Este jueves 20 de noviembre, en la Ciudad de México, padres, madres y familiares de personas desaparecidas se dieron cita en el Auditorio de la Arquidiócesis Primada de México, donde se realizó un encuentro de familias buscadoras presidido por monseñor Francisco Javier Acero Pérez, y que contó con la presencia de miembros y representantes de colectivos buscadores de diversos estados de la República, entre ellos Chiapas, Puebla, Guadalajara, Ciudad de México y Sonora.
Monseñor Acero Pérez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, señaló que, en ocasiones, como Iglesia no han actuado adecuadamente por miedo y desconocimiento ante el problema de las desapariciones en el país. Dijo que incluso algunos familiares de personas desaparecidas se han sentido excluidos del seno de la Iglesia, por lo que extendió un perdón a todos aquellos que enfrentan la dolorosa situación de tener un conocido en calidad de desaparecido.

El obispo reconoció que en muchas comunidades los sistemas de seguridad que deberían cuidar a la población no funcionan, por lo que el miedo y el crimen organizado imperan en ellas. Ante esto, invitó a dar inicio al conversatorio para escuchar los testimonios de los familiares buscadores que no han sido atendidos por las instituciones adecuadas y, de esta manera, dar visibilidad a la situación de las desapariciones, así como trazar una ruta de actuación y coordinación entre sociedad civil, Iglesia, colectivos y autoridades.

Tras un minuto de silencio en nombre de los desaparecidos, Gustavo Hernández, quien en abril pasado pidió a la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, ayuda en la búsqueda de su hijo, fue el primero en tomar la palabra. Señaló la falta de atención de las autoridades ante los casos de desaparición ocurridos en el territorio nacional y pidió al obispo decirle al papa León XIV que a las autoridades de México no les importa el Estado de derecho ni la población, por lo que lo invitó a hablar con las autoridades mexicanas.

La hermana de Germán Martínez, quien desapareció el 17 de octubre de 2023, fue la segunda en compartir su testimonio. Señaló la omisión de las autoridades tanto de la Ciudad de México como del Estado de México. Relató que, ante la desaparición de Germán, solicitaron las grabaciones del Tren Suburbano, donde fue captado por última vez por las cámaras de vigilancia de una estética; sin embargo, las autoridades afirmaron que las cámaras no funcionaban, además de señalar que Germán podría haber usado o no el Suburbano.
Ante la desaparición de Germán, su hermana afirmó que, gracias a los colectivos de familias buscadoras, consiguió un poco de paz. Recalcó lo difícil que es enfrentar la desaparición de un ser querido y la ronda de preguntas constantes que acosan el pensamiento: “¿Ya habrá comido?”, “¿Estará bien?”, entre otras.
Denunció la frialdad con la que las autoridades atienden los casos de desaparición, muchas veces con indiferencia, en contraste con los casos de familiares de políticos, quienes son encontrados en menos de 72 horas, mientras que otras familias pasan años sin noticias de sus desaparecidos.
A través de un escrito, Maribel Enciso, mamá de María José Monroy Enciso, desaparecida con violencia en 2010, compartió su testimonio, denunciando la ineficiencia de las autoridades, que no cuentan con protocolos de actuación ante las desapariciones. Pidió a los medios de comunicación y a la Iglesia católica difundir los rostros de los desaparecidos para ayudar en su localización.
En su intervención, Ceci Flores, fundadora y miembro del Colectivo Madres Buscadoras de Sonora, agradeció a monseñor Acero Pérez por proponer el encuentro, pues gracias a eventos como este muchos familiares víctimas de desaparición encuentran una pizca de esperanza.
Ceci Flores denunció que las autoridades y la población, ante la desaparición de alguien, suelen especular sobre si la víctima es parte del crimen organizado, invalidando de esta manera la gravedad de los casos de desaparición.

Añadió que el Gobierno de México ha sido omiso ante el grave problema que aqueja al país e instó a la población a abrir los ojos ante la crisis de desapariciones:
“Si todos los desaparecidos fueran buscados por un familiar, solo por un familiar, imagínense la multitud de padres en las calles, en los montes, en la búsqueda: ya no los desaparecerían. Pero mientras las madres nos conformemos con lo que la autoridad nos dice o nos da para mantenernos callados, esto va a seguir igual…”
Recalcó que es gracias al amor y la lucha que colectivos y familiares llevan a cabo que ha sido posible encontrar a muchas personas, así como dar una adecuada sepultura a otras tantas que ya no se encuentran en una fosa clandestina en medio de la nada.
La madre buscadora dijo que muchas veces la Iglesia también ha evitado a familiares de desaparecidos; sin embargo, entiende el miedo y la desprotección a la que miembros del clero están expuestos. Asimismo, recalcó que es gracias a la unión entre todos los sectores de la sociedad que esta situación llegará a su fin.
Ceci Flores recalcó que es necesario evitar la confrontación entre colectivos, pues no se trata de una competencia; por el contrario, es imperante que el apoyo mutuo sea la base de su lucha.
Jaqueline Palmeros, madre buscadora de la Ciudad de México, comentó que muchas familias de la capital no pudieron asistir, pues se encuentran en trabajos de exhumación.

Jaqueline es madre de Jael Montserrat Uribe Palmeros, quien fue localizada sin vida en el Ajusco el 18 de noviembre de 2024. Dijo que el término “madres buscadoras” debería modificarse, pues actualmente muchos familiares se dedican a la búsqueda de sus desaparecidos, incluidos niños y adolescentes.
A esto sumó un agradecimiento a monseñor Javier Acero, ya que en épocas pasadas la Iglesia les había cerrado las puertas. Rememoró que en una ocasión asistió a una iglesia a pedir la realización de una misa para su hija desaparecida, recibiendo una negativa como respuesta, pues “no existen las misas para desaparecidos”.
Liliana, proveniente de Chiapas, quien busca a sus dos hijos desaparecidos desde 2024, señaló que en el estado las desapariciones antes de 2022 no existían, por lo que su colectivo es reciente y carece de experiencia. Sin embargo, denunció que las autoridades estatales no las apoyan, pues para ellas “no hay desaparecidos”.

El padre Jorge Atilano González, quien también encabezó el encuentro, dijo que las desapariciones en el país son originadas por tres graves crisis: la ausencia de sanciones u órganos encargados de sancionar a las autoridades de las fiscalías que actúan con indiferencia u omisión; la inseguridad, pues el crimen organizado ha encontrado en las alcaldías y municipios una manera de financiar sus operaciones; y el problema forense en México, pues muchos familiares desaparecidos se encuentran en fosas o, si han sido recuperados, no han sido identificados por el Estado.

Jorge Atilano dijo que la Iglesia se siente cercana a las familias buscadoras, pues también han sido víctimas de la violencia que impera en el territorio nacional. Como prueba mencionó lo ocurrido en lo que va de 2025, donde se ha registrado el asesinato de tres sacerdotes, algo que no se había visto antes.
La crisis de inseguridad urge a familias, colectivos, sociedad civil e instituciones a cerrar filas para enfrentar activamente la enorme crisis de desaparecidos que hay en el país. La Iglesia, por su parte, busca lograr la creación de mesas de trabajo entre colectivos y autoridades estatales, persiguiendo un modelo que ha dado buenos resultados en el estado de Puebla y que ha sido mediado por la institución clerical.

