Tres comunicadores con procesos penales, uno encarcelado ¿la 4T no persigue a nadie?
Es fuerte la comparación, pero al menos en materia de respeto a la libertad periodística, parece que en México, durante el gobierno de López Obrador, vamos de retroceso. Como en la época más oscura de la era moderna mexicana, otra vez la cárcel y los procesos penales se alzan como fantasmas contra la libertad de expresión
Los vientos democráticos que la cúpula de la Cuarta Transformación tratan de infundir a su movimiento político, no quedan del todo claros para el grueso de los mexicanos. Mientras el presidente López Obrador insiste en su conferencia mañanera sobre las libertades que tutela su gobierno, a nivel de calle, desde el periodismo, parece que regresamos a los tiempos de Felipe Calderón.
Es fuerte la comparación, pero al menos en materia de respeto a la libertad periodística, parece que en México, durante el gobierno de López Obrador, vamos de retroceso. Como en la época más oscura de la era moderna mexicana, otra vez la cárcel y los procesos penales se alzan como fantasmas contra la libertad de expresión.
Durante este gobierno de la Cuarta Transformación, con pleno conocimiento de la secretaria de Gobernación, María Luisa Alcalde, el régimen oficialista ha acorralado a tres comunicadores de renombre, a los que por hacer trabajos informativos, de corte periodístico, se les ha reprimido con el aparato judicial.
No voy a mencionar el caso de Ciro Gómez Leyva, quien es una víctima directa del azuzamiento de las huestes por parte de López. Ese es un caso que se toca aparte, no sólo por el intento de asesinato que sufrió el periodista, sino por el anunció de su retiro profesional, como resultado directo del discurso de odio que emite el presidente todos los días contra la prensa no alineada.
¿Qué tienen en común Alfredo Jalife, Hernán Gómez y Arturo Rueda, más allá de su práctica comunicativa? Que a los tres comunicado eres los acorralaron judicialmente por haber tocado intereses y funcionarios bien cobijados con la cuarta transformación. Los tres, al día de hoy cuentan con un proceso penal abierto.
Alfredo Jalife es un escritor que no se percibe como periodista, es un analista político –de lo mejor que tenemos en México- que utiliza las herramientas del periodismo para emitir revisiones informativas. Fue acusado y llevado a juicio por Tatiana Clouthier, la que lo señaló de difamación y violencia política.
A causa de esa acusación, Alfredo Jalife fue aprehendido en la Ciudad de México, y llevado ante un agente del Ministerio Público en Monterrey, Nuevo León. Se le mantuvo preso por unas horas, y aun cuando se encuentra en libertad, aún no concluye el proceso judicial al que fue sometido por ejercer su libertad de expresión.
Hernán Gómez Bruera es otro comunicador acosado. Este sí se autorreconoce como periodista. Gómez es parte de la llamada prensa militante, la que respalda las acciones de la Cuarta Transformación y focaliza sus trabajos informativos a la defensa del régimen.
Este periodista fue requerido judicialmente por el grupo empresarial “Operadora y Administradora de Información Editorial S.A. de C.V.” que edita el periódico El Heraldo de México. Lo acusan de haber mentido en el libro que escribió, intitulado, “Traición en Palacio” (Grijalbo 2023), donde refiere que en el gobierno de la 4T se comercializa con la justicia.
A Hernán Gómez no lo han encarcelado -su juicio lo afronta por la vía civil-, pero sus acusadores le están reclamando el pago de 15 millones de pesos, como reparación al daño de difamación que dicen haberles causado lo escrito por el periodista.
El caso de Arturo Rueda es el más grotesco de la persecución a comunicadores que sigue haciendo el gobierno de la 4T, como en los momentos estelares del fascismo de Felipe Calderón. Arturo Rueda está en la cárcel porque un juez de Puebla determinó que era un riesgo el que Rueda, en calidad de inculpado, tuviera acceso a medios de comunicación.
Arturo Rueda, a pesar de lo que indican los comunicadores asociados a la 4T –que han iniciado una campaña de linchamiento mediático a cambio de unos cuantos pesos-, sí es periodista. Es director de uno de los medios más influyentes en Puebla, el Diario Cambio. Este medio ha sido escuela para muchos reporteros en la zona.
En medio de una negociación comercial para diseñar una campaña de imagen al empresario político y diputado priista Jorge Estefan Chidiac, el director de Diario Cambio fue acusado de extorsión. A causa de dicho señalamiento, Arturo Rueda fue detenido y encarcelado.
Rueda estuvo preso 14 meses en una cárcel local en el estado de Puebla. Salió en libertad luego que un tribunal colegiado le otorgó el cambio de medida cautelar, cambiando la prisión preventiva por la firma ante juzgado cada semana.
A la acusación de Jorge Estefan Chidiac se sumó la de Roberto Zatarain, pareja sentimental de la exalcaldesa por Morena de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, quien acusó al periodista de Lavado de Dinero y Daño Moral. Mediante un amparo, Arturo Rueda pudo evitar el procedimiento judicial.
Todo cambió cuando desde la Fiscalía General de Justicia de Puebla, por instrucción del fiscal Gilberto Higuera Bernal, hicieron todos los arreglos necesarios para cambiar la medida cautelar a nuevamente prisión preventiva oficiosa. Por esa razón, el pasado 15 de agosto, Arturo Rueda fue vuelto a la cárcel de Cholula.
Más de allá del curso judicial que tomen los señalamientos, sin pruebas, de los ilícitos supuestamente cometidos por el periodista poblano, es preocupante el caso, no solo por tratarse de otro periodista que por tramas desde el poder es mantenido en reclusión, sino por el miedo que se ha infundido a todos los periodistas de puebla.
El meollo de ese miedo radica en la resolución con la que el juez ordena el encarcelamiento de Arturo Rueda. Dice en su resolutivo que como Arturo Rueda es una persona que dice ser periodista, que tiene acceso a medios y con ello critica al sistema (sic), la única forma de no permitirle acceso a medios para sus críticas, es ordenar la prisión preventiva justificada.
Acá hay miedo. Nadie quiere salir a la defensa del periodista Arturo Rueda. Estamos en Puebla, y acá todo puede pasar. Nadie quiere verse relacionado con el caso, y menos con la defensa, porque es un estigma que la Cuarta Transformación ya juró salir a perseguir.
Esa forma de persecución es una de las mil maneras que tiene el sistema de la clase gobernante, la que ha llegado con la Cuarta Transformación, de decir que el periodismo que ahora se hace en México tiene que contar con el aval de los funcionarios en turno, al frente de los gobiernos en cualquiera de sus tres niveles.