Por. J. Jesús Lemus
Hasta antes de asumir su conciencia social, para encabezar la formación de los grupos de autodefensa en Michoacán, el doctor José Manuel Mireles Valverde era un ciudadano más, con sus virtudes y sus demonios a tope. Nació en Tepalcatepec, en el estado de Michoacán el 24 de octubre de 1958, el mismo día que el gobernador David Franco Rodríguez arribó a la comunidad para inaugurar la clínica del centro de salud, la que a lo largo de los años sería dirigida por el propio Mireles Valverde.
Desde niños era guerroso –cuentan algunos contemporáneos en su pueblo-. No se estaba quieto. Creció corriendo por la casa de los abuelos paternos, los que lo consentían en exceso.
Le gustaba meterse entre las patas de las vacas para tentar cuál de las ubres tenía más leche. Le gustaba tomar la leche bronca, recién ordeñada. Por eso no salía del corral en donde estaban las vacas.
Nunca fue de pleitos. Pero tampoco era dejado. Creció corriendo entre el barrio de Buenos Aires y la colonia Catarino Torres, al poniente de la ciudad, en donde los muchachos mayores se burlaban de él por su aspecto larguirucho.
Estaban de moda los pantaloncillos cortos para la escuela, pero él siempre se negó a usarlos. Siempre fue objeto de bromas por su aspecto famélico y estatura sobresaliente. En sexto año de primaria ya rebasaba el metro con 60 centímetros de altura.
Sus piernas flacas eran el motivo de los más crueles chascarrillos. Es el más chico de cinco hermanos que crió el matrimonio formado por don José Mireles Gonzales y doña Margarita Valverde de Mireles.
El Doctor Mireles curso sus estudios básicos en la cabecera municipal de Tepalcatepec, solo distraído en ocasiones por la pobreza en la que vivía, lo que lo obligaba a ayudar a veces a su padre en las jornadas de trabajo. Don José, que era albañil.
Fue en esas jornadas cuando Mireles sufrió un accidente golpeándose la cara de con una varilla, lo que le dejó una cicatriz en el parpado izquierdo. Al terminar su formación básica en Tepalcatepec, se fue a estudiar su preparatoria a Irapuato.
El joven Mireles tenía la intención de entrar a estudiar en la escuela militar de Irapuato. Aspiraba a ser médico militar y por eso se decidió a salir de Michoacán para ingresar a la escuela preparatoria oficial de Irapuato. Allí le apodaron El Chiquilín.
El carácter reservado y pacífico de Mireles –que resaltaba en la ajetreada comunidad estudiantil- le valió para incluirse en la sociedad de alumnos de esa escuela. Durante los tres años que cursó sus estudios se mantuvo dentro de la comunidad estudiantil en diversas carteras.
Al concluir la preparatoria en Irapuato, Mireles regresó a Michoacán. Ingresó a la escuela de medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo de donde se tituló con la generación de 1988.
Obtuvo el título como Médico Cirujano y Partero, asignándole la cedula profesional número 1285178. Regresó a su pueblo natal enfundado en la corta bata de médico que lo habría de caracterizar toda su vida.
Siendo estudiante de la Universidad Michoacana, José Manuel Mireles Valverde se afilió al PRI. En 1984 ingresó al Movimiento Nacional de la Juventud Revolucionaria, colaborando en la cartera de prensa y propaganda.
Eran los tiempos del PRI bajo el control del gobernador -y aun priista- Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Por disposición del ingeniero Cárdenas Solórzano, Mireles se sumó la campaña de su candidato para gobernador de Michoacán, Luis Martínez Villicaña.
Al no ser incluido en ninguna cartera del nuevo gobierno estatal, al término de sus estudios de medicina, Mireles regresó a Tepalcatepec. Su carácter afable que mantuvo desde niño le ganó siempre popularidad entre todos los vecinos de su pueblo natal. Se integró al comité municipal del PRI.
Desde Morelia le encomendaron la organización y el funcionamiento del comité directivo local. En menos de tres meses, aquel recinto abandonado que se ubicaba a un lado de la presidencia municipal comenzó a ser el atractivo para los interesados en la política. La gente abarrotaba el comité cuando Mireles discursaba sobre la pobreza y las tareas a realizar para sacar adelante al municipio.
Lo que comenzó casi como una diversión terminó siendo para Mireles una de sus experiencias más desastrosas. Se ilusionó con la política y por ello aspiró a ser candidato a la presidencia municipal de Tepalcatepec.
Bajo el argumento de no tener la experiencia política necesaria, el registro para ser alcalde se le negó desde Morelia. No se le dejó participar en la elección interna por decisión del entonces presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, Fausto Vallejo Figueroa.
Decepcionado por su fracaso político Mireles decidió dedicarse por completo a la práctica de su profesión. Abandonó las filas del PRI y se dedicó a sus dos pasiones: la cacería y el ejercicio de su profesión.
Antes que caminar José Manuel Mireles ya era cazador. Él mismo lo cuenta que con apenas unos meses de edad su padre lo llevaba a dispararle a los animales. Su padre lo amarraba a la bicicleta y se iban en busca de patos y venados. Se enseñó a disparar con la escopeta antes que a escribir. La afición por la cacería se le quedó cincelada en la piel. Sus mejores amigos los hizo en el monte.
Mireles se casó antes de terminar sus estudios. Contrajo matrimonio con Ana Delia Valencia Chávez. Del matrimonio nacieron 3 mujeres y 2 varones, sobre los que la mayor parte del día estaba prodigando su cariño de padre.
Se olvidó de sus aspiraciones políticas y comenzó a ver que el dinero no alcanzaba. Un día, uno de sus amigos de cacería le propuso un negocio simple: desde su consultorio se encargaría de avisar a los que estaban en el monte –a través de un sistema de radiocomunicación-, sobre el arribo de la Policía Judicial Federal. Los que estaban en el monte se dedicaban a la siembre y cosecha de mariguana.
Era el 9 de noviembre de 1988 cuando un operativo de la Policía Judicial Federal arribó a la cabecera de Tepalcatepec. Mireles no tuvo tiempo de avisar a sus amigos sobre la presencia policial.
Antes de darse cuenta un comando de federales estaba entrando a su consultorio para confiscar el sistema de radio comunicación. Un soplón le había dicho a la policía federal que Mireles era el encargado de avisar a los “mariguaneros” de la presencia de la autoridad en el pueblo.
El operativo que encabezó José Luis Arriaga Sierra concluyó con la detención de José Manuel Mireles Valverde, Ricardo Mireles Valverde, Jesús Cisneros Andrade y Jesús Cortez Leal. El resto del grupo alcanzó a huir.
A los dos últimos los detuvieron en posesión de casi dos toneladas de mariguana que había colectado entre sembradores de las comunidades de Agua Buena, El Mechón y Los Laureles, en donde la actividad más común era el cultivo de mariguana, para su venta a compradores foráneos.
Mireles, junto con los otros detenidos fue acusado de delitos contra la salud, en la modalidad de siembra y cosecha de mariguana. Las indagatorias del ministerio público terminaron por imputarle al doctor la posesión y propiedad de 86 kilos de mariguana.
Se le instruyó el proceso penal 209/988, el que lo mantuvo preso en el penal estatal de la ciudad de Uruapan. El juez de la causa encontró que José Manuel Mireles Valverde era responsable de los ilícitos acusados. El 15 de mayo de 1991 fue sentenciado a 7 años y 3 meses de prisión, además de pagar una multa de 50 mil pesos.
La mayor parte de su condena la pagó en la cárcel estatal de Morelia, a donde fue trasladado luego de dos años de estar en el penal de Uruapan. El doctor Mireles alcanzó el beneficio de libertad condicional, luego que la Comisión Dictaminadora de la Dirección de Prevención y Readaptación Social de Michoacán valoró que la situación psico-criminológica de Mireles no era de peligro.
Se le reconoció una “adecuada readaptación y evolución en el tratamiento”. Salió libre por buena conducta el 9 de julio de 1992.
Tras su libertad, Mireles decidió no regresar a vivir a su pueblo. Optó por emigrar hacia Estados Unidos para no castigar a familiares y amigos con el estigma de la cárcel. Se radicó en la ciudad de Sacramento, en el estado de California, en donde su carácter altruista y humanitario de nueva cuenta lo pusieron en el centro de la comunidad migrante. Prestó sus servicios en la Cruz Roja y eso le valió para que los paisanos michoacanos lo reconocieran y eligieran presidente de la Confederación de Clubes Michoacanos en el Estado de California.
Mireles también fue detenido y preso en Estados Unidos. Su delito fue ejercer su profesión. La asociación de médicos de California lo acusó de ejercer la medicina sin estar facultado para ello.
Toda la comunidad hispana lo reconocía como médico –porque daba consulta gratuita a los paisanos-, pero no la legislación americana. Pasó 90 días en prisión hasta que demostró que tenía la preparación y la debida formación académica para la práctica de la medicina. Salió de prisión sin ningún cargo y con una beca de la Cruz Roja para especializarse en un hospital de Arizona en atención a enfermos del VIH.
El trabajo del doctor Mireles, al término de sus jornadas agrícolas las que le daban el sustento económico, consistía en gestionar ayuda a las familias de michoacanos que carecían de lo indispensable.
Gestionaba ante el consulado mexicano la canalización de servicios médicos y asistenciales. Se convirtió en el enlace de los michoacanos en California con las autoridades del gobierno de Michoacán. Fue constante su gestión de apoyo a los michoacanos migrantes durante el gobierno priista de Víctor Manuel Tinoco Rubí y el perredista de Lázaro Cárdenas Batel.
El servicio que brindó a los paisanos desde la Confederación de Clubes Michoacanos en el Estado de California no hizo otra cosa que revivir sus deseos políticos. En el año 2008 Mireles buscó el acercamiento con Leonel Godoy Rangel, el candidato del PRD al gobierno de Michoacán, a fin de proponerle un proyecto político:
Gestionar una diputación para los líderes de los michoacanos en Estados Unidos. La propuesta no cristalizó, pero Leonel Godoy le propuso seguirlo impulsando a un cargo de elección popular.
En la elección del 2006, cuando Leonel Godoy fue electo senador por Michoacán, ya había gestionado una candidatura para el doctor Mireles. Fue incluido en la lista de senadores del PRD por la vía plurinominal en las elecciones de ese año.
La votación nacional no le alcanzó para darle el escaño, pero Mireles no desistió. Siguió gestionando en otros partidos un espacio político desde donde poder impulsar su propuesta de trabajo a favor de los michoacanos radicados en la Unión Americana.
El planteamiento de Mireles fue escuchado por la dirigencia local del Partido Alternativa Socialdemócrata, cuya dirigencia lo registró como candidato a diputado propietario por el principio de mayoría relativa, en el distrito XXI con cabecera en Coalcomán, el 3 de octubre del 2007. El candidato migrante que llevaba como suplente a su esposa Ana Delia Valencia Chávez perdió las elecciones, pero no se alejó de la esfera pública.
Apenas iniciado el periodo de gobierno de Leonel Godoy Rangel, conociendo la ascendencia de Mireles entre los michoacanos, el gobernador recién electo le hizo una invitación para que se sumara al equipo de trabajo de la nueva administración estatal.
Fue designado delegado de la secretaría de salud del gobierno del estado para los michoacanos en Estados Unidos, también se desempeñó como asesor de Asuntos Internacionales de la Secretaria de Salud, de la cual era titular Armando Luna Escalante, cargo que desempeñó hasta días antes de que concluyera la administración estatal perredista.
Tras concluir su labor como funcionario público en la ciudad de Morelia, Mireles regresó a Tepalcatepec, a cumplir con la plaza asignada como director del centro de salud de esa localidad.
Allí comenzó a ver que la población estaba copada por el crimen organizado. Le comenzó a indignar las violaciones de las que tenía conocimiento, porque por semana atendía al menos a dos jovencitas no mayores de 14 años, en estado de ingravidez. A las violaciones de niñas se sumaron los secuestros, los robos, los asaltos, cobros de piso y asesinatos que apuntaban hacia el imperio de la delincuencia.