Comienza la vigésimo novena edición del concurso de asignación a la Educación Media Superior de la COMIPEMS

La mañana del sábado 15 de junio comenzó la edición 2024 del concurso de asignación a la Educación Media Superior, donde cientos de jóvenes se presentarán con la intención de ocupar un lugar en alguna de las instituciones pertenecientes a la COMIPEMS

Grandes grupos de padres se presentaron en varios puntos de la Zona Metropolitana la mañana del 15 de junio. Largas filas de jóvenes se observaron en las distintas sedes donde se aplicaría el Examen Nacional de Ingreso a la Educación Media Superior (EXANI-I), junto con el examen diseñado por la UNAM para el ingreso a alguno de los planteles de la COMIPEMS. Ambos exámenes conforman el concurso de asignación a la educación media superior, que se realiza cada año durante la última semana de junio.

Foto: Naxhelli Carranza

La aplicación de exámenes continuará los días domingo 16, sábado 22 y domingo 23 de junio. En 2023 la COMIPEMS registró alrededor de 280 mil aspirantes, de los cuales 167 mil optaron por los planteles de la UNAM.

Tabla de aspirantes registrados desde la creación de la COMIPEMS en 1996

¿Qué es el concurso de asignación?

El concurso de asignación a la educación media superior es un mecanismo de selección de aspirantes que se lleva a cabo en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, la cual incluye a la Ciudad de México y 22 municipios conurbados del Estado de México. Este proceso es organizado por la Comisión Nacional de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (COMIPEMS).

En la actualidad, la COMIPEMS está integrada por el Colegio de Bachilleres, el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica, la Dirección General de Bachillerato, la Dirección General de Educación Tecnológica Agropecuaria y Ciencias del Mar, la Dirección General de Educación Tecnológica Industrial y de Servicios, el Instituto Politécnico Nacional, la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México, la Universidad Autónoma del Estado de México y la Universidad Nacional Autónoma de México.

Las nueve instituciones que integran la COMIPEMS ofrecen 727 opciones educativas en 468 planteles; sin embargo, los de mayor demanda son los 14 planteles de la UNAM.

Ocho de las instituciones utilizan el examen EXANI-I, de 128 reactivos, diseñado por el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval). La UNAM, por su parte, diseña su propio examen, también con 128 reactivos, y exige un promedio mínimo de 7.0 o su equivalente, requisito que comparte con el IPN.

Antes del examen, los alumnos debieron registrar 20 opciones entre todas las ofrecidas por la COMIPEMS, y según los aciertos obtenidos se le asignará un lugar en alguna de esas opciones. Las estimaciones de la COMIPEMS indican que cerca del 30% de los aspirantes logran quedarse en su primera opción, mientras que alrededor del 73% obtiene lugar en alguna de sus primeras cinco opciones. Los resultados serán publicados el 9 de agosto.

Problemática, la historia de Arturo

En principio, la idea de un examen que organice a todos los aspirantes en opciones adecuadas para su educación parece ser buena idea; sin embargo, existen múltiples situaciones que el concurso de asignación no considera.

Las desigualdades económicas y sociales exponen a muchos aspirantes a no conseguir un lugar en alguno de los planteles que desean. Un ejemplo es Arturo, un adolescente de 14 años que se levanta a las 5:30 de la mañana para asistir a la secundaria. Ahí, los pensamientos sobre el alcoholismo de su padre y la violencia emocional de su madre no le permiten concentrarse en los números que simplemente oscilan frente a él.

Los profesores parecen no percatarse, o lo ignoran; incluso se ha omitido el seguimiento a un incidente en el cual el chico terminó desmayándose por motivos inexplicables, al menos hasta que consideramos que al salir de la escuela debe dirigirse a su trabajo, que termina alrededor de las 9 de la noche. Luego regresa a su casa, pero el momento del descanso aún no llega, ya que intenta hacer las tareas asignadas por los profesores mientras lentamente cae en un sueño agobiado por preocupaciones y tareas.

El joven Arturo no logró ingresar a ninguna de sus opciones. Podemos imaginar mil cosas: el nerviosismo, la falta de un lugar adecuado para estudiar, el nulo apoyo de sus padres, la situación económica de su hogar. Lo cierto es que él no tuvo las mismas facilidades de muchos de sus compañeros.

Algunos aspirantes tienen la posibilidad de inscribirse a cursos de repaso para prepararse durante meses antes del examen. Algunos compañeros de Arturo aprovecharon los cursos gratuitos que se ofrecen en el centro comunitario de la colonia. No es solo una cuestión monetaria; Arturo, sin embargo, no tiene tiempo, ya que debe trabajar.

Aspirantes y ex-aspirantes

El caso de Arturo remarca algunas de las desigualdades más visibles, como algunas preocupaciones que pueden afectar a chicos con deseos de cursar el bachillerato. sin embargo, existen otros desafíos y experiencias que también dificultan la obtención de un lugar.

Una joven aspirante que dio su declaración a Cenzontle400.MX denunció que se enfrentó a más factores de nerviosismo de los que esperaba, incluido el mobiliario asignado para su examen. En días anteriores, le habían advertido que llegar temprano a su sede era crucial; de lo contrario, podría quedarse sin pupitre y verse obligada a realizar su examen con una tabla sobre las piernas. A pesar de las precauciones que tomó, llegó mucho antes de la hora indicada, pero a todo su grupo solo les asignaron sillas y tablas.

“Hay muchos aspirantes, y muy pocos lugares para una buena opción o una opción aceptable”, comentó. Dentro de sus cálculos, estima que había al menos mil quinientos aspirantes, solo para su sede y su turno. “Muchas cosas no te las preguntan. ¿Realmente es estudiar o suerte?”, comenta la joven, refiriéndose a las múltiples opciones de examen.

Foto: Naxhelli Carranza

Martín se graduó de su licenciatura en 2022; sin embargo, aún recuerda lo que sintió cuando le tocó presentarse al concurso de asignación. Es consciente de provenir de una posición acomodada; sin embargo, recuerda que ni siquiera sabía lo que quería para su futuro académico.

Recuerda que fue en esa época dónde sus problemas de peso comenzaron, junto con sus problemas de presión arterial. Menciona que sentía una presión adicional debido a las expectativas de su familia: su padre con la preparatoria concluida, su hermano ya con una licenciatura, y un par de sus tíos y primos también. Comenta que existe un estigma dentro de su núcleo familiar, “no tener un papel, ese sueño de la infancia de esa generación que no pudo conseguirlo porque trabajaba”.

Menciona: “Tuve el privilegio de que me pagaran un curso, tener una computadora o que me pagaran el café internet. Tenia tiempo, tiempo y recursos para mis estudios”. También recuerda que realmente era un buen estudiante. Aprendía matemáticas, historia, cívica, literatura, química y biología. “Mi problema era más con los profesores, no poner atención, cosas de adolescentes. Repudiaba a mis padres, a la autoridad, entonces más bien necesitaba a alguien que me acompañara a estudiar para no distraerme.”

Carga emocional

Andrés Soto, egresado de la Universidad Salesiana S.A. de la licenciatura en Psicología, comentó en una entrevista para Cenzontle.MX sobre el concurso de selección en el que existen múltiples factores que pueden afectar el desempeño de los aspirantes: “Hay que considerar muchos factores. A veces traemos cosas de la casa a la escuela, como los papás que a veces llevan cosas del trabajo a la casa. Existen otras preocupaciones, se nos inculca una deuda con los padres y se nos obliga a estudiar donde ellos quieren. Claro que también hay otros problemas, algunos jóvenes no tienen ni siquiera para comer.”

Considera que el concurso de asignación “es un mecanismo de discriminación, suena duro pero así es. Es una prueba que más bien avalúa la capacidad de manejar el estrés ante estas situaciones. No es tan fácil evaluar el conocimiento. Los factores externos, dígase observación, el control del tiempo y el enfrentamiento entre iguales, son aspectos que muchos no pueden soportar.”

Comenta que también existen expectativas mal manejadas: “Las expectativas y el hecho de fracasar también son una carga. La educación en el hogar tiene mucho que ver, incluso desde la primera infancia, donde se aprende a manejar el rechazo.”

Sobre el examen agregó: “A primera vista parece un examen de conocimiento, pero en un análisis más detallado parece más bien una cuestión de memoria. Quizá sea un sesgo, pues hace mucho no presento ese tipo de evaluaciones. Precisamente en la licenciatura se demuestra el conocimiento con ensayos, cuestionándolo y construyéndolo.”

¿Un problema de rechazo?

En 2023, para el bachillerato de la UNAM se presentaron 167 mil 586 aspirantes, de los cuales solo 33 mil 378 lograron inscribirse a la llamada Máxima casa de Estudios. Esto representa que solo el 19.92% de los aspirantes a la UNAM logran obtener un lugar.

A pesar de que la educación de nivel medio superior está garantizada por la Constitución desde el 9 de febrero de 2012, aún existen muchos jóvenes que no logran acceder a estudios dignos o ni siquiera tienen la posibilidad de asistir a ellos.