Los niños sicarios, una realidad que no se quiere reconocer

Por. J. Jesús Lemus / La Opinión de México

José Manuel “N”, de solo 16 años de edad, es un número más en el padrón de desaparecidos. Ni en su casa -en el municipio de Irapuato, Guanajuato- ni en ninguna dependencia del gobierno, nadie sabe oficialmente nada de él desde que desapareció el 18 de agosto del 2023, cuando salió para ir a una fiesta con sus amigos.

Tenía 13 años cuando a José Manuel se lo tragó la tierra. Desde entonces, su madre, su hermana y su tía no dejan de buscarlo. Ellas han cavado en por lo menos tres docenas de fosas clandestinas que han sido encontradas por diversos grupos de personas buscadoras de desaparecidos.

A José Manuel lo han buscado en fosas clandestinas descubiertas en Acapulco, Guerrero; Zapopan, San Pedro Tlaquepaque, El Salto y Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco; Tacámbaro, Villamar, Tarímbaro, Cuitzeo y Puruándiro, Michoacán; Tecomán, Colima; Mazatlán y Ahome, Sinaloa; Puerto Peñasco, Sonora y Salvatierra y Acámbaro, Guanajuato. Ni sus rastros.

Desde septiembre de este 2025 a José Manuel ya no lo han buscado. Su madre, su hermana y su tía dejaron la búsqueda de lado. No fue la desesperanza lo que las hizo desistir, fue algo más terrible pero consolador. José Manuel no está muerto. Fue reclutado a la fuerza por el Cártel de Santa Rosa de Lima y ahora es uno de los cientos de niños sicarios que trabajan para el crimen organizado.

De acuerdo con la versión de Leticia Isabel, la madre de José Manuel, ella no sabe que es más doloroso, saber que su hijo está metido en el crimen organizado o sentir que su hijo podría caer ejecutado en cualquier momento. Todos los días siente que le van a llamar en cualquier momento para que vaya a alguna morgue a reconocer el cuerpo de su hijo.

Por lo pronto para Leticia Isabel de 53 años de edad, es un alivio el saber que su hijo no está muerto. Ella supo eso hace apenas unos meses, cuando una vecina le dijo que había visto a José Manuel en una camioneta, con hombres armados, que llegaron a comer a un puesto de comida ubicado sobre la carretera Pénjamo-Abasolo.

Leticia Isabel pudo comprobar aquella versión luego de dos semanas de recorrer, preguntando, por las calles de Pénjamo y Abasolo, en donde dos hombres y tres mujeres, en diversos momentos, lo reconocieron por la foto que ella mostraba. 

El cuerpo larguirucho y flaco. Su tez blanca y el corte a rape que siempre ha utilizado fueron los principales distintivos por los que José Manuel fue reconocido. Uno de los que lo identificaron dijo que ese muchacho -José Manuel- era “uno de los malandros” que cuidaban un punto de venta de drogas al menudeo, ubicado a unas calles del centro de Abasolo.

Con el corazón desbocado Leticia Isabel pudo comprobar que a su hijo se lo había tragado el narco. Lo miró a lo lejos. Dice que solo se mordió los labios cuando lo vio subirse a una camioneta cargando un rifle entre sus manos. Le dio miedo ir al encuentro, no por lo que le pasara a ella, sino por mantener a salvo a su otro hijo, el que es menor dos años que José Manuel.

El reclutamiento forzado, una realidad

El de José Manuel es solo uno de los miles de casos de reclutamiento forzado por parte del crimen organizado que en forma cotidiana se registran en nuestro país. Según datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México, en los últimos diez años las diversas organizaciones criminales han reclutado forzadamente a por lo menos 460 mil menores de edad, para ser utilizados de diversas formas dentro de las organizaciones delictivas.

De acuerdo con fuentes activas dentro de los cárteles de Sinaloa y de la Familia Michoacana, en nuestro país no existe un solo cártel de las drogas o grupo del crimen organizado que no utilice a los menores para sus labores, principalmente para “trabajos” de sicario.

Las tareas encomendadas a los niños reclutados a la fuerza no son exclusivas de asesinar gente. Son principalmente para el trasiego de drogas, traslado de dinero, ayudantes de laboratorio o como monitores o halcones que vigilan a los cuerpos de seguridad que se movilizan en las áreas de control criminal.

Los menores -según una fuente del Cártel de Sinaloa- son más demandados por los grupos delictivos, porque una vez que son domados se vuelven completamente dóciles a los liderazgos y fieles a las organizaciones a las que se incrustan. Una vez ya integrados al grupo nunca cuestionan las órdenes ni las decisiones de los mandos.

Con los reclutados a la fuerza, mayores de edad, no pasa lo mismo que con los niños. Los adultos reclutados son más violentos y menos dispuestos a la colaboración. De cada 10 personas mayores reclutadas por lo menos 8 terminan desertando o son ejecutados por no atender las órdenes ni manifestar disponibilidad ni lealtad a la organización criminal.

CJNG, el que más recluta

Según datos de una fuente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), las organizaciones criminales que más se distinguen por el reclutamiento a la fuerza que hacen entre la población juvenil e infantil, son el Cártel Jalisco Nueva Generación, El Cártel de Sinaloa, La Familia Michoacana y el Cártel del Noreste. 

El método de estas organizaciones delictivas para obligar a jóvenes y niños a que se sumen a las filas del crimen organizado es el chantaje. Bajo la amenaza de asesinar a sus familias, los menores o jóvenes son llevado a los múltiples ranchos que se convierten en centros de adiestramiento, y que la mayoría de los cárteles y grupos delictivo tienen en todo el territorio nacional  

En la mayoría de los casos a los reclutados se les mantiene en condiciones de esclavitud. Nadie puede tener comunicación al exterior. No se permite tener teléfono celular. No tienen acceso a ningún tipo de lectura y no se les autoriza ver televisión, ni escuchar radio o tener acceso al internet, ni a redes sociales.

Todos los reclutados, dice una fuente del Cártel de La Familia, trabajan solo por la comida y los uniformes y calzado que se les dota. En algunas ocasiones se les cobran los cartuchos y las armas que se les asignan. El caso y el chaleco antibalas, la mayoría de los reclutados los siguen pagando en abonos a los encargados o jefes de la célula.

En muy pocos casos, los reclutados, principalmente menores, cuentan con un sueldo. En las filas del CJNG a un menor reclutado de le paga en promedio la cantidad de 400 pesos por semana; en el Cartel del Golfo, se pagan mil 200 pesos a la semana; en el Cártel de Sinaloa, en la fracción de Los Chapitos, se pagan 700 pesos a la semana, mientras que en La Familia Michoacana el suelo semanal oscila entre los mil 100 y los 2 mil 200 pesos.

Sin cifras exactas

 Aun cuando el reclutamiento de menores por parte del crimen organizado es un grave problema, desde la federación no solo no existe un plan contingente para ello, ni siquiera se conocen las cifras aproximadas de este fenómeno.

En el Centro Nacional de Inteligencia se estima que al día de hoy son casi 440 mil jóvenes y niños reclutados, una cifra muy aproximada a la de la Red por los Derechos de la Infancia en México. De esa cifra, según fuentes del CNI- por lo menos la mitad podrían ser niños.

En la Fiscalía General de la República ni siquiera se reconoce el fenómeno del reclutamiento forzado por parte del crimen organizado. allí se estima extraoficialmente que el número de jóvenes y niños que operan dentro de los cárteles de las drogas podrían ser por lo menos unos 100 mil.

Para la Secretaría de Seguridad Pública, sobre el tema del reclutamiento forzado lo único que cuenta son los datos que arroja el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad (SESNSP), en donde se establece que en los últimos años han ido al alza las detenciones de menores, personas entre 12 y 17 años de edad, que han operado para el narco.

En el 2022, según el SESNSP, se logró la detención de 18 niños sicarios, en el 2023 fueron 73 los niños sicarios detenidos tras enfrentamientos con las fuerzas federales; en el 2024 la cifra de menores sicarios detenidos llegó a los 128 niños, mientras que hasta septiembre del 2025 se había detenido a 171 niños al servicio del crimen organizado.

De los detenidos en el 2022, siete menores dijeron pertenecer al Cártel Jalisco Nueva Generación, cuatro dijeron ser del Cártel del Golfo, uno de los Caballeros Templarios, y seis del Cártel de Sinaloa. El resto se negó a reconocerse como parte de una organización criminal.

En el 2023 fueron 28 niños sicarios detenidos los que dijeron ser parte del CJNG, 16 del dijeron ser del Cártel de Sinaloa, 12 del Cártel del Norestes y seis de la organización de Los Caballeros Templarios. El resto de los niños sicarios detenidos ese año dijo no pertenecer a ninguna organización criminal.

En lo que va del 2025, según datos del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, de los 171 niños sicarios detenidos, 39 dijeron ser del Cártel de Sinaloa, 21 del CJNG, 17 de la Familia Michoacana y 13 dijeron ser parte de los Cárteles Unidos de Michoacán, el resto no se reconoció como parte de alguna organización criminal.