Diez razones por las que Sí debe haber Reforma Judicial

De 874 magistrados que están habilitados como tales, 30% de ellos —es decir, 262— fue designado en forma directa por sus relaciones personales y políticas que impactaron dentro del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial de la Federación. El 70% de todos los magistrados del Poder Judicial —esto es, un total de 611 de esos funcionarios— llegó al desempeño de juzgadores por sus propios méritos, basados en el principio de que sus capacidades fueron mejores que las de otros, lo que así pudo haber quedado demostrado en los concursos directos de oposición

La cuestión que se ha planteado a nivel nacional sobre si debe o no haber una reforma al Poder Judicial ya ha sido respondida en la medida de la conciencia política por parte del grueso de los mexicanos. El único pendiente es ver la forma en que se hará la mentada reforma. Una elección popular y directa de los juzgadores no resuelve en nada el grave problema de la corrupción dentro del Poder Judicial de la Federación.

El problema de la corrupción del Poder Judicial no es estructural, es más bien orgánico, es cómo funciona, no tanto cómo se eligen los juzgadores. Allí debe comenzar el proceso de reforma. Lo último que requiere el Poder Judicial es que sea invadido por un grupo de políticos partidistas ambiciosos que vengan a suplir a los jueces ambiciosos, eso solo agravara el problema.

Como quiera que sea, aquí están diez razones, sin sesgos políticos, por las que sí debe haber una reforma al Poder Judicial, a fin de que ese Poder de la República deje de estar secuestrado y que comience a operar en la forma en que fue diseñado.

1.- Operan como un Cártel

Al más puro estilo de las organizaciones criminales, como si se tratara de un cártel, así opera el Poder Judicial en México. No es fortuito. Eso es producto de las complicidades que —en las últimas décadas— se han tejido al interior del tercer poder de la República, en donde los poderes fácticos se han acomodado para imponer su imperio. Pareciera que el Poder Judicial ha sido secuestrado y ello lo ha convertido en una cofradía de letrados, hombres y mujeres, que se olvidaron de la más alta encomienda de impartición de justicia, solo para entregarse a la defensa de intereses particulares, a veces propios, a veces ajenos, siempre alejados de lo constitucional.

2.- Al servicio Neoliberal

Como si en México no hubiera más que robar o como si el milenario robo de los recursos y el territorio no se hubiesen consumado a plenitud, los poderes fácticos, ese sector neoliberal y conservador de la sociedad que al margen de las instituciones ejerce presión para inclinar la gobernanza a su favor, ahora no solo influyen sino que, vía el asalto, se han apropiado de las decisiones del Poder Judicial, y con ello también se han adueñado de la justicia, el último refugio de igualdad que legalmente persiste entre las disparejas clases sociales que coexisten en el país.

3.- Son Células Criminales

3.- En lo que bien se podría nombrar el Cártel Judicial se cambiaron las casas de seguridad por juzgados, los centros clandestinos de mando por lujosas oficinas, los uniformes de faena, armas y carrilleras por togas, jurisprudencias y amparos, y todos los juzgadores caminan empoderados, intocados, sin ser molestados o cuestionados por la opinión pública. A manera de organización criminal, el Cártel Judicial está presente en todo el territorio nacional, bajo un mando directriz denominado Suprema Corte de Justicia de la Nación y una jefatura de control a la que se le conoce como CJF. El resto de la “organización” opera a manera de células que mantienen el control en cada uno de los órganos jurisdiccionales que operan en los circuitos y distritos judiciales, controlados como si se tratara de plazas.

4.- Cometen actos criminales

En el nuevo paradigma que plantea la operación del Poder Judicial de la Federación no es descomunal atribuirle, en términos generales, una autoría criminal. Sobre todo si entendemos que criminalidad es el conjunto de actos antisociales que se cometen por uno o varios actores contra la colectividad. En este caso, como quedará asentado a lo largo de este trabajo, son algunos de los propios ministros, magistrados, jueces y secretarios de juzgado, los que, haciendo un uso faccioso e interpretativo del marco jurídico, causan a la sociedad mexicana tanto o más daño que la criminalidad vulgar, al manipular la Constitución, los códigos y los reglamentos —las leyes en general—, para torcerlos a favor de sus intereses y con ello convertir los cánones en cañones, en verdaderas armas de daño masivo.

5.- Atacan a la población

Los ataques “generalizados o sistemáticos” del Poder Judicial hacia la población mexicana son conscientes por parte de los juzgadores, y se pueden considerar como tales, por ejemplo, cada vez que se trata de la emisión de amparos que se otorgan a empresas y capitales que se comen el territorio en busca de los últimos recursos naturales y que dejan en la orfandad a las comunidades tutoras naturales de esos bienes, o cuando, aun sabiendo que es prevaricación, se dictan sentencias condenatorias a personas inocentes que alimentan la voraz maquinaria creadora de delitos —que sigue operando en la Fiscalía General de la República (FGR) y en todas las fiscalías estatales—, o cuando simplemente el sistema judicial se mantiene ciego, impasible, ante los reclamos de justicia que surgen desde cualquiera de los rincones del país.

6.- Tan letales como delincuentes

El Cártel Judicial, como bien podría llamarse a esta clase social que ha surgido aparte y en la que muchos de los funcionarios del Poder Judicial federal se han convertido, luego de ser elevados a ministros, magistrados, jueces y secretarios de juzgados, puede ser tan letal como el más violento de los grupos delictivos; una sentencia a modo —infundada, a la ligera, sin elementos de prueba, con pruebas viciadas o para satisfacer intereses personales— puede llegar a ser peor que la muerte. La muerte es rápida e inmediata, pero una sentencia injusta se vive y duele cada minuto de cada día que se pasa purgando en prisión. Una sentencia sin pruebas, sin estudio y sin razón puede a veces ser más dañina que una ráfaga de un rifle AK-47. Hay quienes han sobrevivido a la ráfaga de un rifle, y hay quienes han muerto en prisión a causa de una sentencia injusta Por eso, el legislador consideró las sentencias injustas como un atetado al orden establecido. Por eso, las sentencias injustas son consideradas un delito cometido por los servidores públicos. Al menos así queda establecido en el artículo 225, párrafo VI, del Código Penal Federal.

7.- Juzgan al vapor

La subjetividad con la que actúan los juzgadores del Poder Judicial es innegable. Pero si pretendemos establecer al menos un punto de entendimiento para dimensionar la grave crisis en la que se encuentra el Poder Judicial, solo tomemos una referencia para que los datos hablen por sí mismos: en una estimación resultante de la revisión de sentencias penales emitidas en primera instancia por los jueces federales de los estados de Michoacán, Jalisco, Estado de México, Veracruz, Sonora y Chiapas, se revela que, en promedio, de cada 230 sentencias dictadas en primera instancia, solamente una (0.4%) de ellas no causa apelación. Es decir, de cada 230 sentencias resueltas, en promedio 99.56%, un total de 229 están marcadas por la inconformidad de al menos una de las dos partes actuantes dentro de un litigio, las que por el solo hecho de la apelación están manifestando su desacuerdo con la forma en que el juzgador observó la ley y la torció a favor de sus propios intereses y deseos personales

8.- Un bodrio de corrupción

Sin duda alguna, entendiendo a la corrupción como el principal lastre que afecta al Poder Judicial para llegar al estado de secuestro en el que se encuentra, hay que destacar que ese fenómeno reinante en las instancias administradoras de justicia en México no es tanto que los jueces resuelvan asuntos en función de un pago recibido, que es una situación que sí se registra en muchos de los juzgados de distrito del país, y si bien ese hecho es un grave problema, eso no es generalizado dentro del Poder Judicial. Lo que sí es casi generalizado, y también es corrupción, es que por la subjetividad la mayoría de los jueces, magistrados y ministros emite sentencias solo en función de sus propios intereses, filias y convicciones, lo que termina alejándolos de la quimérica e idílica “aplicación de la justicia sin distingos”.

9.- Desde Cárdenas ya urgía la Reforma

La reforma al Poder Judicial reclamada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que prácticamente urge antes de que se resquebraje la República, no es novedosa en términos del discurso presidencial con el que se pretende desaletargar a los mexicanos. Ese mismo reclamo ya se ventilaba a principios de 1940, al final del sexenio del presidente Lázaro Cárdenas del Río. Desde entonces, según lo refiere la Hemeroteca Nacional y sus mudas páginas amarillas de los diarios de la época, desde el Poder Ejecutivo ya se reclamaba una transformación a fondo en ese poder de la nación, sobre todo por considerar que no estaba puesto a las causas del pueblo.

10.- Elección entre amigos

De acuerdo con la información oficial que proporciona el CJF, de los 737 jueces de distrito que se encuentran habilitados en juzgados federales, solo 11% de ellos, un aproximado de 81 jueces, llegó a su cargo a través de un concurso de oposición. Pero en contraparte resalta que 89% de los jueces de primera instancia del Poder Judicial llegó a su cargo por sus relaciones políticas y personales. Es decir, de los 737 jueces habilitados como juzgadores de distrito, un total de 655 de ellos fueron designados directamente, la mayoría de las veces por recomendación de algún amigo o pariente con poder dentro del CJF. Por esa razón, al menos así se puede entender, el mayor número de deficiencias en la aplicación de la ley en las sentencias del Poder Judicial provienen de la primera instancia de los juzgadores, en donde se privilegia la amistad antes que la capacidad y el conocimiento de la ley.