Narcos obligan desplazamientos hacia Guatemala

Ya se cumplen dos meses desde que el primer grupo de mexicanos de Chiapas decidió huir hacia el sur del continente, en contracorriente de las caravanas de migrantes que por lo general intentan llega a suelo norteamericano, para iniciar una nueva vida

En menos de dos meses ya son más de 850 los chiapanecos que han tenido que emigrar hacia Guatemala, para salvar su vida en riesgo, a causa de la violencia generada por el choque entre los cárteles de las drogas Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Sinaloa (DCS), dos grupos que se disputan esta entidad como parte una nueva ruta del narcotráfico.

Sobre estos desplazamientos forzados no se ha registrado ninguna información oficial por parte del gobierno mexicano. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que debería llevar puntualmente este tema de desplazamiento, no ha emitido ningún posicionamiento oficial.

Ya se cumplen dos meses desde que el primer grupo de mexicanos de Chiapas decidió huir hacia el sur del continente, en contracorriente de las caravanas de migrantes que por lo general intentan llega a suelo norteamericano, para iniciar una nueva vida.

De acuerdo a la representación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en Guatemala, el flujo de migrantes mexicanos que está viajando al sur es constante. A veces, por día se llega a registrar el cruce fronterizo de grupos de hasta 30 personas, que huyen de la violencia en su país.

Los días que menos flujo registra el cruce fronterizo son cinco o menos de diez personas, casi siempre todos de una familia, que muy de madrugada o ya entrada la noche, se atreven a cruzar la frontera en la zona limítrofe de Trinitaria o Frontera Comalapa, para llegar a las comunidades de Camojá, La Mesía, Camojá Grande, Santa Ana Huista, San Andrés Huista, Jacaltenango o Nentón.

Para el gobierno federal de Guatemala, el cruce de migrantes mexicanos no representa un problema, solo resulta algo extraño que ahora la migración vaya del norte al sur. Tampoco resulta un problema social porque los mexicanos que están llegando a Guatemala se incorporan rápidamente al trabajo, principalmente rural, de la zona.

Huyeron del narco

La mayor parte de los mexicanos que de Chiapas que han tenido que salir huyendo de su nación, para refugiarse en suelo guatemalteco, salieron para conservar su vida y su libertad. Y es que dentro de la guerra que sostienen los cárteles de Jalisco Nueva Generación y Sinaloa, ambos están reclutando a la fuerza a los jóvenes y jefes de familia.

La mayor parte de las familias desplazadas de Chiapas a Guatemala, en un 98 por ciento -se estima en un censo del gobierno federal de Guatemala- tienen entre los miembros de sus familias con los que salieron de México a uno y hasta tres varones de edades entre los 15 a los 25 años de edad.

Ese sector poblacional, el de los jóvenes, es el primer objetivo de los dos grupos del narco que se disputan la zona limítrofe de Chiapas con Guatemala. La disputa de esos jóvenes es para reclutarlos a la fuerza o convertirlos en halcones o punteros, que le informen sobre la presencia de las fuerzas federales por la región.

De acuerdo a versiones extraoficiales de las autoridades del municipio de Frontera Comalapa, se estima que solo en esta localidad, en lo que va de este año, por lo menos unas 67 familias han denunciado el secuestro o la leva de uno y a hasta tres hijos, incluso en algunos casos se habla de secuestros conjuntos de padres e hijos, para hacerlos sicarios.

De lo anterior, los dos grupos del narco en disputa son responsables. Tanto el Cártel Jalisco, como el de Sinaloa, se están valiendo del uso de jóvenes, a veces niños, para nutrir de mano de obra sus fuerzas de guerra. Actualmente unos 35 nuevos sicarios del Cártel Jalisco y otros 20 del Cartel de Sinaloa son los que han sido arrancados de las comunidades indígenas de Chiapas.

No hay cártel bueno

Tanto el Cártel Jalisco Nueva Generación, así como el Cártel de Sinaloa, no tienen miramientos para el secuestro de niños y jóvenes para convertirlos en reclutas criminales de esas organizaciones. En ambos casos, los que son llevados a la fuerza a las filas del narco son los primeros que se echan a la primera línea de guerra.

Se han dado enfrentamientos en los municipios de Comitán y en Frontera Comalapa, en donde después de la refriega entre grupos adversos, han quedado tirados los cuerpos de vecinos de una misma localidad, que sin saber se mataron entre ellos, peleando una guerra en la que nada tenían que ver.

Aun cuando ambos cárteles de las drogas, el CJNG y el de Sinaloa, se dicen en sus mantas publicitarias que colocan en la vía pública, que están del lado de la población, que van a cuidar a la gente, que no van a cobrar extorsión y que van a respetar a los vecinos, no hay diferencia entre la ferocidad con la que atacan a la población uno y otro cártel.

Ambas agrupaciones criminales solo aspiran a controlar la frontera de Chiapas-Guatemala, en la zona de Comalapa y Trinitaria, para garantizar la seguridad del trasiego de drogas que llegan desde Colombia, a través de Guatemala, vía el Petén, luego de haber ingresado por Puerto Barrios, en el  Caribe guatemalteco.

La guerra por la disputa del corredor de El Petén, para el trasiego de drogas hacia México, es una confrontación que comenzó desde hace dos años, pero que ahora se ha agudizado porque los dos grupos en disputa han reclutado para su servicio a muchos de la tropa de la Secretaría de Seguridad Pública, así como a activos de la Guardia Nacional.

Dejar todo, de un día para otro

 Todos los desplazamientos son dolorosos, pero son más aquellos que llegan de improviso. La mayoría de los casi mil chiapanecos que se han tenido que refugiar en Guatemala tuvieron una salida abrupta. En la mayoría de los casos, la decisión emigrar a Guatemala la tomaron en un lapso entre los 20 minutos a las dos horas.

Según lo refiere un compendio estadístico del gobierno de Guatemala sobre este fenómeno, en promedio cada familia que tomó la decisión de abandonar su tierra, tuvieron que abandonar su casa con todas sus pertenencias, incluso con animales de traspatio. Solo tomaron unas mudas y a veces el perro, que los siguió, y emprendieron el viaje sin retorno.

De acuerdo al sondeo que ha levantado el gobierno federal de Guatemala, sobre las personas mexicanas desplazadas en su territorio, se puede considerar que la mayoría no está considerando el regreso a suelo mexicano. Algunos mexicanos ya comenzaron los trámites para lograr la residencia permanente en Guatemala, y poder incorporarse al plano laboral formal.

Entre los 850 mexicanos desplazados en Guatemala, se cuenta con por lo menos 360 menores de edad, quienes tienen edad escolar. Para estos niños el gobierno de Guatemala ha establecido un programa de urgencia para que sean admitidos en las aulas en forma extraordinaria, a fin de que  puedan continuar con su formación elemental.

Como parte de las acciones que el gobierno federal ha puesto en marcha para atender las necesidades más elementales de los mexicanos desplazados, se encuentra un programa de enseñanza para bordar y coser, a fin de que las mujeres puedan confeccionar sus vestimentas, dado que la mayoría de ellas llegó con una sola muda de ropa. Todo lo dejaron atrás.

Se expande el narco

A solo unos meses de que termine el gobierno de Rutilio Escandón, el estado se encuentra encendido. Nadie recuerda en Chiapas un cierre de sexenio tan desastroso. La violencia está presente en toda la entidad y ello se debe al crecimiento que se le permitió al narco desde alguna parte de la administración pública.

Entre los grupos más poderos que operan impunemente en esta entidad, destaca Los Huistas, una organización que proviene de Guatemala, que atiende al liderazgo de una personas que se hace llamar Eugenio Darío Molina López, un socio tanto del Cártel de Sinaloa como del CJNG; los dos que mantienen encendida la llama de la guerra en Chiapas.

En esta entidad también se tiene registrada la presencia de la Mara Salvatrucha, que ha emigrado de El Salvador, para establecerse en Chiapas. Esta organización tiene presencia en Tapachula, Ciudad Hidalgo, Mapastepec, Metapa de Domínguez, Cacahoatán, Tuxtla Chico, Frontera Hidalgo, Arriaga y Palenque, en donde las acciones criminales son ordenadas por Luis Alberto Ramírez López, “El Chino”.

Por su parte, las células del Cartel de Sinaloa, que atienden a las órdenes de La Mayiza, están bajo las órdenes de un sujeto de nombre Jesús Esteban Machado Meza, “El Güero Pulseras”, el que actualmente mantiene control de la zona fronteriza en la zona de Frontera Comalapa.

Las células del Cártel Jalisco Nueva Generación en Chiapas, que atienden a las instrucciones de Nemesio Oseguera, están coordinadas por tres sujetos: Vladimir López Orantes, “El Ruso”; Antonio Martínez, “El Toño” y Julio César Moreno Pinzón, “El Tarjetas”.

A este grupo -que en su mayoría son cárteles foráneos-, se debe agregar el Cártel Chamula, el que una vez fue conocido también como la Banda de Los Motonetos, que opera principalmente en el municipio de San Cristóbal de las Casas y las localidad adyacentes. El líder de este cártel era Juan Hernández Lopez, pero desde su asesinato a principios de este año, el grupo se ha fraccionado por la disputa de un nuevo liderazgo.