El asesinato de Samir Flores, una mancha de sangre en la imagen de AMLO y de la 4T

El gobierno de AMLO se ha autorreconocido como un gobierno humanista, pero toda la construcción de ese discurso se cae con el caso de Samir Flores, el activista de Morelos que fue asesinado a solo dos días de la consulta sobre la construcción de una planta generadora de electricidad en el norte de Morelos

Ningún aplaudidor de la 4T, ni con todos los discursos del mundo ―asegurando que la de López fue una administración “humanista”, que respetó la libertad de expresión― puede negar que la mancha de sangre que dejó el asesinato del activista Samir Flores será la marca que en toda la historia distinguirá como signo al régimen de Andrés Manuel López  Obrador.

Samir Flores fue asesinado por un grupo del narcotráfico, el Comando Tlahuica ligado al Cártel de los Hermanos Beltrán Leiva, que operó como brazo ejecutor de los intereses de las empresas españolas Abengoa y Elecnor y de la paraestatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) bajo la directriz de Manuel Bartlett Díaz.

En las carpetas de la Fiscalía de Justicia de Morelos, dicho asesinato ya fue esclarecido, pero no se quiere dar a conocer el resultado de la investigación. Se ha preferido reservar la conclusión de las pesquisas porque estas apuntan a un asesinato que fue ideado desde la cúpula de la Comisión Federal de Electricidad, en concordancia con los directivos de las empresas Abengoa y Elecnor.

Amenazado desde siempre

A Samir le arreciaron las amenazas de muerte hasta que hizo eco de sus protestas a través de la radio comunitaria de su localidad. Hasta antes solo era visto por el gobierno del estado de Morelos como un activista más y “un facineroso, opositor a los proyectos de desarrollo propuestos por la federación”, según lo describió un informe interno de la Secretaría de Gobierno fechado en enero del 2015, en la administración de Graco Ramírez Abreu.

Hasta antes del 2016, fecha en la que Samir Flores arreció sus protestas a través de la estación de radio comunitaria que él mismo fundó, su defensa del agua y el territorio, principalmente las relacionadas a inocuidad de la agricultura, solo la manifestaba a través de marchas y plantones frente a instancias del gobierno local. Con la radio como herramienta de denuncia social, fue cuando Samir comenzó a ser más observado por el gobierno estatal y federal.

Samir Flores fincó su lucha social en la protección de la agricultura y el cuidado del agua para el suministro a los cultivos a baja escala, pero tras el anuncio del gobierno federal para poner en marcha el llamado Proyecto Integral Morelos, consistente en la construcción de un gasoducto y dos plantas termoeléctricas, fue que inició una movilización permanente no solo contra las empresas españolas Abengoa y Elecnor, inversoras del proyecto, sino contra la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Supo despertar conciencias

La movilización de Samir, que despertó la conciencia de todos los habitantes del norte de Morelos y sur de Puebla y Tlaxcala para evitar que se construyera el gasoducto y se pusiera en operación la planta termoeléctrica de Yecapixtla, donde se hizo una inversión de 25 millones de pesos, fue lo que le colocó en la mira de sus asesinos, pues desde su estación de radio, Amiltzinko 100.7 FM, comenzó a organizar a todas las poblaciones de la zona, para levantar un cerco de resistencia contra el proyecto.

La lucha de Samir Flores, la arreció desde la radio contra el Proyecto Integral Morelos y no fue solo “un capricho”, como lo calificó en alguna ocasión el entonces gobernador de Morelos, Graco Ramírez. Tenía fundamentos: desde su espacio público denunció que el Proyecto Integral Morelos significaba el arrebato de más de 172 kilómetros de suelo ―por el paso del gasoducto― en 39 comunidades rurales de nueve municipios de Tlaxcala, 10 de Puebla y cinco de Morelos.

Pero, además, representa el arrebato de 157 veces el agua que pudiera caber dentro del Estadio Azteca, en un año, lo que dejaría sin abasto de líquido para la zona agrícola de los municipios de Jantetelco, Temoac, Jonacatepec, Cuautla y Yecapixtla.

La sola presencia de Samir en reuniones de resistencia vecinal las convertía en verdaderos mítines políticos, pero es de señalar que su presencia mediática, a través de la radio, lo hizo potencializar exponencialmente su movimiento, convirtiéndose en un verdadero líder ubicuo, que al mismo tiempo dialogaba y organizaba las protestas, a través de su programación, con vecinos de Tlaxcala, Puebla y Morelos, lo que lo convirtió en un hombre potencialmente “peligroso” a los intereses económicos de la CFE, las empresas inversoras y para los propios gobiernos federal y estatal de Morelos, empecinados en el proyecto.

Un hombre de alta peligrosidad

El mayor grado de “peligrosidad” Samir Flores lo alcanzó cuando comenzó a manifestar su rechazo a la consulta popular que pretendía ―y luego lanzó con resultados poco confiables― el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ofreció someter a la opinión de la gente la viabilidad de continuar o no con el Proyecto Integral Morelos. Samir comenzó a organizar a su pueblo para rechazar la consulta, y en caso de que se llevará a cabo ―como finalmente ocurrió― manifestar un rotundo no al proyecto.

El resultado de la consulta, donde increíblemente ganó el “sí” al proyecto, ya no lo pudo conocer Samir Flores Soberanes; a él lo asesinaros dos días antes que se llevara a cabo la dichosa votación. Ya no pudo conocer las cifras oficiales que orgulloso cantó el propio Presidente de la República desde su púlpito mañanero, desde donde anunció que el 59.5 por ciento de los que votaron se dijeron a favor de la puesta en operación de la obra, mientras que el 40.1 por ciento se dijo en contra. 

Según las cifras presidenciales, en la consulta participaron un total de 55 mil 715 personas, de las que 7 mil 558 son del estado de Puebla, 43 mil 176 votantes lo hicieron en el estado de Morelos, en tanto que otros 4 mil 951 son del estado de Tlaxcala.

Lo asesinaron por la consulta

Pero para que esos resultados se dieran sin ninguna oposición, a Samir Flores lo tuvieron que asesinar. De este asesinato, el que oficialmente es atribuido al crimen organizado, el propio gobierno federal se desmarcó solícitamente al asegurar como siempre que “este gobierno (el de López Obrador) se caracteriza por la no violencia como estrategia para la solución de los problemas”, agradeciendo de paso “a todos los que participaron en esta consulta”.

A Samir Flores Soberanes lo asesinaron la mañana del 20 de febrero del 2019, justo cuando salía de su domicilio en la comunidad de Amiltzingo, del municipio de Temoac. Fue encontrado por un grupo armado que le disparó en cuatro ocasiones, acertándole dos balas en la cabeza y otras dos en el tórax. Lo ejecutaron un día después de que organizó una protesta para rechazar públicamente la puesta en operación de Termoeléctrica, la que ―insistió en señalar― solo beneficiaría a la planta minera e industrial de Morelos, a la que se suministraría de energía eléctrica a bajo costo, con cargo al despojo del agua y el territorio de las comunidades indígenas de Morelos.

El activista, de 30 años de edad y de origen náhuatl, todavía se reunióun día antes de su muerte― con el súper delegado del gobierno federal en Morelos, Hugo Erik Flores, el que trató de convencer al grupo que encabezaba Samir Flores Soberanes para que en la consulta todos fueran a favor del llamado Proyecto Integral Morelos.

 En la reunión el hoy asesinado cuestionó severamente la postura oficial de pleno apoyo del presidente López Obrador a la puesta en operación de del proyecto, por el daño que ocasionara al territorio y el agua de la zona.

Por esa razón, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua (FPDTA) estima que este fue un asesinato de Estado, pero aun así reclamó al gobierno federal una rápida y puntual investigación sobre los hechos, no sin recordar que el propio presidente López Obrador generó con su discurso un encono contra los opositores a la termoeléctrica, al cuestionar y descalificar el movimiento encabezado por Samir Flores, lo que de alguna forma pudo haber contribuido en el asesinato.

El esclarecimiento del homicidio de Samir Flores, que al cierre de este trabajo oficialmente aún se encontraba sin avances debido a que la Fiscalía del Estado de Morelos “extravió” algunas de las pruebas base de la investigación, se asimila en mucho al del periodista Rafael Murúa Manríquez, asesinado en el municipio de Santa Rosalía, Baja California Sur, el 20 de enero del 2019, en cuya investigación algunas pruebas han sido “extraviadas” por la Procuraduría General de Justicia de ese estado, como si se tratara de un guión oficial preestablecido para no llegar al esclarecimiento.