Nada de lavar la ropa sucia en público
El problema no es que existan diferencias en Morena —sería más preocupante que no las hubiera—, sino que bel partido ha convertido la lealtad ciega en su único principio ético. La honestidad ya no se mide por los actos, sino por la capacidad de callar. La justicia ya no se ejerce, sino que se negocia entre camarillas. Y la unidad, lejos de ser un ideal democrático, se ha vuelto una camisa de fuerza ideológica
