El agua sin controles, principal atrayente de inversiones extranjeras en México

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que mantiene México con Estados Unidos y Canadá, y que concentra la mayor preocupación del gobierno mexicano en la agenda económica, cobra otra dimensión si se observa desde la perspectiva del agua, sobre todo si se considera que la mayoría de las empresas asentadas en México, como parte de ese acuerdo económico, son grandes consumidoras del recurso hidríco

La gran cantidad de empresas trasnacionales que se han radicado en nuestro país en los últimos años, lo han hecho bajo la intención –y las garantías que ofrece para ello el marco jurídico derivado de la Reforma Energética- de apropiarse del agua para sus procesos productivos, que en cualquier otra parte del mundo estarían regulados de forma más estricta.

Tras un revisión al padrón de las 61 mil 693 empresas de capital extranjero que reconoce la Secretaría de Economía (SE) que operan en México, se puede observar que por lo menos el 84 por ciento de ellas mantienen labores que requieren de elevados volúmenes de suministro de agua, que sería difícil –al menos en la forma en que se les garantiza en México- obtener en sus países de origen, por lo que queda al margen la benevolencia que se dice en el discurso, cuando se habla de su intención de llegar a las diversas regiones del país para generar desarrollo mediante el ofrecimiento de empleo y ocupación de la mano de obra nacional.

Solo por citar un ejemplo, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que mantiene México con Estados Unidos y Canadá, y que concentra la mayor preocupación del gobierno mexicano en la agenda económica, cobra otra dimensión si se observa desde la perspectiva del agua, sobre todo si se considera que la mayoría de las empresas asentadas en México, como parte de ese acuerdo económico, son grandes consumidoras de agua.

Más allá de las utilidades que las empresas amparadas por el TLC representan a la economía de México, estas no podrían sostener sus niveles de productividad con el agua disponible en Canadá o Estados Unidos, y no porque exista carencia de ella, sino porque la legislación de esos países les impide a las empresas el uso desmedido, como se garantiza en nuestro país, de los mantos freáticos.

De acuerdo con las cifras de la Organización de las Naciones Unidades para la Agricultura y la Alimentación (FAO) del 2008 al 2012, en Canadá se extrajeron 15 mil 387 millones de metros cúbicos de agua para alimentar las necesidades de la industria, en Estados Unidos fueron 12 mil 248 millones de metros cúbicos de agua, pero en México se llegó a la cantidad de 127 mil 403 millones de metros cúbicos,[1] agua que en su mayoría fue para empresas de capital norteamericano y canadiense, principalmente del sector minero, de hidrocarburos y automotriz.

Solo por colocar el dato en perspectiva, si atendemos las cifras oficiales que emite la FAO, hay que señalar que el volumen de agua que extrajo toda la planta industrial de Canadá durante el periodo referido es apenas menor del que utilizan solo las plantas refresqueras y cerveceras en México, que se estima en 12 mil 410 millones de metros cúbicos.

Igualmente resalta el agua que el gobierno de Estados Unidos destinó al abasto de su planta industrial entre el 2008 al 2013, el que es igual a toda el agua que las plantas mineras y cementeras establecías en México utilizan en un año, cuyo volumen concesionado es de 11 mil millones 907 mil metros cúbicos de agua.


[1] FAO, Informe Aquastat 2017-2018