La de Carlos Manzo, una muerte anunciada; es la consolidación del Reino del Narco

Por. J. Jesús Lemus

Como en la Crónica de una Muerte Anunciada, todos en el municipio de Uruapan y en el resto de Michoacán sabían -menos él- que el presidente Carlos Manzo terminaría asesinado. Era evidente. Todo apuntó a ese desenlace desde que el presidente retó a los grupos del narcotráfico.

En un país, donde el imperio criminal es la cotidiana realidad, no podía pasar inadvertido el reto que el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, lanzó a los grupos del narcotráfico, a los que oficial y públicamente los convocó a que fueran por él.

La ambición del presidente Carlos Manzo, de ser el próximo candidato a la gubernatura del estado de Michoacán, fue lo que lo llevó al terreno de la imprudencia, a iniciar una guerra personal con el crimen organizado, concretamente contra el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Sabiendo lo que es evidente, que en Michoacán se ha perdido el estado de derecho. Que es una entidad donde el régimen de Estado Fallido prevalece desde hace décadas, y que el actual gobernador -Alfredo Ramírez Bedolla- es una nulidad como autoridad, Carlos Manzo quiso afianzar su carrera política postulándose como el hombre que estaba dispuesto a terminar con el narco.

Esa posición, alentada por algunos de sus asesores, cegados también por la ambición política, hicieron que Carlos Manzo saltara a las redes sociales y en los medios nacionales, como la alternativa de un nuevo perfil político, que encarnaba el coraje ciudadano, que iba por la recuperación de la paz.

Como eje de esa propuesta, la primera oferta pública que Carlos Manzo hizo fue la erradicación de los grupos del crimen organizado. A sus lideres los conminó oficialmente a que se fueran de la zona. Les pidió que dejaran en paz a la gente de bien, y remató retándoles a un enfrentamiento abierto.

Cegado por la necesidad de los likes, por más vistas y más seguidores en sus cuentas de redes sociales, buscando siempre hacer una declaración viral para incrementar su popularidad mediática, el alcalde Carlos Manzo -igual que sus asesores- no cayó en la cuenta en la serie de errores que se fueron acumulando para la construcción del escenario fatal.

Los errores que el alcalde no tomó en cuenta

El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, que ocurrió la tarde-noche del pasado 1 de noviembre, no fue un hecho fortuito. Tampoco fue algo que no se hubiese previsto en alguno de los escenarios políticos de la entidad. Este asesinato fue un evento que se fue construyendo a la vista de roda una nación, solo no lo vieron quienes no quisieron verlo.

Con una serie de errores que todos los mandos de gobierno ignoraron, incluyendo al mismo presidente, este magnicidio estaba por demás cantado desde hace mes. Y ante ello el gobierno federal no quiso ejecutar acciones radicales para al menos salvar la vida del presidente.

Esta no fue la primera ocasión en que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y la administración del secretario de Seguridad Omar García Harfuch, dejaron en la orfandad a un presidente municipal que pidió ayuda ante la invasora presencia del cromen organizado en su localidad.

No han sido eventos menores las muertes, incluyendo la de Carlos Manzo, de por lo menos 113 funcionarios públicos, principalmente del nivel municipal, que han sido asesinados en lo que va del gobierno de la Construcción del Segundo Piso de la Cuarta Transformación, encabezado por Sheinbaum.

Frente a la realidad del abandono federal a su suerte de aquellos funcionarios municipales que encaran al crimen organizado, también destaca -como en el caso de Carlos Manzo- la imprudencia de algunos servidores públicos, en un país gobernador por el crimen organizado, que por lograr popularidad y no por un acto de gobernabilidad retan a los grupos que tienen capacidad para comprar a presidentes de la república.

Hay quienes -aquí en Uruapan- dicen que ante la evidencia de lo que se venía tejiendo, la urgencia de una mayor popularidad mediática en busca de la gubernatura de Michoacán, la muerte del presidente Carlos Manzo, él mismo parecía que la llamaba con cada evento, discurso o manifestación política que tenía oportunidad de hacer.

El alcalde Carlos Manzo, no dejaba pasar cualquier oportunidad para hacer virales sus posicionamientos temerarios, que pasaban de la posición política y llegaban a tocar los linderos del suicidio. Nadie en su sano juicio reta una pelea a muerte al grupo criminal más poderoso de México, el Cartel Jalisco Nueva Generación.

El temerario reto que Carlos Manzo hizo al Cartel Jalisco Nueva Generación lo hizo en el corazón del imperio criminal de esa organización. Uruapan, desde que llegó el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla, se convirtió en la sede de los grupos criminales ligados al cartel que lidera Nemesio Oseguera.

Uruapan es la sede de los grupos criminales asociados al cartel Jalisco Nueva Generación. Están allí posicionados en espera de ocupar la zona de Tierra Caliente, la que disputan contra los remanentes de otros grupos delictivos, principalmente asociados con La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios.

Ese fue uno de los más grandes errores de Carlos Manzo, haber retado al Cartel Jalisco Nueva Generación a una confrontación, cuando esa agrupación criminal mantiene el control pleno de la ciudad de Uruapan, donde no se les ha trastocado por parte del gobierno estatal, desde la llegada del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla.

¿Gobernanza o populismo?

Una de las acciones que sin duda están ligadas al asesinato del alcalde Carlos Manzo, es el operativo que en agosto de este año lanzó el edil. Con su policía local, él al frente como si fuera un Agente del Ministerio Público, fue a la cacería de una célula criminal del Cartel Jalisco Nueva Generación.

Como saldo del operativo, ocurrido el 27 de agosto de este 2025, Carlos Manzo logró la detención del jefe regional de CJNG, un sujeto de nombre René Belmonte Aguilar, conocido como “El Rino” o “El Chamuco”, el que mantenía asolada la región por su violentó cobro de piso y la ejecución de todos los que se negaban a la extorsión.

Tras la captura de “El Rino”, el CJNG decretó oficialmente una cacería contra el alcalde de Uruapan, al que responsabilizó de otras acciones encaminada al debilitamiento de esa organización criminal. Tras recibir una serie de amenazas de muerte, el alcalde Carlos Manzo pidió protección al gobierno federal, pero fue ignorado por Omar García Harfuch.

Entre las acciones hechas por Carlos Manzo, que hoy serían línea de investigación para esclarecer el asesinato, y que afectaron al CJNG, destacan: la coordinación operativa que el alcalde hizo llevar a cabo más de 30 operativos con fuerzas federales, que culminaron en la captura de 12 líderes de cárteles y el incautado de 2 000 kilos de cocaína. 

Como parte de una “Reforma Policial”, Carlos Manzo inició un programa de capacitación en inteligencia comunitaria, reduciendo la corrupción interna del cuerpo de seguridad municipal. Además, estableció “Foros de Seguridad” que permitieron a campesinos reportar actividades sospechosas sin temor a represalias. 

Un año antes de su muerte, en marzo de 2024, en una conferencia de prensa, Manzo denunció públicamente la infiltración de narcotraficantes dentro del departamento de planificación urbana, lo que provocó reacciones de alarma y presión sobre los cuerpos federales.

Con estas acciones, el alcalde Carlos Manzo generó un repunte en las denuncias de amenazas a su persona por parte de grupos criminales. En junio de 2023, recibió tres amenazas escritas con códigos de colores; el segundo año, fue objeto de una llamada telefónica “cortada” en medio de un mensaje que decía: “No te atrevas a seguir interponiéndote entre nosotros”.

El asesinato

El crimen que cobró la vida del alcalde Carlos Manzo ocurrió la tarde noche del 1 de noviembre. Fue en la plaza municipal de Uruapan, mientras el alcalde, en compañía de su familia y de un grupo de funcionarios locales, celebraban el tradicional encendido de velas, con motivo de la conmemoración de la Noche de Muertos.

Se sabe que el alcalde estaba acompañado por su equipo de seguridad, por lo menos cinco elementos de la policía municipal, y cinco elementos de la policía de la Fiscalía del Estados de Michoacán. En las inmediaciones de la plaza se contaba con la presencia de 14 elementos de la Guardia Nacional, asignados a la seguridad del evento.

De acuerdo con la primera reconstrucción de hechos, de la Fiscalía del Estado de Michoacán, se sabe que el agresor se pudo acercar hasta donde caminaba el alcalde Carlos Manzo. Le disparó en por lo menos tres ocasiones, acertándole en el pecho y tórax, los que terminaron por quitarle la vida.

Al primer disparo el equipo de seguridad del alcalde reaccionó, dispararon casi a quemarropa contra el agresor, el que fue ejecutado en el lugar de los hechos, pero antes de morir logró responder con por lo menos otros tres disparos contra el equipo de seguridad, logrando lesionar a dos de los escoltas.

El alcalde recibió atención paramédica en el lugar. Por la gravedad de sus lesiones fue llevado al hospital regional de Uruapan, pero -según fuentes policiales-, murió antes de llegar al hospital.