Por. J. Jesús Lemus/La Opinión de México
Se necesita ser verdaderamente hipócrita, poca memoria o simplemente ser un payaso o primate, para un día denostar algo y al día siguiente ser parte de eso que se denostó. Se necesita ser una vulgar bravucona para un día cuestionar la práctica periodística y al día siguiente ser parte de ese periodismo neoliberal.
La reflexión viene a cuenta por la reaparición en el mundo mediática de Elizabet García Vilchis, la que en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador era la encargada de la sección “¿Quién es quién en las mentiras de la semana?”. Ella volvió al mundo de la información, solo que ahora se dice reportera.
-No te conocí -le dijo la presidenta Claudia Sheinbaum al momento en que le dio la palabra y escuchó su presentación.
La Vilchis, como la conoce la fauna informativa de la mañanera, llena de un orgullo ufano, se presentó y le dijo a la presidenta que era reportera de SDP Noticias, un medio informativo del grupo Televisa, dirigido por Federico Arreola.
Hay que tener mucha hambre para un día cuestionar la práctica informativa de SDPNoticias y al día siguiente portar orgullosa la acreditación de ese medio. Se necesita nada o al menos poca vergüenza para ser parte de lo que un día, desde el poder, con todo el respaldo presidencial, se cuestionó y se puso en tela de juicio todo lo deontológico de un medio.
A lo largo de su titularidad, en el espacio que oficialmente desmentía las publicaciones de la prensa, en más de una ocasión Elizabeth García Vilchis denostó el trabajo informativo de SDPnoticias, medio al que tildó -en no pocas ocasiones- de ser parte de los opositores al régimen de la Cuarta Transformación.
El cuestionamiento de Elizabet Vilchis sobre algunas informaciones vertidas por SDP Noticias fue asociado a la pertenencia de ese medio al grupo Televisa, el que por antonomasia sigue siendo el Némesis de la Cuarta Transformación, que -desde la óptica oficial- insisten en crear una mala imagen de la llamada Revolución de las Conciencias.
No es problema el que Elizabet García Vilchis sea ahora parte del gremio que tanto desprecio. Así es el periodismo, bondadoso al extremo. Hasta un primate puede ser recibido con los brazos abiertos dentro del club de los informadores. Tampoco es problema que a la señora Vilchis le haya ganado el hambre.
El problema central radica en que la llegada de Elizabet García Vilchis trastoca una de las principales tesis de la Cuarta Transformación. La que refiere que un funcionario público, con información privilegiada -dentro del primer círculo de poder- no puede incrustarse en el sector privado, asalariándose con empresas beneficiarias de esa información.
Es un conflicto de intereses que raya en lo judicial. Así lo dijo en su momento el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando cuestionó la forma en la que el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León se asalarió con la empresa Kansas City Southern, la empresa a la que el mismo Zedillo le vendió la red ferroviaria mexicana.
Es muy larga la lista de funcionarios públicos que una vez cumplido su encargo oficial han pasado a ser parte de empresas del sector privado, las que se han visto favorecidas por su conocimiento e información privilegiada.
Allí está el caso de Georgina Kessel, la que fue secretaria de Energía (SE) y exdirectora de Pemex, en el gobierno de Calderón. Ella posteriormente se unió al Consejo de Administración de Iberdrola España.
Por su parte, Felipe Calderón Hinojosa, quien fue residente de México, también se integró al Consejo de Administración de Avangrid, filial de Iberdrola en Estados Unidos. Alfredo Elías Ayub, quien fue director de la CFE, pasó a formar parte del consejo de administración de la empresa de telecomunicaciones Telmex, de Carlos Slim.
También Carlos Ruiz Sacristán, quien fue secretario de Comunicaciones y Transportes, después de su encargo se convirtió en presidente y director general de Infraestructura Energética Nova.
El que fuera secretario de Energía y exsecretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez Kuenzler se unió al Consejo de Administración de Sempra Energy, y Jesús Reyes Heroles González Garza, que fue secretario de Energía y director de Pemex, se integró al consejo de administración de OHL México.
El chapulineo es un problema en México. Eso lo reconoció el mismo López Obrador, quien en el 2019 anunció “medidas para que no vuelvan a presentarse casos como los abusaron de su encargo público para saltar a empresas privadas del mismo ramo”, según lo dijo.
Sin saber que en ese caso estaría un día Elizabet García Vilchis, en el 2019, AMLO dijo que se aplicarían sanciones de ley a “los funcionarios públicos que terminan su desempeño en un cargo y luego pasan, chapulines fifís, brincan, chapulines conservadores, a trabajar a las empresas relacionadas con ellos, con el desempeño que tenían, como lo vimos ayer en el caso del sector energético.
“Ningún funcionario público va a poder hacer lo que se venía haciendo, que se pasaban a las empresas particulares. Ahora va a haber una veda de 10 años de acuerdo con la ley. Está ya también en la Ley de Austeridad”.
