Fuego amigo en Tamaulipas

Un claro ejemplo de ello es lo que sucede en Tamaulipas. En esa entidad bajo el pleno control del doctor Américo Villarreal, hay inestables que –bajo el dictado de sus intereses- sin atender al reclamo de unidad que ha lanzado la presidenta Claudia Sheinbaum, han comenzado sus guerras amistosas

Dámaso Anaya 1

El grave problema de la 4T es el fuego amigo. Evidentemente la oposición política al López obradorismo se encuentra desarticulada. Los sucesores a las vacantes en los cargos del gobierno de la transformación solo pueden salir de entre las tribus en que se ha seccionado el movimiento. Por eso el fuego entre cofrades, que amenaza con seccionar la cuarta transformación.

Eso está pasando a nivel nacional. Todos los cuadros que integran la Cuarta Transformación han comenzado a colisionar; las tribus se han seccionado y los clanes se comienzan a integrar en hordas, con la única intención de comenzar a postular candidatos a cargos de mando político.

Un claro ejemplo de ello es lo que sucede en Tamaulipas. En esa entidad bajo el pleno control del doctor Américo Villarreal, hay inestables que –bajo el dictado de sus intereses- sin atender al reclamo de unidad que ha lanzado la presidenta Claudia Sheinbaum, han comenzado sus guerras amistosas.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido muy clara: no quiere confrontaciones entre la militancia de la Cuarta Transformación. Ese es el camino garantizado para que este sea solo el inicio de la transformación propuesta desde el arribo de López Obrador.

Pero ese llamado no en todas partes se ha escuchado. En algunos estados, como en Tamaulipas, aun prevalecen los intereses particulares sobre el colectivo de la Cuarta Transformación; en Tamaulipas aun no es tiempo de elecciones y ya el fuego amigo comenzó, en busca del quitar del camino a los más fuertes de la política regional.   

Aún faltan cuatro años para que lleve a cabo la sucesión en el gobierno de Américo Villareal, y ya en Tamaulipas comenzó el golpeteo suave, la confrontación filial  entre grupos que pretenden obstaculizar el crecimiento público-político de aquellos que hipotéticamente podrían llegar a aspirar a la sucesión del gobernador Villareal.

El caso concreto es el del rector Dámaso Anaya Alvarado, quien ha despertado urticarias entre algunos de los aplaudidores de otras y otros posibles sucesores a la gubernatura, las y los que desde la distante Ciudad de México trabajan en la construcción de sus aspiraciones que tienen por objetivo la gubernatura de Tamaulipas.

El perverso juego que algunos integrantes del movimiento de la 4T han iniciado en Tamaulipas, tratando de desacreditar las naturales aspiraciones que tiene el rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Dámaso Anaya Alvarado, apunta a una confrontación mayor.

Iniciar en forma prematura la confrontación entre tribus de la 4T, en aras de lograr anticipadamente el visto bueno de las cúpulas del partido, ignorando la soberanía popular en sus  decisiones electorales, es una bola de nieve que puede crecer y volverse incontrolable.

Puede ser un balazo en la pata para el movimiento político de la 4T, que en esta convulsa región que encargó Andrés Manuel López Obrador a su amigo el actual gobernador Américo Villareal, el que en forma anticipada el fuego amigo comience a descalificar a diestra y siniestra a los posibles sucesores a la gubernatura, solo bajo la directriz o por intereses de unos chupatintas.

Por trayectoria, por cercanía, por confianza y hasta por el grado de intelectualidad, es evidente que la sucesión está del lado del rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Solo quien no conoce los tinglados políticos puede suponer que va a pesar más -en el ánimo del gobernador Villareal, al momento de dictar su herencia política-, una tramposa labor legislativa antes que el seguro resguardo ideológico que le fue legado.

Es temprano para hablar de sucesiones políticas en Tamaulipas. Quienes lo hacen desde ahora, solo los mueve el ánimo de lo metálico, la fuerza de la traición o el fuego fatuo de ambición. Los que ya hablan de la sucesión, son aquellos que por encargo le apuestan a la confrontación, se olvidaron de los ideales y no les pesara dejar en el olvido el sentimiento transformador.

El rector Dámaso Anaya  Alvarado se encuentra en el ojo del huracán solo por no haber hecho nada. Su único delito es la carga genética que comparte con el gobernador Américo Villarreal, y su convicción de proteger el legado ideológico que en esta región posicionó Andrés Manuel López Obrador.

Por eso Dámaso Anaya ya es el blanco de ataques que están siendo patrocinados desde la ciudad de México. Le han comenzado a dar duro al rector de la UAT, sin ver que en ello lleva implícita la traición que están haciendo al mismo gobernador Américo Villareal, al que mucho le juraron lealtad.

Ahora se verá de que está hecho el rector Dámaso Anaya, si las críticas lo achican o lo engrandecen, si se sienta derrotado o paciente a esperar los tiempos y formas para buscar, bajo el principio de cualquier ley natural, el derecho que le asiste de ser el sucesor natural a la gubernatura de Tamaulipas.

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