El Crimen Desafia a Juchitán: Un Fantasma Acecha en Medio de la Fiesta

Por. Belasko Journaliste

JUCHITÁN, OAXACA. – Mientras las calles se vestían de gala y la comunidad celebraba una de sus fiestas más grandes y auténticas, un fantasma de impunidad campeaba a sus anchas. El crimen no se escondió; eligió el momento de mayor esplendor, bajo el resplandor de los reflectores nacionales e internacionales, para recordar a todos que su sombra es más larga que cualquier operativo de seguridad.

En un acto de provocación calculada, la violencia que días antes había segado la vida de una maestra en San Cristóbal de las Casas mostró su rostro más desafiante aquí. No le bastó con el duelo ajeno, sino que buscó el escenario perfecto para burlarse de la autoridad: una ciudad repleta de prensa, turistas y 500 efectivos policiacos que se revelaron como una escenografía inútil.

Juchitán, el Municipio más Violento: De acuerdo con el Grupo de Estudios sobre la Mujer “Rosario Castellanos” (GESMujer), con el feminicidio de la maestra Adriana, se contabilizan 73 mujeres asesinadas en Oaxaca hasta el mes de noviembre. El Istmo de Tehuantepec es la región más afectada con 21 muertes violentas de mujeres, siendo Juchitán el municipio con mayor incidencia.

La Burla a los Reflectores

El mensaje del crimen organizado fue claro y contundente: No teme a la fuerza del Estado: Los 500 efectivos desplegados fueron ignorados, una presencia que resultó tan simbólica como ineficaz.
· Desprecia los discursos: Las condenas políticas y las promesas de seguridad se desvanecieron ante la acción brutal y real.


Se nutre de la audiencia: No se conmueve con las condolencias ni se intimida con las protestas. Por el contrario, eligió el momento de mayor visibilidad para demostrar su poder, convirtiendo la cobertura de una fiesta intrépida en el telón de fondo de su atrevimiento.

Un Duelo que Enluta la Alegría

Este crimen, asalto a una turista que llego a “La Vela Muxe”no es un hecho aislado. Es la continuación de una sangría que traspasa fronteras estatales y que ahora mancha con sangre una de las expresiones culturales más vibrantes de México. La fiesta, un símbolo de resistencia y identidad, se vio empañada por la cruda realidad de un país donde la violencia se pasea con insolencia.

Este lamentable hecho se suma a un incremento considerable de la violencia en Juchitán, Oaxaca, donde en días recientes se registraron los asesinatos de dos mujeres y una niña de tan solo 4 años, de nombre Noelia.

La pregunta ahora es insoslayable: Si el crimen es capaz de actuar con tal descaro en el ojo del huracán mediático y frente a un operativo de seguridad masivo, ¿dónde y cuándo no puede hacerlo?

Juchitán no solo llora a una víctima indirecta de una violencia que se siente cada vez más cercana; enfrenta la amarga certeza de que la fiesta ha terminado y la pesadilla no concede treguas.