Robos de arte sacro, imparables y sin investigación; Puebla a la cabeza

Por. J. Jesús Lemus

Cuando manos extrañas arrebataron de su altar la imagen del “Santo Divino Niño”, en el templo de Nuestra Señora de la Salud en Colima, la jerarquía de la iglesia católica en México volvió a poner el dedo en llaga; se reclamó, por enésima ocasión, por parte de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) una mayor seguridad para los templos católicos de todo el país.

“Fue un reclamo, como el que se ha venido haciendo en los últimos cincos años, de mayor seguridad tanto para los ciudadanos como para los propios templos”, dijo el área de comunicación de la CEM.

Y es que solo en los últimos meses, al menos 32 templos católicos de todo el país han sufrido los embates de la delincuencia, a veces común y a veces organizada, la que atenta no solo contra el patrimonio histórico en resguardo de la iglesia, sino contra la fe de miles de personas, que se ven despojadas de artículos vinculados íntimamente con su religión.

El caso del robo del “Santo Divino Niño” de Colima, es el más claro de los atentados a la fe que representa el robo de arte sacro. Desde que la imagen del santo fue sustraída de su altar, decenas de fieles rezan permanentemente ante el nicho vacío, en espera de que regrese la imagen adorada por la feligresía.

El párroco del templo de Nuestra Señora de la Salud, desde que se cometió el robo de la imagen, no ha dejado de insistir ante la autoridad ministerial del estado para que se dé con el paradero de la imagen y la captura del o los responsables, pero a la fecha no ha tenido respuesta.

Y es que aun cuando el robo de arte sacro en México se mantiene con las tasas más elevadas de todo el continente americano, este es uno de los delitos que menos se denuncian, y aún menos se investigan. De acuerdo con cifras extraoficiales de la Interpol México, del 2006 a la 2024, al menos 957 iglesias han sido asaltadas.

De ellas, solamente en 532 casos se presentó una denuncia formal ante las procuradurías de justicia de los estados o en delegaciones de la Procuraduría General de la República (PGR), pero de esas denuncias, solamente se pudieron integrar 102 averiguaciones previas, de las que solo en 26 casos, se ha podido lograr la detención de los responsables y la recuperación de los objetos robados

Puebla, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, son los estados que encabezan la lista nacional de atentados al patrimonio histórico que resguarda la iglesia católica, donde de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), solo en el periodo de gobierno de Vicente Fox fueron sustraídos un total de 493 objetos de arte sacro, en por lo menos 230 robos cometidos.

Reportes de la prensa nacional que apuntan que solo entre julio de 1991 y julio de 2024, se apunta a un mínimo de 3 mil 739 objetos que se reportaron como robados en varias iglesias de México. Esto no incluye lo no denunciado.

Según cifras del Centro Católico Multimedia, de los robos cometidos a los templos de la Iglesia Católica, el 42 por ciento de ellos son cometidos por grupos organizados que se dedican al tráfico internacional de piezas de arte, en tanto que el 37 por ciento se atribuye a personas integrantes de grupos de intolerancia religiosa, y solo el 21 por ciento es cometido por ladrones individuales que se buscan una forma de subsistir.

Ola de robos imparable

Igual que lo sucedido en el templo de Colima, también se registró un robo en el templo del Santo Niño Perdido, en el municipio de León, Guanajuato, en donde los ladrones sustrajeron dos alcancías vacías que se encontraban empotradas en la pared, ocasionado daños irreversibles a los muros construido en 1853.

Otro robo cometido al del Templo del Santo Niño Perdido, fue el que se registró en el templo de San Pedro, en la colonia Lomas del Marfil, en el municipio de Guanajuato, de donde los delincuentes se llevaron la figura de un cristo, cuyo valor económico se estima cuantioso, por tratarse de una figura de pasta de más de 100 años antigüedad.

También el pasado los delincuentes asestaron otro golpe, esa vez en el templo de La Divina Providencia en el municipio de Irapuato, en donde los ladrones solo pudieron llevarse el dinero contenido en unas alcancías, al no poder forzar la cerradura de la urna que contenía un cáliz de oro.

Los delincuentes, según explicó a la autoridad judicial el sacristán, Miguel Escamilla Vargas, llegaron a primera hora al templo y aun pudieron tomarse unas cervezas al pie del altar, mientras intentaban desprender unas imágenes religiosas que nos les significaron importancia al descubrir que estaban hechas de yeso.

El templo de San Isidro, en el municipio de Villa de Álvarez, también fue objeto de la delincuencia, según denunció la arquidiócesis de Colima, la que estableció que el robo a esa capilla ocurrió por un grupo de personas ingresaron por la noche para sustraer un cáliz bañado de oro.

En el municipio de Salvatierra, en el estado de Guanajuato, fue robado el templo de Santo Domingo, en pleno centro de la ciudad, de donde los delincuentes pudieron sustraer diversas joyas de oro con las que eran coronadas las imágenes de una virgen y dos santos. Ese fue el tercer robo que en menos de un año ha registrado este templo, de donde también se sustrajo dinero de las alcancías y un “Niño Dios” de más de cincuenta años de antigüedad.

En el estado de Puebla, el que de acuerdo con fuentes de la PGR ocupa el primer lugar en cuanto al robo de arte sacro, también los robos a templos católicos van al alza. Un grupo de delincuentes pudieron sustraer una imagen de San Judas Tadeo, que se encontraba a la entrada del templo de San Juan de Dios.

La imagen robada, según lo confirmó el vocero de la Arquidiócesis de Puebla, no tenía ningún tipo de valor artístico, ni histórico, sólo de devoción por parte de los feligreses, pero eso tal vez no fue considerado por los ladrones que ingresaron al templo ubicado en la Calle 5 de Mayo y 16 poniente en el Centro Histórico de Puebla.

Otro robo reciente, es el que se cometió en el templo del Barrio del Calvario, en el municipio de Tepeaca, en Puebla, en donde los delincuentes destrozaron parte del altar al intentar desempotrar una caja fuerte, en donde se presumió la existencia de joyas religiosas.

También en Amealco, municipio de Querétaro, la delincuencia se hizo presente. Allí fue saqueado el Santuario de la Preciosa Sangre de Cristo, ubicado sobre la carretera Amealco-Coroneo. Los ladrones tuvieron toda la noche para poder sustraer dos alcancías de limosnas, dos coronas de cristo, dos cálices, y el Santísimo Sacramento, estas últimas tres piezas bañadas de oro.

En el municipio de Cuetzalan, Puebla, los ladrones de arte sacro dieron un golpe a la capilla de la Virgen de Ocotlán; tras ingresar de noche, pudieron sustraer un cáliz y un copón de oro, cuyo valor histórico y religioso es por mucho al precio económico que pudieran tener en el mercado de los metales preciosos.

Puebla, primer lugar de atentados al arte sacro

Desde hace dos décadas, el estado de Puebla se ha colocado a la cabeza de la lista de los estados que más robos registra en los templos de la iglesia católica. Ello se debe no solo a que esta es la entidad con mayor número de templos y capillas de todo el país, sino a que allí se resguarda la mayor cantidad de arte sacro, registrada en el país, de acuerdo con las estadísticas del INAH.

Fuentes extraoficiales de la Fiscalía General de Justicia del estado, en los últimos 15 años se han registrado al menos 390 robos de piezas de valor histórico dentro de los templos católicos de la entidad.

Por esa razón, se modificó el código penal local para catalogar el robo de arte sacro como un delito grave. Fue una iniciativa impulsada por el entonces diputado local Mario Riestra Piña, coordinador de la bancada del PAN en el congreso local.

En ese entonces el congreso local de Puebla también hizo un exhorto a la cámara federal de diputados y senadores, a fin de legislar sobre un mayor castigo a los perpetradores de arte sacro, y se convocó a la realización de un inventario nacional sobre el arte en resguardo en todas las iglesias del país, mismo que ni se ha concluido a la fecha.

—oooOOOooo—