Narco, Trata Sexual y Extorsión, detrás de las Caravanas Migrantes
Muchos migrantes, la gran mayoría, solo quieren despertar de la pesadilla que les ha tocado vivir en sus lugares de origen, a donde se ha extendido el crimen organizado, ese reducto social que ni siquiera pudo encontrar acomodo dentro de los cárteles de las drogas, y que intenta vivir del sometimiento del grueso social
El narco, la extorsión, el tráfico sexual y la trata de personas es lo que se encuentra detrás de las caravanas de migrantes centroamericanos que ingresan a suelo mexicano. No todos los migrantes que llegan a México lo hacen en busca del cruzar la frontera con Estados Unidos para vivir el sueño americano.
Muchos migrantes, la gran mayoría, solo quieren despertar de la pesadilla que les ha tocado vivir en sus lugares de origen, a donde se ha extendido el crimen organizado, ese reducto social que ni siquiera pudo encontrar acomodo dentro de los cárteles de las drogas, y que intenta vivir del sometimiento del grueso social.
Ya casi para cerrar el 2024, en un primer conteo se puede establecer que durante este año fueron 13 caravanas de migrantes las que se internaron en suelo mexicano. Cada una de esas caravanas, todas formadas en la limítrofe de El Salvador y Guatemala, estuvieron conformadas con entre 2 mil a 11 mil personas.
De allí se establece que solo en este 2024 fuer un aproximado de entre 60 mil a 80 mil los migrantes centroamericanos que ingresaron a suelo mexicano. La mayoría de esos migrantes, pese a su deseo de ingresar a Estados Unidos, optaron por establecerse en suelo mexicano, en donde poco a poco se ha incorporado a la económica local.
Aun cuando la mayoría de los migrantes centroamericanos han decidido establecerse en suelo mexicano, como última opción, dicen algunos. La verdad es que para otros muchos –aun cuando no los manifestaron así- desde un principio vieron a México como primer destino de su travesía, porque les significaba el único escape a una vida donde eran sometidos por el crimen organizado.
El Narco
Otilia es una guatemalteca de 58 años de edad. Se tuvo que escapar de una casa de seguridad en donde un grupo de narcotraficantes del cártel de Los Lorenzana la mantenían secuestrada, mientras uno de sus hijos era utilizado por el cártel para transportar una carga de cocaína a suelo mexicano.
Jonás, el hijo de 25 años, el mayor de los tres que tiene Otilia, el que fue utilizado por Los Lorenzana para introducir una carga de droga a México, luego de ocho días de viaje regresó a donde el cártel mantenía secuestrada a su madre, como prenda de garantía para que Jonás no escapara con la cocaína.
De acuerdo a la versión de Jonás, con una mochila al hombro, con 20 kilogramos de cocaína, cruzó la frontera entre Guatemala y Chiapas, solo para entregar el cargamento en una gasolinera de Comitán. Allí cumplió con su encargo y regresó a Guatemala con 2 mil pesos, que fue el pago por sus servicios de burrero.
Apenas Jonás estuvo de regreso en la ciudad de Guatemala, y llegó a donde su madre estaba retenida por los narcos, optaron por escapar. No lo pensaron dos veces cuando tuvieron la oportunidad de ir a realizar unas compras para su higiene personal. En el mercado se perdieron de la vista de su vigilante.
La Extorsión
Anita de 55 años y Jesus de 60 tuvieron que dejar su casa en Huehuetenango. Allí eran los dueños de una pequeña tienda de abarrotes. Si bien es cierto que el negocio no daba para mucho, pero al menos les dejaba para una vez año comprar dos o tres vacas y meterlas a engorda. La reventa de los animales era lo que les deba la posibilidad de ahorrar para su vejez ya en puerta.
Un día –cuenta Jesús- llegó un grupo de empistolados y les indicaron que cada semana tendrían que apoyar al cártel con una donación voluntaria de 300 quetzales (3600 pesos mexicanos) y por lo menos tres cajas de refrescos. Los que se presentaron las siguientes seis semanas se identificaron como miembros del cártel de Los Salguero.
Solo seis semanas pudieron pagar la cuota de extorsión. A la séptima semana que Anita y Jesús no pagaron, les quemaron la tienda. Los sicarios advirtieron que si en la próxima vuelta no pagaban la cuota fijada, los ejecutarían a ambos. Jesús acudió con el comandante local para denunciar el hecho, pero solo obtuvo como consejo que era mejor que pagaran la extorsión. Al día siguiente, como si fuera un autobús, Anita y Jesús se montaron en la caravana de migrantes.
El Tráfico Sexual
Rosa Elena, Inés y Maura, son tres hermanas que llegaron recientemente a Tapachula con la caravana de Migrantes. Ellas son originarias de Panajachel, a la orilla del Lago Atitlán. Rosa Elena, la mayor, de 32 años de edad, dice que salieron huyendo de su localidad porque un grupo de sicarios del cártel de Los Zetas las mantenía secuestradas obligándolas a rentarse sexualmente.
Las tres hermanas, antes de ser secuestradas por un grupo de sicarios de Los Zetas, trabajaban en un bar de la famosa calle Santander, atendían la barra y el servicio en las mesas. Maura, de 27 años, fue la que comenzó a salir con un sujeto que conoció en el bar. Después de una relación de unos días el novio de Maura llevó a un amigo para que empatara con Inés, de 30 años. Todo parecía normal.
El novio de Maura fue quien obligó a las tres hermanas a ir a una fiesta con varios amigos. La reunión fue en un hotel a la orilla del lago, en donde aquella velada termino en un amotinamiento sexual. Después de esa noche nada fue igual. El novio de Maura obligó a las tres hermanas, bajo reclusión obligada, a prestar diversos servicios sexuales, por lo que él cobraba por adelantado.
En menos de una semana las tres hermanas eran explotadas sexualmente. El novio de Maura y algunos amigos de este eran quienes abusaban económica y sexualmente de ellas. El escape se logró cuando un amigo del captor pidió los servicios de las tres hermanas y escapó con ellas llevándolas hasta la frontera con Mexico, dejándolas al paso de la caravana.
La Trata de Personas
Olga Raquel es una niña de solo 16 años de edad. Desde hace por lo menos tres años ha estado bajo secuestro de una célula del llamado Tren de Aragua que opera en la ciudad de Antigua. En esa localidad, Olga Raquel era rentada sexualmente a turistas y locales que sabían de los servicios de pedofilia que ofrece la dicha organización criminal.
En un fin de semana, Olga Raquel llegaba a atender hasta diez servicios pagados con dólares, a razón de 500 cada uno, demandados principalmente por turistas norteamericanos. A ella solo le pagaban la cantidad de 10 dólares por servicio, porque le descontaban el costo de hospedaje, comida y seguridad.
Olga Raquel fue secuestrada en Guatemala, después de que asesinaron a su padre y a dos de sus hermanos, los que habían comprado los servicios del Cártel del Tren de Aragua para que les ayudaran a emigrar a todos a Estados Unidos, incluyendo a Olga Raquel.
Ella no sabe si su madre aún vive o también fue asesinada. De lo que está cierta es que a ella no la ejecutaron porque le gustó al jefe de los sicarios que mandaron para ejecutar a la familia luego de haberles pagado la cantidad de 3 mil dólares por cada uno de los que aspiraban a llegar a Estados Unidos.
Irvin se llamaba el hombre que se enamoró de la Olga Raquel de solo 13 años, y que por ello le perdonó la vida. A Irvin lo asesinaron hace unas semanas cuando fue a entregar a la niña a un servicio. El momento lo aprovechó Olga Raquel para escapar. Como pudo viajó hasta Quetzaltenango, donde se incluyó a la caravana de migrantes con la intención de llegar a Estados Unidos.
El Futuro Incierto
El destino y la desgracia les han unido. Parecen una familia. Cada quien viendo en distintas direcciones, pero se ve a lo lejos como si Jesús y Anita fueran los abuelos o padres mayores de Otilia y Jonás. Rosa Elena, Inés y Maura parecen las hermanas mayores de Olga Raquel. Todas la cuidan. Están al pendiente de lo que necesita. Olga Raquel a veces se queda muy pensativa y se le llena los ojos de llanto. Solo ella sabe porque llora. Nadie le pregunta nada.
Han caminado muchos kilómetros juntos y por alguna razón se han hermanado en la desgracia que les empujó a salir de su Guatemala. Jonás tiene sus dudas de ir hacia el norte. Él le ha propuesto a Otilia, su mamá, que se queden a vivir en Oaxaca. Jonás quiere aprender el arte del mezcal. Inés le sonríe cada vez que Jonás la invita a quedarse con ellos en Oaxaca. No le desagrada la idea.
Maura sabe que el amor ha nacido entre Jonás y e Inés. Eso a Otilia no le causa una punzada en el corazón. Ella está más preocupada por saberse todavía no muy lejos de los grupos del narco que los empujaron a la migración. Teme que los vayan a alcanzar o a buscar entre las miles de caras tristes que se sientan a tomar aire en la plaza de Tapachula.
Jesús, por más viejo tal vez es más optimista. Le habla muy quedito a su mujer Anita. No deja que la tristeza del destierro se le meta en el cuerpo. Todo el día está tratando de hacerla reír con chistes y ocurrencia. Anita a veces responde con una mueca en el rostro. La mayor de las veces quienes sueltan la carcajada son Maura, Otilia y Rosa Elena.
Otilia y Jonás tienen la certeza de quedarse a vivir en Oaxaca. Cada vez están más cerca de su sueño. Jesús y Anita quieren llegar a Guadalajara. Hay oído hablar de esa ciudad y quieren quedarse a vivir allí, dicen que buscaran una oportunidad dentro del comercio local. Rosa Elena, Maura e Inés, quieren llegar a Estados Unidos. Olga Raquel, todavía no sabe quá es lo que hace en esta tierra, solo sabe lo que muchos, que está escapando del narco.