Habla la esposa de Servando Gómez Martínez, “La Tuta”; denuncia persecución y las relaciones de Felipe Calderón con el Narco
Ana María Patiño sabe que ya está cercana su liberación. Eso la pone muy contenta. Solo a veces se asoma una sombra de duda por sus ojos, mientras platica: Teme que en el gobierno federal, en la actual administración del presidente López Obrador, todavía exista la consigna de seguir castigándola por su único delito que fue hacer vida marital con Servando Gómez Martínez
Por. J. Jesús Lemus
“Hace mucho que no sé de él –dice frunciendo la boca para reprimir el coraje, que se le nota en el brillo de sus ojos-. Donde quiera que esté, que Dios lo cuide y que le dé muchos años de vida. Yo no lo puedo perdonar. Lo odio. Lo odio porque hizo de mi vida y de la de mis hijos un infierno, del que todavía estamos pagando las consecuencias”.
Así habla Ana Maria Patiño López de su esposo Servando Gómez Martínez “La Tuta”, el ex jefe del Cartel de los Caballeros Templarios, quien se encuentra recluido en la cárcel federal de Almoloya, a la espera de la sentencia que corresponde al proceso penal en el que el gobierno mexicano lo acusa de los delitos de Delincuencia Organizada, Fomento al Narcotráfico y Lavado de Dinero. Por esos delitos podría recibir al menos 70 años de prisión.
Ana María Patiño López es la primera esposa del que se considera el más importante jefe del narcotráfico detenido en Michoacán. Ella se encuentra recluida -desde octubre del 2014- en la cárcel estatal “David Franco Rodríguez” de Morelia. Ya son más de siete años los que Ana María lleva de encierro. Dice que durante ese tiempo solo se ha dedicado a odiar al que fue su compañero de vida por más de 15 años, y padre de sus tres hijos.
Luego de negociaciones de casi dos meses, Ana María Patiño López, ya de 53 años de edad, por fin decidió hablar en una entrevista para Los Ángeles Times. Es franca. Abierta. Como toda la gente de Tierra Caliente, confía en la palabra. Sólo pide que lo que ella diga en la entrevista se escriba puntualmente, sin exageraciones ni omisiones. Quiere romper el silencio y contar cómo ella misma y su familia han sido víctimas del gobierno y del narcotráfico.
La reunión se pacta dentro de la cárcel estatal de Morelia. Hoy, con el cambio de jefe del Ejecutivo del estado de Michoacán, una vez que el perredista Silvano Aureoles ha sido remplazado en el cargo por el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, emanado de las filas de Morena, hay una apertura sin precedentes de los centros de readaptación social.
El gestor de esta nueva política, con la que se busca garantizar a las personas privadas de su libertad el pleno derecho a su libertad de expresión, es Ignacio Mendoza Jiménez, el coordinador de los centros penitenciarios de Michoacán. Él es quien permite el encuentro del periodista y la interna. Ella sonríe amablemente.
Los más de siete años que lleva presa, Ana Maria Patiño los ha podido soportar gracias al cariño de sus tres hijos; Uber y Alejandra Sayonara, no dejan de estar presentes cada semana. Le llevan insumos básicos de higiene personal, a veces algunos libros para que lea. Pero, siempre le hacen pasar días enteros de felicidad, aun dentro de la cárcel, dice.
Luis Servando –el hijo mayor- le da ánimos por teléfono. Él no la puede visitar. Luis Servando se encuentra recluido también en la cárcel federal de Almoloya, en el mismo módulo de alta seguridad en el que se encuentra su padre, Servando Gómez Martínez “La Tuta”. Luis Servando está acusado también de Delincuencia Organizada y Fomento al Narcotráfico. Se le acusa de ser parte de la red delictiva del Cartel de los Caballeros Templarios.
“Pero ya el año que entra (en este 2022) Luis Servando cumple su sentencia” –dice Ana María Patiño algo aliviada-: “ya va a salir de la cárcel y va a retomar de nueva cuenta su vida”. Los ojos se le tornan más brillosos. Se le nota en el rostro que eso la mantiene el pie. Luego, una sombra de dudas le cruza por su mirada. Reconoce que tiene miedo que el gobierno federal siga insistiendo en destrozar a su familia solo porque es la familia de “La Tuta”, el temible fundador del Cartel de Los Caballeros Templarios.
-¿O será que si estaban ustedes relacionados con la actividades del cartel de su esposo?
-Nunca –asegura enfática-. Nosotros, yo y mis tres hijos, nunca nos relacionamos con lo que hacía Servando. Ese era su asunto. Muchas veces yo le insistí que dejara su vida criminal…
-¿Y qué le decía él?
-Se enojaba. Me gritaba. Me decía que no me metiera en sus asuntos. Decía que eran sus cosas y que esa vida era la que le gustaba. Luego terminaba reprochándome el dinero que me daba. Decía: “pero bien que te gusta el dinero que te doy”. Eran pláticas que siempre terminaban en discusión.
-¿Y sí le gustaba el dinero que le daba su esposo?
-¿A quién no? –Responde de botepronto. Luego recompone-: pero no eran grandes cantidades de dinero lo que daba para la casa. Mantenía a la familia como cualquier jefe de familia, con lo indispensable. No había grandes cantidades de dinero. Sí, a veces si había lujos, pero en la casa no había dinero a manos llenas, como cualquiera pudiera pensar. Eran los gastos normales, como los de cualquier familia de clase media.
-Pero ¿usted sabía de donde procedía el dinero con el que “La Tuta” mantenía a su familia?
-Por supuesto. Claro que sabía que el dinero que Servando llevaba a la casa había salido del narcotráfico. Pero estoy segura que no estaba manchado de sangre.
-¿Nunca supo usted de algún asesinato cometido por su esposo?
-No. Y eso lo puedo asegurar. Servando era narcotraficante, no un asesino. Nunca, ni por versiones de otras personas, supe que Servando hubiera asesinado a nadie. Él solo fue un narcotraficante. De eso estoy segura.
-En la vida en común que llevaban, usted y Servando Gómez Martínez ¿sintió en alguna ocasión que a él le gustaba la vida criminal que llevaba?
-Sí. A él le gustaba esa vida. Sobre todo porque Servando siempre ha sido dado a que la gente lo quiera, lo admire y lo respete. Eso es lo que realmente, creo, fue lo que lo mantuvo como jefe del cartel.
-¿Su esposo era dadivoso con otras personas? Hay videos en donde se le ve repartiendo dinero a la gente.
-Sí. Era muy dadivoso. Siempre buscaba a quien ayudar con dinero. Pero, lo hacía más que por ayudar, por sentirse querido por otras personas. Así era él: quería que todos los admiraran por eso. Quería que todos sintieran que él era el que podía todo.
-¿Y así era dentro de su familia?
-Sí. Por ese lado no hay reclamo. Siempre fue un padre muy amoroso con mis hijos. Nunca permitió que a mis hijos les faltara algo.
Sin embargo –reconoce Ana María Patiño- hoy Servando Gómez les hace falta a sus hijos. Al menos a los dos que están en libertad, a Uber y Alejandra Sayonara, le hace falta tenerlo cerca, como seguramente a Servando Gómez le hace falta ver a sus dos hijos.
En la prisión de Almoloya, en donde se encuentra recluido Servando Gómez Martínez, nadie lo visita. Solo tienen acceso a él sus abogados. Solo dos de ellos lo visitan de manera frecuente para tenerlo al tanto de su proceso penal. No tiene visita familiar. Es una decisión que él mismo ha tomado. Dice Ana María Patiño que es porque no quiere que su hija lo vea en la condición de reo.
Alejandra Sayonara es la única de la familia de “La Tuta” que lo puede visitar. Su otro hijo, Uber, no puede entrar a la cárcel de Almoloya porque ya fue procesado penalmente. Y aun cuando resultó absuelto de los delitos de Lavado de Dinero y Delincuencia Organizada, quedó imposibilitado -por norma del sistema carcelario federal- para entra como visita a una cárcel federal. Así es el sistema mexicano.
-¿Servando Gómez no tiene más hijos que lo visiten?
-Sí. Tiene otros 20 hijos, la mayoría de ellos menores de edad, con dos distintas mujeres, pero desconozco la razón por la que no lo visitan. Eso es cosa que a mí no me interesa. Solo sé que allí en donde está, no quiere que nadie lo vea. Creo que es un asunto de dignidad.
Mientras Servando Gómez Martínez ha optado por el auto abandono dentro de la cárcel federal en la que se encuentra, Ana Maria Patiño, su esposa, lo sigue odiando. Dice que por su culpa –por la imagen delictiva que “La Tuta” se formó en los medios de comunicación, donde lo calificaron como el narcotraficante más peligroso de México- ella está pagando las consecuencias.
Ana María Patiño no entiende por qué a ella se le ha vinculado al Cartel de los Caballeros Templarios. Ella –dice- que no participaba en nada dentro del grupo de narcotraficantes que encabezaba su esposo. Ni siquiera sabía qué era lo que hacían los miembros de esa organización. A veces sabía de los hechos criminales de Los Caballeros Templarios, pero era solo por lo que daban a conocer las noticias de la televisión.
Aun así Ana María Patiño López fue detenida por elementos de la Policía Federal, en un operativo de seguridad realizado sobre la carretera Morelia-Aeropuerto, el día 22 de octubre del 2014. Se le acusó de tener en posesión 119 mil 600 pesos mexicanos y 6 mil 350 dólares, de los que no pudo comprobar su procedencia.
Ese dinero si lo traía yo –explica detalladamente-. Pero no era para cosas indebidas. Era para comprar algunas unos terrenos. Y el dinero ni siquiera me lo había dado Servando. Era parte de un ahorro que estábamos haciendo mis hijos y yo.
Sin embargo, esa explicación vertida ante un juez federal, de nada sirvió. Ella fue sentenciada en el 2018 a 7 años y seis meses de prisión, los que terminará de cumplir a mediados de este 2022, cuando espera salir en libertad, si ya no hay ningún reclamo por parte de la justicia, pues todavía se le acusa de cohecho y de portación de pastillas psicotrópicas, lo que asegura la indiciada que “es una mentira”. Las pastillas –dice- fueron sembradas por elementos de la policía y nunca trató de sobornar a nadie.
A pesar de ello, Ana Maria Patiño lleva su cárcel con resignación. Trata de ocuparse todos los días en actividades distractivas; por lo general es muy participativa en todos los eventos de readaptación que organiza la dirección del penal. Es muy querida entre todas las mujeres que comparten la prisión con ella. Su personalidad amable y maternal le ha hecho ser una especie de psicóloga para otras compañeras de celdas.
Le gusta escuchar los problemas de las demás, pero sobre todo –dice- trata de orientarlas con un consejo. Eso es lo único que se puede dar entre las internas de la cárcel estatal de Morelia. Dice que se pone feliz cada vez que una de sus compañeras termina su sentencia y se le decreta la felicidad. Ella espera que cuando también le toque salir de la cárcel, otras compañeras se pongan felices. Esa es la mejor muestra de hermandad que se puede tener en el encierro.
Ana María Patiño sabe que ya está cercana su liberación. Eso la pone muy contenta. Solo a veces se asoma una sombra de duda por sus ojos, mientras platica: Teme que en el gobierno federal, en la actual administración del presidente López Obrador, todavía exista la consigna de seguir castigándola por su único delito que fue hacer vida marital con Servando Gómez Martínez.
Ella tiene razones para dudar de que cese el hostigamiento del gobierno federal hacia ella y su familia. Recuerda que durante el régimen de Enrique Peña Nieto, por gestiones del Comisionado para la Paz y el Desarrollo de Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes, la persecución fue brutal. Se le acorraló a toda la familia de “La Tuta”, “aun sin que nosotros estuviéramos relacionados con el cartel”, dice.
Por eso de manera pública solicita a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) que revise la actuación de los funcionarios federales que la llevaron a prisión, los mismos que –entonces encabezados por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong- cometieron atropellos contra ella y sus dos hijos, Uber y Luis Servando.
Se queda callada por momentos. Parece que el pensamiento se le va solo ella sabe a dónde. Supongo que ella piensa en sus hijos, en cómo está viviendo su prisión Servando Gómez Martínez, tal vez piensa en su hija Alejandra Sayonara que tuvo que exiliarse un tiempo a Estados Unidos, para escapar a la persecución del gobierno mexicano.
Pero no. Ella piensa en el ex presidente Felipe Calderón. “¿Y a él cuándo le va a llegar la justicia?” Me pregunta cambiando los papeles de la entrevista. No sé qué responder. ¿Por qué la pregunta? le reviró ¿Qué tiene que ver el ex presidente Felipe Calderón? Ella solo sonríe:
-Porque Felipe Calderón era el principal protector de mi esposo –responde-, y hasta el momento yo no he visto que se le haya iniciado un proceso penal.
-¿Qué tanto protegió Felipe Calderón a su esposo “La Tuta” y al Cartel de los Caballeros Templarios?
-Siempre lo protegió. Calderón le dio a Servando toda la autoridad para que hiciera lo que quisiera en Michoacán. Todas las actividades del Cartel y de Servando tenían la autorización de la Presidencia de la República, por eso pregunto ¿Cuándo se le va a meter a la cárcel a él?
Ella misma se responde: ojalá que en este gobierno –el de Andrés Manuel López Obrador- se hagan las cosas bien y que se investigue la responsabilidad de Felipe Calderón y que se le lleve a la cárcel, porque ese señor tiene mucho que pagar.
Luego da por concluida la entrevista. Silenciosa Ana Maria Patiño se levanta y se pierde entre los andadores alambrados de la cárcel de Morelia. Se abraza con otras internas que ya la esperan a unos metros de distancia. Festejan el encuentro como si se acabaran de conocer. Entre el grupo que la arropa todavía alza la mirada por encima de su hombro izquierdo solo para decirme: “la próxima vez te cuento lo de Felipe”.