Los Menonitas, privilegiados con la entrega de concesiones de agua, ya agotaron Chihuahua

Por. J. Jesús Lemus

Sin mayor restricción, que la voluntad oficial, el agua se ha entregado a borbotones a la comunidad menonita en los municipios de Cuauhtémoc, Ascención, Buenaventura, Nuevo Casas Grandes, Villa Ahumada, Aldama y Camargo:

En los últimos 20 años la CNA respondió en forma más que rápida la petición de perforación de más de 4 mil 560 pozos, en un promedio de tiempo de respuesta de solo tres meses, mientras que los gobiernos municipales, para atender el abasto de sus poblaciones, han presentado 285 peticiones de perforación, de las que en un promedio de dos años la autoridad federal solo ha respondido favorablemente a las solicitudes de perforación de 76 pozos.

Esa irregular situación es lo que hace que aquí la proporción de agua percápita sea una de las más desiguales de todo el país, pues mientras la comunidad menonita, con una población de casi 60 mil habitantes, tiene acceso a casi Mil 120 millones de metros cúbicos de agua al año, las poblaciones de Cuauhtémoc, Riva Palacio, Namiquipa, Cusihuiriachi, Ascención, Buenaventura, Nuevo Casas Grandes, Janos, Villa Ahumada, Ojinaga, Aldama y Camargo, que en conjunto suman 450 mil habitantes, apenas acceden a 230 millones de metros cúbicos al año.

Así, mientras cada uno de los miembros de la comunidad menonita cuenta con un abasto promedio de 18 mil 666 metros cúbicos de agua al año, el resto de la población apenas cuenta con 511 metros cúbicos por año, considerando que el 100 por ciento de los chihuahuenses de estos municipios tuvieran abasto pleno en sus domicilios, pero no es así; casi el 14 por ciento de los habitantes de los mencionados municipios no cuentan agua entubada.

Para decirlo de otra manera, la actividad económico-productiva que genera la comunidad menonita del estado de Chihuahua, es aún más sedienta que la que realizan diversos grupos mineros en el país; la cantidad de agua que consumen estos campos agrícolas es por mucho superior a la que hace el Grupo México, al que la CNA le ha concesionado el consumo de agua por el orden de los 90 millones 616 mil 943 metros cúbicos por año, mismos que extraen del subsuelo de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas.

No todo es favorable para los menonitas de esta región.

Al odio que se han ganado a pulso por parte de algunos grupos poblacionales de la zona, también se suma el problema del desplazamiento de sus localidades, luego que ellos mismos han consumido los mantos freáticos concesionados desde hace décadas, por lo que se han visto obligados a buscar regiones más al sur del país, en donde consideran que existen mejores condiciones para la explotación del agua.

El desplazamiento por sed de los menonitas se da casi en silencio. El propio hermetismo de esta comunidad no ha permitido que se establezcan cifras oficiales exactas, pero se estima que desde el 2016 hasta diciembre del 2018 ya habían salido de los campos de Cuauhtémoc por lo menos 160 personas, la mayoría de ellos con destino a la localidad de Santa Rosa, en el municipio de Hopelchén, Campeche, casi en los límites con Yucatán, en tanto que al menos unas 50 personas han emigrado hacia la región de Nueva Galia, en la provincia de San Luis, cerca de la ciudad de Santa Rosa, en Argentina.

La migración forzada menonita no solo se ha dado por la falta de agua, reconocen algunos miembros de esta comunidad. También obedece a los elevados índices de delincuencia que se registran en esta parte de Chihuahua, en donde las células criminales del grupo delictivo Gente Nueva, del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y ahora aliados del grupo La Línea del Cartel de Juárez, han comenzado a aplicar cobros de piso a los productores menonitas, quienes han sido el principal blanco del negocio del secuestro establecido en esta zona.

Tras agotar el agua en el municipio de Ascención se han desplazado 25 menonitas de las comunidades de El Camello y La Salada; 18 salieron de El Valle y La Pestaña, en el municipio de Buenaventura; 15 decidieron abandonar sus tierras de cultivo y viviendas en El Capulín y El Sabinal de Nuevo Casas Grandes, otros 32 han dejado sus propiedades en Buenos Aires, El Cuervo y Las Virginias del municipio de Janos, en tanto que otros 47 menonitas dejaron ya las localidades de Valle La Esperanza, Manitoba Norte y Cerro Blanco, en Villa Ahumada.

La migración de este grupo poblacional también se observa en las comunidades de Los Oasis, Nueva Holanda y El Cadillal de Ojinaga, en donde se estima que 145 personas ya se desplazaron; otros 73 salieron de Las Bombas del municipio de Aldama, 53 más dejaron la comunidad de Los Cienes en Camargo; en Los Jagüeyes, Manzanilla y Santa Clara son 18 los menonitas que se desplazaron, mientras que en Manitoba y Swift Current del municipio de Cusihuiriachi ya suman 24 los desplazados; en Santa Rita y Ojo de la Yegua suman 35 los que decidieron dejar su lugar de origen ante la falta de agua.

El desmedido uso del agua del que por décadas han hecho los menonitas en Chihuahua ya les cobró factura a ellos mismos, pues en suma, solo entre el 2016 y 2024 fueron 476 los miembros de esta comunidad que han tenido que buscar una nueva forma de vida en otras regiones del país, principalmente en los estados de Oaxaca, Durango, Yucatán, San Luis Potosí, Tabasco, Sonora, Sinaloa, Campeche, Quintana Roo, Zacatecas, Tamaulipas y Baja California, donde consideran que aún hay condiciones de sobreexplotación del agua.

Pero en esas regiones a donde se han trasladado los integrantes de este grupo poblacional, su relación con el uso desmedido del agua no es distinta a la que practicaron en Chihuahua; de manera extraña y en complacencia con el gobierno federal, los menonitas desplazados se han comenzado a apropiar del agua de las regiones a donde han llegado. El ejemplo más claro de ello es lo que sucede en el municipio de Hopelchén, Campeche, en donde ya son dueños de la mayor parte del agua disponible para consumo humano.

Hopelchén es uno de los 11 municipios que integran el estado de Campeche. Tiene una población de más de 41 mil habitantes, de los que el 23 por ciento no cuenta con servicio de agua en sus domicilios, lo que hace que mil 600 de ellos se tengan que suministrar con agua de lluvia, mil 500 se abastecen mediante pipas y otros 6 mil 330 pobladores se tienen que hacer de agua mediante el acarreo desde pozos, ríos o manantiales distantes a más de cinco kilómetros.

Aun así, al gobierno federal poco le ha importado la escasez de agua entre esta población, y no se ha medido en la entrega de concesiones para abastecer a la industria agroalimentaria de empresas de gran capital y a la que han comenzado a mantener activa los pobladores de origen menonita, las que se han privilegiado por encima de las necesidades del propio gobierno municipal para el abasto de la población.

El gobierno municipal de Hopelchén cuenta con autorización para explotar 20 pozos, que generan un volumen anual de 3 Millones 066 mil 366 metros cúbicos de agua, pero la planta agroindustrial de gran capital –considerado solo 25 empresas- tiene en su poder 28 pozos que generan un volumen de 15 millones 927 mil 844 metros cúbicos de agua. Eso es poco comparado con el beneficio que obtiene la población menonita allí asentada: ellos cuentan con 285 pozos que generan un volumen de agua superior a los 22 millones 369 mil 388 metros cúbicos por año.

El agua que explota los menonitas solo en un año en el municipio de Hopelchén, es equivalente a la que haría durante más de 13 años la Minera San Xavier S.A. de C.V., de la canadiense New Gold Inc., que ha consumido el cerro de San Pedro en el estado de San Luis Potosí, y por cuya explotación del suelo y del agua diversos grupos ambientalistas han hecho sendos llamado a frenar a la minera.

Hasta el cierre de la investigación de este trabajo, la sobreexplotación de agua que hacen los menonitas en Campeche, en donde se estima que ya son más de 30 mil los miembros de este grupo, no ha causado confrontación con sus vecinos, pero estos ya se han comenzado a inconformar debido a que los menonitas, en su afán de explotación económica de los recursos ignoran las regulaciones ambientales sin que haya autoridad que los someta.

Solo en la región de Los Chenes se puede observar como más de 800 hectáreas de selva han sido consumidas por los 59 aserraderos que los menonitas mantienen en operación, donde la devastación arbórea se observa imparable pese a que los habitantes del lugar les han clausurado, solo entre el 2017 y 2018, siete aserraderos que han contribuido a la modificación de la selva en cuanto a los flujos de agua pluvial.