Enfrentamientos y agresiones policiacas: así fue la “Marcha de la Generación Z” en CDMX

Foto: Luis Calderón/Cenzontle400 Foto: Luis Calderón/Cenzontle400

Por. Luis Calderón

El sábado 15 de noviembre, en la Ciudad de México, miles de ciudadanos se dieron cita en una concentración que superó a muchas de las vistas durante lo que va del sexenio de Claudia Sheinbaum e incluso del gobierno de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador.

La movilización, convocada en el Ángel de la Independencia, había sido anunciada como una marcha pacífica. Así se definió desde su convocatoria, por lo que asistieron personas de todos los rangos de edad, incluidos niños, adultos mayores y jóvenes acompañados de sus padres. Sin embargo, al ingresar a la plancha del Zócalo, la respuesta de los granaderos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana ante el retiro de las vallas de protección de Palacio Nacional fue arrojar gases con extintores y piedras contra los manifestantes, quienes respondieron de la misma manera en un enfrentamiento que duró más de tres horas.

Poco después de las 11 de la mañana, el contingente partió rumbo a Palacio Nacional, entre consignas y carteles que denunciaban la corrupción del gobierno, pedían la revocación de la presidencia de Claudia Sheinbaum y exigían justicia por el presidente municipal de Uruapan asesinado, Carlos Manzo.

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Muchas personas portaban vestimenta blanca como símbolo de búsqueda de paz en el país. Otras llevaban sombrero, más allá de protegerse del sol, similar al estilo de Manzo y convertido en símbolo del movimiento hoy encabezado por su viuda, Grecia Quiroz, quien el viernes se deslindó de quienes convocaron a manifestaciones en diversos estados de la República.

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La innegable realidad es que hubo presencia de organizaciones políticas relacionadas con la derecha, así como consignas repetidas miles de veces por el presidente argentino de extrema derecha, Javier Milei: “Viva la libertad, carajo”. También se vieron carteles con frases como “Claudia, presirvienta”.

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Sin embargo, también hubo —y no poca— presencia de personas pertenecientes a colectivos con denuncias legítimas, como Miguel Meza, presidente de la asociación Defensorxs y del proyecto Narcopolíticos, quien ha documentado casos como el de los acordeones repartidos durante la elección del Poder Judicial o la relación entre políticos y crimen organizado.

Durante la marcha también se observó a ciudadanos en contra del despojo del territorio, del saqueo del agua y a miembros de ejidos que exigen la conservación y protección del suelo. Además, participaron integrantes de colectivos de buscadoras y buscadores, así como trabajadores del sector salud que denunciaron la falta de insumos en hospitales de todo el país.

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La organización Resistencia Civil Pacífica tuvo presencia en varios puntos del recorrido sobre Paseo de la Reforma, destacando un contingente que viajaba en un carro remolcado por un tractor desde donde lanzaban consignas contra la corrupción, el abandono del campo y el asesinato de Carlos Manzo.

Al avanzar por Avenida Juárez, se observó que los asistentes eran más que en movilizaciones vistas desde antes de 2018. Sin embargo, muchas de las denuncias y causas asociadas a la llamada Generación Z —quienes originalmente convocaron—, manifestadas en otras marchas como la reducción de la jornada laboral, la mejora del transporte público o el rechazo a la gentrificación, brillaron por su ausencia. Esto no invalida la movilización, pero sí genera dudas sobre los convocantes.

Al ingresar al lateral de la Explanada Central, se observó a elementos de la SSC videograbando a los asistentes con sus celulares personales.

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Los manifestantes pasaron frente al Palacio de Bellas Artes con consignas contra Morena y Claudia Sheinbaum. Hasta ese punto, la marcha mantenía saldo blanco en cuanto a agresiones o pintas; lo que sí se percibió fue la presencia de stickers con denuncias contra políticos de varios partidos, como Genaro García Luna, Alfredo Ramírez Bedolla y Olga Sosa.

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Ante las barricadas instaladas sobre la calle Madero, el acceso al Zócalo se realizó por Avenida 5 de Mayo. Al llegar a su intersección con Monte de Piedad, muchas familias decidieron retirarse rumbo al Eje Central, pues el acceso a la plancha era extremadamente reducido debido a las barricadas colocadas días antes, lo que alteró a quienes tenían poca experiencia en este tipo de manifestaciones.

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Al ingresar al Zócalo, tras las barricadas que cubrían la Catedral Metropolitana, los granaderos comenzaron a agredir a los participantes que gritaban consignas junto a las vallas metálicas, incluso a quienes manifestaban apoyo a la policía y la señalaban como otro sector afectado por el gobierno. La respuesta del cuerpo policiaco fue rociar gas pimienta a través de los huecos en las barricadas.

También se observó un amplio grupo de manifestantes concentrado frente a Palacio Nacional, ondeando pancartas que denunciaban la inseguridad, la corrupción, las desapariciones y su desacuerdo con el manejo y las políticas del gobierno de Claudia Sheinbaum.

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Pasadas las 13:30 horas, un grupo de personas, entre ellas algunos encapuchados, logró retirar la primera barricada frente a Palacio Nacional mediante una cuerda y herramientas de corte, tras minutos de forcejeo. La respuesta de los granaderos fue gasear a los manifestantes con polvo de extintor y arrojar piedras. Una parte del contingente respondió también con piedras obtenidas al fragmentar tapas de registros de desagüe y partes de la explanada, así como con petardos, tubos y palos.

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Durante los enfrentamientos, los granaderos arrojaron petardos contra manifestantes y prensa, quienes también fueron gaseados. Cuando se retiraron más vallas metálicas, los policías incrementaron las agresiones, lanzando gas lacrimógeno, más petardos y golpeando y pateando a algunos asistentes, sin distinguir entre agresores y quienes solo gritaban consignas.

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A los pocos minutos, otro grupo, ubicado cerca de la calle Corregidora, retiró otra parte de las barricadas de Palacio Nacional. La respuesta de los granaderos fue nuevamente violenta, provocando los primeros heridos, principalmente por golpes en la cabeza. Varias personas tuvieron que ser atendidas por el Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas y por brigadas de apoyo médico, que ayudaron a afectados por los gases lacrimógenos.

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Tras ese enfrentamiento, los manifestantes lograron hacer retroceder a los elementos policiacos, que se encapsularon detrás de escudos antimotines para proteger la entrada de Palacio Nacional. Después de unos minutos, los ánimos parecieron calmarse, pero solo fue un breve receso. En el enfrentamiento siguiente, tanto policías como manifestantes escalaron la violencia, llegando a linchar a un manifestante y a un policía.

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Durante casi tres horas, las detonaciones y granadas con gas lacrimógeno no cesaron, así como el uso de extintores. Algunos manifestantes lograron arrebatar extintores, escudos y un par de radios a los policías, lo que les permitió anticipar movimientos del cuerpo de granaderos y prolongar los enfrentamientos.

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Poco después de las 15:30 horas, ingresaron más elementos de la SSC desde calle Monte de Piedad, quienes fueron recibidos con piedras. Al incorporarse con los policías que ya se encontraban frente a Palacio, la violencia escaló nuevamente. Reporteros volvieron a ser gaseados y se arrojaron explosivos por ambos bandos, incluida una bomba molotov contra los granaderos, así como gas lacrimógeno y petardos desde detrás de la barricada que cubría la Catedral Metropolitana. Algunos manifestantes utilizaron latas de pintura en aerosol como lanzallamas contra los policías.

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Debido a la división entre quienes se enfrentaban a la policía y quienes gritaban consignas a la altura del asta monumental, las agresiones policiacas con gas lacrimógeno afectaron a manifestantes pacíficos, incluidos menores de edad y adultos mayores, atendidos por brigadas médicas.

Unos minutos después de las 16 horas, ante las agresiones policiacas, muchos manifestantes pacíficos abandonaron la explanada, mientras que otros, involucrados en el enfrentamiento, se retiraron por lesiones, cansancio o porque la manifestación ya era más débil.

A raíz de esto, los asistentes fueron replegados cuando la policía inició una carrera contra ellos. Varios manifestantes pacíficos fueron golpeados, incluso personas de la tercera edad, lo que generó rechazo también entre comerciantes ambulantes de la zona.

Finalmente, los encapuchados se replegaron por calles aledañas, especialmente por Avenida 5 de Mayo. Los granaderos avanzaron unos metros sobre la avenida y arrojaron petardos; al replegarse, aprovecharon para detener a varios manifestantes.

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La Marcha de la Generación Z, como se nombró en la convocatoria, terminó con un saldo, según Pablo Vázquez, secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, de 20 lesionados y 20 detenidos.