Por Noé Zavaleta/La Opinión de Mexico
Ciudad de México.- Claudia Sheinbaum llegó a la Presidencia con una legitimidad inédita: más de 30 millones de votos y un respaldo popular que supera el 80% en las encuestas. Nunca, en las últimas cuatro décadas, una mandataria había gozado de tal nivel de aprobación en su primer año. El poder político está de su lado: controla la mayoría en el Congreso, cuenta con el respaldo de los gobernadores morenistas y mantiene la bendición de López Obrador. Sin embargo, gobernar va más allá de la popularidad. Y es ahí donde la narrativa del “segundo piso de la transformación” comienza a desmoronarse.
Promesas sobre papel
El arranque de Sheinbaum estuvo marcado por un listado de promesas que buscaban darle continuidad al proyecto de la 4T:
•La apertura de 31 hospitales bajo la red IMSS, IMSS Bienestar e ISSSTE.
•Abasto de medicamentos gratuito, con la promesa de superar el 90%.
•La reducción de la pobreza, con cifras que muestran una caída del 41.9% en 2018 al 29.5% en 2024, el nivel más bajo en 40 años.
•La construcción de 390 mil viviendas hacia 2025 como parte de una meta mayor sexenal.
•Disminución en homicidios dolosos y feminicidios, bajo un discurso de mayor intervención estatal en la seguridad.
•Reformas estructurales al Poder Judicial, mayor gasto social y crecimiento económico acompañado de inversión extranjera récord.
En el papel, parecía un gobierno que arrancaba con rumbo fijo. En la realidad, las grietas comenzaron a aparecer desde los primeros meses.
Salud: hospitales de cartón y medicinas fantasma
El gobierno presume que se han inaugurado 15 hospitales, pero la verdad es que muchos siguen sin quirófanos operativos, sin personal suficiente y con insumos incompletos. Los otros 16 prometidos aún esperan. Mientras tanto, persiste la escasez de medicamentos: antibióticos, analgésicos y tratamientos básicos siguen ausentes en farmacias hospitalarias. Los reportes oficiales hablan de un “abasto superior al 90%”, pero los testimonios de pacientes contradicen esa cifra con historias de cirugías canceladas y largas listas de espera.

El problema no es nuevo, pero tampoco se ha corregido. El sistema de compras consolidadas y la falta de pago a proveedores han ahuyentado a empresas, comprometiendo aún más el futuro del abasto. En el primer año de Sheinbaum, el derecho a la salud universal sigue siendo un discurso más que una realidad tangible.
Pobreza: estadísticas a modo, realidades invisibles
Sheinbaum presume la reducción de la pobreza como uno de sus mayores logros: el 29.5% de la población estaría en esa condición, el nivel más bajo en cuatro décadas. Sin embargo, especialistas advierten que la medición es multidimensional y no refleja la precariedad cotidiana: familias con ingresos mínimos que no tienen acceso a medicinas; hogares con “algo más” de ingreso, pero que carecen de agua potable o drenaje.

A esto se suman la inflación, el alza en el costo de la canasta básica y un acceso desigual a servicios. En la calle, la supuesta reducción de la pobreza se siente poco: los programas sociales alivian, pero no resuelven la desigualdad estructural.
Economía y empleo: récords que no alcanzan
El país registra cifras récord en inversión extranjera y empleo formal, según datos oficiales. Pero la realidad es más matizada: el crecimiento económico es moderado, insuficiente para garantizar bienestar en todos los sectores. Hubo meses donde la creación de empleo fue de las más bajas en décadas para ese mismo periodo, lo que exhibe fragilidad en la recuperación. La inversión privada sigue contenida por la incertidumbre política y la falta de garantías jurídicas.
Seguridad: la estadística vs la percepción
Sheinbaum asegura que los homicidios dolosos han disminuido. Sin embargo, la percepción ciudadana es otra: 7 de cada 10 mexicanos se sienten inseguros en su localidad. La violencia ligada al crimen organizado sigue desbordando regiones enteras del país, con masacres, desapariciones y territorios sin ley. La impunidad, la ineficacia en las investigaciones y la falta de coordinación entre autoridades mantienen viva la sensación de un Estado incapaz de recuperar el control.

Reformas y poder absoluto
En el Congreso, Sheinbaum ha apostado por un paquete de reformas que van desde la reestructuración del Poder Judicial hasta cambios en materia de derechos sociales. Pero muchas siguen estancadas, mientras que la intervención creciente del Ejecutivo en la vida pública alimenta el temor de un nuevo régimen de partido hegemónico, donde las instituciones son debilitadas en nombre de la transformación.
La tormenta detrás de la fachada
Si algo ha marcado el primer año de Sheinbaum no son las promesas cumplidas, sino las sombras que se acumulan: el huachicol fiscal que costó al país más de 177 mil millones de pesos, con posibles vínculos de altos mandos militares; las denuncias de vínculos del narco en campañas de Morena; la sistemática destrucción institucional que empezó López Obrador y que Sheinbaum ahora profundiza.
El discurso oficial insiste en que se construye un “segundo piso de la transformación”. La realidad es que ese edificio se levanta sobre un país con hospitales a medias, medicinas ausentes, pobres que siguen siendo pobres aunque las estadísticas digan lo contrario, un empleo que no alcanza para todos y una violencia que no da tregua.
Sheinbaum es hoy la presidenta más aprobada en 40 años. Pero la popularidad no gobierna. Y a un año de su mandato, México sigue atrapado en una paradoja: un régimen fuerte en poder político, pero débil en resultados.