Un buen trueque II
Ahora, siento como que salí del cascarón, que dejé mi disfraz con el que muchos se confundieron, para volver a ser yo.
Por Diana Uribe
Si era mi culpa o no, eso depende quién conteste. En cuanto a mi respuesta, es una amplia reflexión que aún no concluyo, pero si fuera sólo una sería: ¿de qué me sirvió?, pero no en tono castigador, sino para entender cuál es el aprendizaje.
Tal vez fui víctima de una generación que se basa demasiado en las apariencias o fui víctima de mí misma y de mis inseguridades, que se alimentaron de los comentarios de la gente de la que me rodeé en el pasado.
No sé si soy vanidosa porque crecí coleccionando revistas como “De 15 a 20“y “Tú“, que hablaban de moda y temas donde la imagen era muy importante y en contraste, también el tiempo se me iba leyendo las historias de “Selecciones” y “National Geografic”; después ya mayor, llegó “Cosmopolitan“, “Vanidades“, “Elle“, entre otras.
Aunque he hecho ejercicio siempre, inclusive antes de leer revistas, como a los nueve años patinaba porque mis piernas eran muy delgadas. Me gustaba andar en bicicleta en la adolescencia.
Después, en la preparatoria y universidad hice cardio por el miedo a heredar el sobrepeso de mi familia, con excepción de mi mamá que al correr, se mantuvo siempre en forma. Fue un gran ejemplo para mí.
Y antes de retirarme las prótesis, caminaba por horas para evitar retener líquidos y quedar más hinchada, a causa de la enfermedad por prótesis mamarias.
Me queda claro que siempre he cuidado mi aspecto y hasta experimenté, pero después de los cambios de la edad, embarazos o por la complicación de las prótesis; que deterioraron mi físico, en esencia seguía siendo yo, porque continué con las mismas convicciones de cuando era más joven.
Ahora, siento como que salí del cascarón, que dejé mi disfraz con el que muchos se confundieron, para volver a ser yo.
Al final es el trabajo lo que habla por ti, ya que las apariencias son sólo eso, algo que con el paso del tiempo se cae y, lo único que te hace ser quien ibas a llegar a ser es eso a lo que le dedicaste tiempo.
Estoy feliz por ello porque no me enfoqué solo verme bien, sino a sentirme bien por dentro con actividades que me llenaran de satisfacción personal y que hoy se mantendrán vigentes en mí y se potencializarán con el paso de los años.
Por eso, creo que hice un gran trueque al entregarle esa armadura al universo, se la devolví, para que me regrese a esa Diana que luchó contra todo, inclusive contra sí misma para convencerse de que puede, que es capaz y que ya no necesita aparentar nada que no sea ella misma, esa imperfecta que siempre estuvo ahí.