“Las Mañaneras”, la punta de lanza de la 4T para matar al periodismo

Por. J. Jesús lemus

En ningún país del mundo democrático los periodistas y reporteros enfrentan las condiciones de violencia que se viven en México, solo por actuar en el ejercicio del periodismo con libertad de conciencia. El menor de los riesgos que se corren en México cuando se ejerce el periodismo vertical, con ética y sin entreguismos al poder, son las amenazas a la integridad física, el descredito social y las campañas de odio a través de las redes sociales.

Duele decirlo, pero en México, en términos de libertad para informar no hemos avanzado. Más bien parece que vamos en retroceso. Cada vez son más frecuentes los ataques que desde el poder se lanzan contra la prensa libre. Las administraciones de Andrés Manuel López Obrador y Claudisa Sheinbaum han resultado tan violentas para los periodistas independientes como en su momento fueron los gobiernos de Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón o Vicente Fox. Las cifras de periodistas asesinados o desaparecidos no dan pauta a la mentira.

De enero del 2000 a octubre del 2023 han sido asesinados en México un total de 264 periodistas o reporteros, y otros 21 se encuentran en calidad de desaparecidos. Las cifras oficiales no hablan de tal cantidad. Como siempre tienden a ocultar la realidad: la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, y la propia Fiscalía Especial para la atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) de la FGR, reconocen que solo el 75 por ciento de esos asesinatos y desapariciones son atentados a la libertad de expresión y agresiones al libre periodismo.

A pesar de ello, es innegable que en México, en los últimos 23 años, desde enero del 2000 a octubre del 2023, la violencia contra los periodistas y reporteros no ha cesado. Se ha incrementado. Las agresiones parecen sistemáticas. Se ha institucionalizado la violencia contra la prensa. Hasta se podría considerar que los ataques a la prensa libre son parte de una agenda de políticas públicas ejercida por el gobierno federal y muchos de los gobiernos estatales y municipales de todo el país, sin importar la procedencia de partidos políticos. Todo sea con el fin de reducir los cuestionamientos al poder desde el plano de la información.

Producto del mismo gobierno oligárquico que padece México, desde el 2000 al menos hasta el 2023, vienen en aumento las agresiones contra los miembros activos de la prensa independiente, los periodistas y reporteros que no trabaja para los Mass Media corporativos. Ese incremento en agresiones no solo obedece a la cada vez mayor relación que existe el crimen organizado y funcionarios de gobierno en cualquiera de sus tres niveles, también obedece a la intolerancia institucional de la clase gobernante que cada vez se muestra con una piel más sensible hacia los señalamientos de la prensa libre.

El desprecio del Estado hacia el trabajo periodístico nunca había quedado tan claro como con la postura pública manifiesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien desde su postura supuesta de izquierda se ha convertido en el Jefe del Ejecutivo mexicano con mayor cantidad de agresiones cometidas no solo a periodistas y reporteros, sino también a presentadores de noticias, comunicadores, opinadores y usuarios de las redes sociales.

Aques desde el púlpito presidencial

La llamada Conferencia Mañanera, un modelo híbrido de comunicación institucional, utilizado por el régimen de la Cuarta Transformación como aparato propagandístico bajo el disfraz de fuente informativa, se ha convertido en el principal instrumento de agresión para diversos actores de la prensa, tanto del sector libre –sin compromiso con los medios corporativos- como de la prensa militante, que tienen compromiso con sectores sociales y partidos políticos opuestos a los que apoyan al presidente Andrés Manuel López Obrador. Desde allí, todos los días se fustiga a los periodistas y comunicadores que cuestionan, con razón o sin ella la honestidad pública del gobierno en funciones.

Si bien es cierto que las agresiones que emanan de la Conferencia Mañanera contra los actores de la prensa libre y la prensa militante opuesta a la 4T, podrían considerarse agresiones blandas, por tratarse de falacias verbales que incitan al descredito público y a las campañas de odio contra algunos periodistas, reporteros, presentadores de noticias, comunicadores, opinadores y usuarios de las redes sociales, también resulta que esas agresiones –que en cualquier Estado democrático habrían causado sanciones al titular del Poder Ejecutivo- se tornan peligrosas, por el peso de la palabra del presidente Andrés Manuel López Obrador entre sus seguidores.

Esa podría ser una de las razones por las que los ataques como amenazas de muerte, campañas de desprestigio y agresiones en las redes sociales han aumentado en forma considerable en los últimos años, en contra de los agentes de la prensa libre y la prensa militante de centro derecha. A ello se puede atribuir el incremento en el número de solicitudes de inscripción dentro del Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, el órgano que creó el Estado para proteger a los periodistas y defensores de derechos humanos de las agresiones que muchas veces salen desde el mismo Estado.

El que vayan en aumento los ataques a los agentes de la prensa, y que eso mismo empuje al alza el número de solicitudes de incorporación al Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, no quiere decir que el llamado Mecanismo de Protección de Periodistas acepté todas las solicitudes de incorporación. Ese es otro gran tema que revela no solo la corrupción dentro del Mecanismo y sus directivos, sino la falsa política de protección a los periodistas que lleva el gobierno federal.

La estrategia es clara: el Estado mexicano convertido en uno de los principales agresores de la libertad de expresión y el libre periodismo, pero intenta negar esa posición ganada a pulso con el solo hecho de querer demostrar que no van en aumento las incorporaciones de agentes de la prensa en el Mecanismo de Protección. Por esa razón los directivos del Mecanismo de Protección niegan sistemáticamente la incorporación de más agentes de la prensa libre agredidos, bajo el argumento de la sinrazón para solicitar la protección oficial, aunque después muchos de esos que solicitaron la protección hayan sido ejecutados.

Solo por lo anterior, queda más que demostrado que hoy en México, hacer periodismo de verdad es un ejercicio de muerte. Es ponerse una diana en el pecho, y solo esperar a que llegue la bala. Después de todo, como en una ocasión lo dijo el periodista Javier Valdez Cárdenas, “siempre hay una bala que tiene tu nombre”, la cuestión –según me dijo el periodista aquella tarde de diciembre, en Guadalajara-, es saber cuándo y quien disparará esa bala.