuel Buendía a la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Eso solo fue un mitote, lo refiere el expediente desclasificado en el AGN, en donde todo apunta a la deshonestidad de este comunicador beneficiado por la mitificación de sus transas hechas por otros periodistas iguales que él.
Se dijo en 1984… y sigue vigente
Tras el asesinato de Manuel Buendía queda para la reflexión este apunte que se guardó en el expediente desde 1984 como si se tratara de una cápsula de tiempo, y que no ha perdido vigencia al día hoy: “El asesinato de Manuel Buendía movió a toda la izquierda periodística en clamorosa gritería que durante una semana o más aturdió a la nación”.
”Muchos periodistas y periódicos se unieron a la escandalera, y rasgaron sus vestiduras clamando venganza y exigiendo acción al gobierno, no por solidaridad con el caído, sino por instinto de conservación; porque mal que bien, ejercitan el chantaje como medio de hacerse de dinero y fama.
”El medio periodístico está sumamente corrompido, desde los directores y gerentes hasta los ‘office boys’ de las redacciones, Buendía era para esos ‘raqueteros’ algo así como Al Capone, para los gánster de Chicago y Nueva York, su estrella más reluciente.
”Los investigadores del crimen de la Zona Rosa (de Manuel Buendía), en vez de buscar a las víctimas ocultas del chantajista, como autores del desaguisado, andan tras de ‘los cobardes asesinos’ de ‘un periodista inmaculado, valiente y veraz’. Y así, jamás los hallarán. El autor intelectual nunca fue atacado en ‘Red Privada’ [la columna de Buendía], porque cedió a la extorsión y dio el dinero exigido, o porque fue una futura víctima que tal vez prometió pagar su cuota y en vez de ello lo hizo matar sin comprometerse”, consideró el investigador de la DFS.