paisaje triste

Es viernes, la tarde se marchita,

A besos acabado el verso que curtí;

Las letras en la hoja que crepita,

De un poema que nunca te escribí.

Es el aire torcido de sus hojas

Flojas del cuaderno tan llorón;

El borrón, tinta roja que se moja,

Esquirlas, que escupe el corazón.

Es la sabana helada del este lecho

En el pecho, el tesón de mal vivir,

El latir corazón en el despecho

Por los ojos muertos que te ví.

Es la noche -invasión tan poderosa-,

O es la sombra teñida, no lo sé…

Es la mustia palabra onerosa

De tu pelo que nunca lo toqué.

Es la suave canción aquí que llega

Que navega en confines tan lejanos;

Son las manos de sal que le doblega

Aquel baile que nunca lo bailamos.

Son los dedos-adarga tan cansados

Con su carga mortal de esos caminos,

Los conversos minutos tan gastados

De la cita que nunca prometimos.

Es el cielo rayado de las nubes

Los Querubes que lloran hoy por mí,

Telarañas grises que se suben

Por el hijo que nunca te pedí.

Es la cama que vuela sin el alma

Que se enlama de lo que me robé,

Es la flama, la grana, la azul llama

De tus labios que nunca te besé.

Es el blanco resquicio de la luz

Del tapanco colgado de los muertos,

Es la cruz de estos ojos tan abiertos

Por las llagas bañadas de mi pus.

Es el solo rodar del infinito

En un pueblo de sol tan desgastado,

El bosquejo, rayón de gris grafito,

Estos versos que jamás he terminado.

Son las cosas mojadas hoy de todo

Desgastadas del olvido y del pudor,

Que se baten, se llenan de este lodo

En la mezcla del polvo y el dolor.

Sean los versos, letra que me quema,

Del poema que nunca te escribí,

La saliva, la cruz de la blasfemia,

Los abrazos que nunca los pedí.

Es el rojo dolor que se me clava

Por tu pelo que nunca lo toqué,

es el manso sudor que me deslava

De tus labios que nunca los probé.

Talvez baile que nunca lo bailamos,

La cita o el hijo que nunca más llegó,

Es el triste dolor que hoy lloramos

Por un sueño que nunca existió.

J. Jesús Lemus

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