Claudia Sheinbaum nombra a Renata Turrent directora de Canal 11; colectivos LGBTQ+ la consideran transfóbica y chapulina
Más de 100 organizaciones y más de 350 personas acusan a Turrent de transfobia y de no contar con experiencia mínima para el cargo; Claudia Sheinbaum los ignora.
Ciudad de México.- Arbitraria y autoritariamente, como muchos de los nombramientos de funcionarios que conformarán el gabinete, la presidenta electa Claudia Sheinbaum anunció en días pasados el de Renata Turrent Hegewisch como directora de Canal 11, el canal del Instituto Politécnico Nacional. Ante la designación, la gente se fue encima, personas de las poblaciones trans y no binaries y aliados de la diversidad sexogenérica manifestaron su total rechazo a la designación a través de un comunicado firmado por más de 100 organizaciones y más de 350 personas.
A través del comunicado y bajo la premisa de que los medios públicos deben ser baluartes de la lucha por la equidad y la justicia social, quienes lo suscriben exigen a la presidenta electa que, además de la sustitución de Turrent, quien, consideran no está a la altura para encabezar el Canal 11; se creen más programas que visibilicen y eduquen sobre las realidades y desafíos de la comunidad LGBT+; se garanticen más espacios de representación auténtica y participación activa para todas las diversidades, tanto en pantalla, como en la producción de contenidos; se fomente una cultura de inclusión y respeto en los medios públicos, mediante capacitación continua sobre el tema y el monitoreo y evaluación pública constante de los contenidos para asegurar un compromiso con la diversidad y la defensa de los derechos de todas las personas sin excepción.
Las razones por las que los miembros de los colectivos impulsaron este comunicado de rechazo y exigencia es porque consideran a Turrent y a todos su equipo de trabajo transfóbica, además de “chapulina”, puesto que anteriormente fue directora de administración y finanzas del Gobierno de la Ciudad de México, es decir, forma parte del grupo de funcionarios que lo mismo puede dirigir las finanzas estatales, que un canal de televisión público, impartir clases de desarrollo económico y género; lo mismo es experta en políticas públicas con enfoque feminista, que en desarrollo y reinserción de jóvenes privados de su libertad; igual es conductora de un programa de opinión, que dirige una revista de dudosa credibilidad; ha trabajado como directora de programa en InsideOUT Writers (lo que sea que quiera decir esto); ha sido directora del programa en Coalition for Engaged Education (también lo que sea que quiera decir esto), maestra de español y portugués, que economista en Operaciones Nacionales en el Banco de México.
Lo que en términos cristianos significa: si llega una, llegan quienes son defendidas y protegidas por los operadores políticos afines a Morena, por ser considerada de ideología de izquierda, aunque no se le conozca trabajo político realizado y simplemente esté conectada con la 4T, por esta razón, durante la campaña de la presidenta electa, Renata Turrent fue nombrada por Claudia Sheinbaum como “enlace con diálogos por la transformación”, lo cual ayudó a reposicionar sus opiniones respecto a la lucha por los derechos de las comunidades LGBTQ+, los cuales habían sido abiertamente transfóbicos; además de haberse aliado con diputadas morenistas para limpiar el batidillo de declaraciones incongruentes con las comunidades, que tenía en su haber. Lo mejor que se les ocurrió fue ofrecer una disculpa pública y colgarse de movimientos pro-derechos trans, al interior de la Cámara de Diputados, sin hacer realmente ningún tipo de activismo, por ejemplo, en el sentido de desatorar leyes congeladas desde hace años como la Ley de Infancias Trans o la Ley de homologación de documentos de personas no binaries.
A Turrent, activistas por los derechos de la diversidad sexogenérica la acusan también de pertenecer a grupos transfóbicos instalados al interior del partido Morena y de abrir el micrófono en su programa “El Aquelarre”, transmitido por Capital 21, a personalidades abiertamente transexcluyentes como Mauricio Dimeo, a quien la UNAM canceló su participación en la Feria del Libro Universitario por sus abiertas posturas transfóbicas.
La acusan de que en 2022 instruyó la expulsión de la activista afrotrans Mikaelah Drullard en un conversatorio por los derechos de la comunidad trans, la cusan también de ser protegida por políticos y funcionarios de la 4T “porque ya dijo que ella no es transfóbica”, la acusan de demeritar las exigencias de estos colectivos porque tratan de señalarla y exigen su renuncia “cuando ella ya se disculpó”.
Ante tal exigencia, ante el comunicado firmado por los colectivos, no ha habido respuesta de la próxima presidenta, oídos sordos ha hecho Claudia Sheinbaum, igual que cuando medio mundo expresó su rechazo contra la designación de Omar García Harfuch al frente de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, igual, se ha pasado la opinión de la sociedad mexicana involucrada en la lucha por los derechos de los grupos vulnerables, por el arco del triunfo.