La Historia de “Pabuche”, Cándido Ríos al que lo Mató su Amor al Periodismo

No era el gran periodista de investigación, pero sí el más cáustico de su localidad: desde el 2007 fue el más severo crítico de la administración municipal de Hueyapan, escribiendo para El Diario de Acayucan, y durante un tiempo en el semanario “La Voz de Hueyapan”, el que fundó con sus propios medios para publicar lo que en el Diario de Acayucan no le permitían

A “Pabuche” ya lo rondaba la muerte desde hace días. Sabía y asumía el riesgo de la denuncia de la corrupción. Premonitoriamente, a unos días de su ejecución, subió un video a las redes sociales en donde dejó plasmado una especie de testamento de la causa periodística que la llevó hasta sus últimas consecuencias.

No era el gran periodista de investigación, pero sí el más cáustico de su localidad: desde el 2007 fue el más severo crítico de la administración municipal de Hueyapan, escribiendo para El Diario de Acayucan, y durante un tiempo en el semanario “La Voz de Hueyapan”, el que fundó con sus propios medios para publicar lo que en el Diario de Acayucan no le permitían.

Este que fue el décimo tercer periodista ejecutado en México solo del 2017, era un comunicador empírico, como casi el 70 por ciento de los que ejercen el periodismo en todos los estados de la república, lo que era la principal causa para no ser considerado como tal entre las fuentes oficiales.

No tuvo formación académica para ejercer la comunicación, como el mismo lo reconoció en el último video que publicó en su muro de Facebook, donde dijo simple y llanamente dijo que “a chingadazos” terminó el sexto año de primaria; “no he estudiado. Mi escuela ha sido la ley de la vida, donde he aprendido a tenderle la mano a mis enemigos, a no conocer odio ni rencores”.

Foto: Diego Simón/Cuartoscuro

Pero sus enemigos no pensaron igual. Un comando de al menos cuatro personas lo ejecutaron a mansalva la tarde de un martes, cuando estaba platicando con el ex inspector de policía de Acayucan, Víctor Acrelio Alegría Antonio y al ex policía Andrés Grajales Montero, a las afueras de un Oxxo de la comunidad de Juan Díaz Covarrubias, del municipio de Hueyapan de Ocampo.

Cándido Ríos Vásquez no sólo escribía temas de corrupción de los gobiernos municipales de Acayucan y Hueyapan, también estaba adscrito a la fuente policial de esas dos localidades, lo que le hacía conocer perfectamente el contexto de violencia bajo el que se encuentra desde hace dos sexenios el estado de Veracruz, principalmente en la zona sur del estado.

De acuerdo a fuentes de la Fiscalía General del Estado de Veracruz, en donde se integró la carpeta de investigación ACA/793/2012 por la muerte del periodista, una de las principales líneas de investigación del caso es la que marcó el propio Cándido Ríos en el último video que publicó, donde refiere casos de corrupción en la actual administración de Hueyapan.

Como presintiendo lo que se le venía, el periodista abatido refirió también en el último video que “Gaspar manda matar y desaparece y nunca es investigado”, en clara alusión al ex alcalde de Hueyapan, Gaspar Gómez Jiménez, quien lo amenazó de muerte en varias ocasiones, y que era cuestionado por Cándido Ríos, en su pretensión de buscar nuevamente la presidencia del municipio.

Gaspar Gómez Jiménez, ex alcalde de Hueyapan, amenazó de muerte en reiteradas ocasiones a Cándido Ríos

Las amenazas y el encarcelamiento del que fue objeto Cándido Ríos Vásquez hicieron que éste solicitara medidas cautelares del Mecanismo Federal de Protección a Periodistas y Personas Defensoras de Derechos Humanos, en donde estuvo incorporado los últimos dos años; en el 2012 denunció ante la entonces Procuraduría de Justicia de Veracruz las amenazas de las que era objeto, pero en la dependencia de Javier Duarte nunca se investigó el caso.

Oficialmente, Cándido Ríos Vásquez fue el décimo periodista ejecutado en el país en lo que fue el 2017 y el segundo de la administración del gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, pero en los recuentos extraoficiales es el décimo tercer periodista muerto en el país y el tercero en el estado de Veracruz.

Los periodistas que fueron abatidos durante el 2017 en todo el país, son: Cecilio Pineda Birto, en Guerrero, el 2 de marzo; Ricardo Monlui Cabrera, en Veracruz, el 19 de Marzo;  Miroslava Breach, en Chihuahua, el 23 de marzo; Maximino Rodríguez Palacios, en Baja California Sur, el 14 de abril;  Juan José Roldan, en Tlaxcala, el 17 de abril; Erik Bolio López, en Puebla, el 1 de mayo; Filiberto Álvarez, en Morelos, el 2 de mayo, y Jonathan Rodríguez Córdova, en Jalisco, el 15 de mayo.

También están en la lista de ejecución los periodistas Javier Valdez Cárdenas, en Sinaloa, el que fue abatido el 15 de mayo; Salvador Adame Pardo, cuyo cuerpo fue encontrado calcinado en Michoacán, el 26 de Junio, luego de estar 20 días desaparecido; Edwin Rivera Paz, periodista de Honduras que fue asesinado en Veracruz el 10 de julio, y Luciano Rivera de Baja California, que fue ejecutado el 31 de julio.

De Trailero a Periodista

Le decían “Pabuche” porque ese era el nombre que utilizaba en la radio de banda civil cuando era trailero. En eso estuvo trabajando Cándido Ríos Vásquez entre el 1991 al 2007, hasta que decidió dejar el volante para dedicarse a hacer periodismo, luego de enamorarse de la profesión tras ser frecuente informante de los accidentes que se encontraba en la carretera.

Le gustaba participar en la organización de protestas sociales de campesinos y colonos de su localidad, para exigir a la autoridad municipal la mejora de servicios. Ingresó al medio periodístico a los 47 años de edad, encontrando como única opción de trabajo dentro del gremio la de voceador.

Foto: Alianza de Medios Mx

Con paciencia, mientras vendía sus periódicos del “Diario de Acayucan” en el municipio de Hueyapan, Cándido Ríos también pasaba reportes de hechos policiacos y de temas políticos a la redacción, hasta que se le dio la oportunidad de reportear. Ganaba 900 pesos a la semana, pero nunca se dejó sobornar.

“Yo ando frío, miren mi carterita, cien peso, pero ando feliz en la calle, el pueblo me aprecia”, dijo en su último video.

Fundó el semanario “La Voz de Hueyapan” en donde no tuvo ningún límite para lanzar señalamientos de corrupción a los gobiernos municipales de Acayucan y Hueyapan, a los que siempre les fue incomodo, no sólo por lo que escribía en su semanario y en el “Diario de Acayucan”, sino por lo que publicaba en sus redes sociales.

Y desde allí, desde su cuenta de Facebook, dejó testimonio de su honorabilidad: “yo le hablo a mi pueblo. Hago el bien sin ver a quién, sirvo de lleno a la sociedad como es mi deber hacerlo, valiéndome madre mi vida, mi libertad, las torturas que me han dado”, testimonió Cándido Ríos Vásquez en el video que hoy es una de las principales líneas de investigación de la Fiscalía General de Justicia del Estado de Veracruz, donde se investiga su muerte.

“La Vida No Vale Nada”

A Cándido Ríos Vásquez siempre lo asedió la pobreza, por eso se ganó el prestigio de ser un periodista de denuncia. Se abrazó al “delito de hablar de la verdad” como él mismo calificó a su periodismo. Porque “al alzar la voz y ésta no tener eco, se piensa al estilo Jalisco: ‘La vida no vale Nada’”, dijo en su último testimonio, donde aseguró que “nuestras armas no disparan balas, nuestras armas disparan verdades”.

Ilustración de Susie Cagle (@susie_c en X, antes Twitter)

En su testamento público, el periodista veracruzano abatido dejó en claro el objetivo de su periodismo: “estoy viendo (por) la soberanía de mi pueblo. Nadie me paga por hacer esto, por naturaleza soy un periodista, después de ser trailero 16 años. Luchando por lo robado, empeñado, tratando de abrirle los ojos a mi gente”.

Reconoció su falta de formación académica, que en nada le afectaba en su trabajo periodístico: “Cuando escribo tengo mis errores, pero no de lo que escribo, sino en faltas de ortografía, puntos y comas. Pero lo importante es que no existen faltas ni puntos ni comas que quitar. Todo está conectado con la lengua y la mente. Diré alguna frase equivocada, pero no torpe”.

Siempre se supo independiente y lejos de buscar glorias efímeras; no me acobijo de grupos antorchitas ni de asociaciones civiles, dijo, “ni de hacer mustia a la sociedad, con el afán de buscar una gloria, un triunfo, unos honores. Detesto las religiones. Creo en mi Dios Todo Poderoso” y a él se encomendó antes de transmitir el último de sus videos.