Finalmente, se va a “La Chingada”

A Andrés Manuel López Obrador le quedan solo cinco mañaneras –23, 24, 25, 26 y 27 de septiembre– para seguir dividiendo al país desde su atril presidencial. Tres días después, el presidente se quedará sin fuero, sin la protección que ha utilizado para cubrir sus graves omisiones, corrupción y caos institucional

En un México hundido por la violencia descontrolada, con más de 150,000 desaparecidos y cerca de 200,000 asesinatos acumulados en los últimos años, estamos ante los últimos cinco días de un “gobierno” que nunca gobernó.

A Andrés Manuel López Obrador le quedan solo cinco mañaneras –23, 24, 25, 26 y 27 de septiembre– para seguir dividiendo al país desde su atril presidencial. Tres días después, el presidente se quedará sin fuero, sin la protección que ha utilizado para cubrir sus graves omisiones, corrupción y caos institucional.

El mandato de López Obrador fue el preludio a un modelo pre-socialista, donde la concentración del poder en una figura única y la militarización de los órganos del Estado debilitó la democracia y la libertad.

Sus conferencias matutinas se convirtieron en un circo costoso y primitivo, no en una plataforma de gobernabilidad, sino en un mecanismo de propaganda, mantenido por 15 o 20 aduladores, mientras el país ardía entre la violencia y el colapso económico.

Seis años de mañaneras, tres horas al día, mintiendo, polarizando y culpando a sus predecesores para evadir su responsabilidad.

El desastre de su administración no tiene precedentes: destruyó el Sistema Nacional de Salud Pública, acabó con el Seguro Popular, y convirtió al sistema de atención médica en un campo de muerte, sin medicinas ni recursos, mientras se expandía la influencia del crimen organizado.

La militarización del país fue su respuesta para todo; abrazó a las fuerzas armadas y al crimen organizado, en lugar de combatirlo, debilitando aún más el Estado de Derecho y fortaleciendo el control territorial de los cárteles.

Nos impuso una deuda histórica, que no solo empobrecerá a las futuras generaciones, sino que hipotecará el futuro del país. Acabó con el Fideicomiso de Desastres Naturales (FONDEN), dejó sin apoyo a las ONGs y erosionó instituciones como la CNDH hasta convertirlas en herramientas inservibles de un régimen autoritario disfrazado de “transformación”.

López Obrador se va dejando un país deshecho, caótico y al borde de un peligroso socialismo latinoamericano, que, bajo el liderazgo de su sucesora designada, Claudia Sheinbaum, buscará perpetuar este modelo fallido.

Los rumores de romper el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá ya comienzan a emerger, lo que sería el último clavo en el ataúd de una economía que apenas sobrevive.

Y ahora, AMLO, el que se autodenomina “el presidente del pueblo”, pide humildemente que no le erijan monumentos ni le pongan su nombre a ciudades, mientras su risita nerviosa y cínica revela el miedo que lo consume ante el inevitable escrutinio.

Se autoproclamó defensor de los pobres, pero solo consolidó un régimen populista y autoritario que profundizó las brechas sociales y dejó al país en ruinas.

Su gobierno fue un fraude, un engaño de dimensiones históricas. Se va como el #NarcoPresidenteAMLO, un título que ni sus propios monumentos podrán borrar de la memoria de un México devastado.